Para la familia Cremoux por la desaparición de don Raúl. El 7 de junio de 1864 Carlota de Bélgica cumplió 24 años. Al otro día de su llegada a Puebla de los Ángeles, se ofreció un baile a los emperadores en la antigua Alhóndiga. Fue en esa suntuosa fiesta que una dama de la élite poblana le regaló una caja de música con la melodía “La paloma”, escrita el año anterior por el compositor español Sebastian de Iradier y Salaverri. La pequeña caja estaba hecha de talavera, un tipo de cerámica vidriada con una técnica traída a México por alfareros españoles en el siglo XVI. Cuando la vio con detenimiento, a la emperatriz de México le llamó particularmente la atención el fino acabado del obsequio con esa música tan nostálgica. “Ella celebraba su vigésimo cuarto aniversario ante la sociedad poblana, por lo que la concurrencia fue numerosa. Todos querían estar allí, además era una oportunidad para lucir a las hijas y concertar futuros matrimonios, y así conseguir un yerno francés con ilustre apellido”. (María Elsa G. Hernández). Unos días antes de la fiesta de bienvenida para los emperadores ocurrió una tormenta que destruyó muchísimas viviendas, la ciudad quedó prácticamente en ruinas. Antes de irse, el emperador donó la cuantiosa cantidad de mil pesos para los hospitales y para los pobres. Por su parte, Carlota aportó 7 mil pesos para la reconstrucción del hospicio para menesterosos.
Cuenta la leyenda que esa caja en talavera que le obsequiaron acompañó a la emperatriz Carlota toda su vida. No había tarde en que no la abriera para sacar sus largos collares de perlas y escuchar la música que evocaba esa vivencia tan triste de ver una ciudad tan bella casi convertida en escombros.
Ya entonces existían en Puebla los talleres de una fábrica donde creaban esta clase de talavera muy fina fundada por don Dimas Uriarte en 1824.
“Desde los primeros años de la Colonia, cuando los artesanos españoles provenientes de Talavera de la Reina introdujeron la técnica del vidriado a los expertos alfareros del altiplano central mexicano, se describía en las crónicas de la época que la talavera tenía una suerte de voluntad propia que se expresaba en la última ‘quema’ o cocción. Los hornos se encendían y el párroco más cercano a los talleres acudía para bendecir lo que en aquel entonces se conocía como las ‘caldas’”, describe un catálogo de esa casa artesanal.
Tuvieron que pasar 200 años para que esa misma fábrica poblana, ahora conocida como Uriarte Talavera (técnica considerada como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad y el producto cultural más importante en contar con la protección de la Denominación de Origen), presentara la colección de cascos de piloto hechos de talavera, con los mismos métodos de antaño, inspirados en los cascos que usan los pilotos en la Fórmula 1, que comienza mañana en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Estos cascos serán exhibidos por primera vez en “cuatro ubicaciones estelares”. Según el taller, las diez piezas han sido diseñadas “con la técnica tradicional de talavera” por artistas mexicanos. Entre los artistas que participaron está Alejandro Magallanes, diseñador gráfico y poeta. Para presentar su casco, escribió lo siguiente: “Para qué sirven los cascos? Para proteger la cabeza de los conductores. ¿De qué? De los accidentes. ¿Qué es lo más fatal en un accidente? La muerte. ¿Y en qué se utiliza a veces la elegante cerámica de talavera? En macetas. ¿Y cómo se le llama coloquialmente a la cabeza? Choya o maceta. Así que, en lugar de explicar más, pueden ver el resultado de esta línea de ideas en la obra presentada”.
Uno de los artistas más prestigiados en México y en todo el mundo, además de ser un gran enamorado de México, que participó en esta iniciativa es nada menos que Lance Wyman, quien diseñara los logotipos del sistema del Metro y de las Olimpiadas de México 68. Él dice acerca de su casco “Flores Voladoras”: “Si los aztecas que crearon la celebración del Día de los Muertos, hubieran tenido coches de carreras de F1, los relatos de sus códices tendrían dibujos de muchas flores voladoras”.
Así como la cajita de talavera de Carlota la acompañó toda su vida, ahora podríamos decir que los cascos de talavera inspirados en la Formula 1 podrían ser un amuleto para nuestro piloto favorito, “Checo” Pérez.
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