Por si usted no lo ha notado, inmediatamente después de que los mexicanos recibiéramos los supuestos resultados de la elección sufrida el domingo pasado, muchos medios de comunicación nacionales y locales y sus analistas, empezaron en una suerte de quedar bien con el Presidente o con su candidata, supuestamente electa por millones y millones de mexicanos, a tratar de normalizar y justificar el ilógico resultado que ese día por la noche, el INE nos presentaba, por “virtud” de su Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).
En el mejor de los casos, estos comunicadores y analistas, quizá por temor a este Gobierno violento y opresor, se limitaron a decir que el resultado era extraño y que en nada correspondía a nuestra realidad política, por lo que debíamos esperar que los mismos fueran corroborados en el conteo formal; otros más, le endilgaron al electorado los aberrantes números que se habían dado a conocer, argumentando que el pueblo, al final de cuentas, había tomado la decisión y que debíamos acatarla, intentando legitimar esta elección, misma que si de algo adolece es precisamente de legitimidad.
El proceso electoral que ha concluido con la jornada comicial del pasado domingo, ha sido el más sucio, ilegitimo e ilegal de la historia moderna de nuestro país, por lo que me atrevo a decir que con un poco de escrutinio y voluntad, las instituciones que, se supone, deben velar por la legalidad de los comicios electorales, podrían sin problema alguno declarar la nulidad absoluta de los mismo y sus resultados, lo que evidentemente no sucederá.
Durante todo este proceso que recién concluye, aún en tiempo de veda y precampaña, el Presidente de la República y su partido Morena, echaron mano de todos los recursos del estado, de sus programas sociales y de sus tiempos en televisión, para hacer una campaña permanente e ilegal a favor de su candidata o para amenazar al electorado en caso de no obedecer, lo que sin duda fue un factor decisivo en los resultados de este domingo pasado, lo que en un estado de derecho, debiera ser sancionado de manera ejemplar por el INE y el TEPJF.
Aunado a lo anterior, los resultados emitidos por la autoridad electoral, en nada corresponden a lo que los votantes vivimos en las casillas, estados como Veracruz, Morelos y Ciudad de México, que esperaban con ansia el día de la jornada electoral para echar fuera a los malos gobernantes de morena, despertaron con la noticia de que ellos mismos, en masa, supuestamente y según por informes del INE, habían decidido, contra su voluntad, soportarlos otra Administración más, en una franca imposición disfrazada de elección democrática, pero manipulada desde la cibernética del INE.
De quedarse así las cosas, los mexicanos habremos perdido la última oportunidad de elegir de manera democrática a nuestros gobernantes, para empezar un viaje sin retorno a una hegemonía dictatorial y totalitaria, porque lo que sigue, es el desmantelamiento de las instituciones que se suponían autónomas INE y TEPJF, las que con estos resultados han demostrado que ya están de rodillas ante el presidente, así como el debilitamiento de las que aun pudieran significar un contrapeso para la espuria gobernante SCJN, lo que sin duda, en muy poco tiempo, vamos a lamentar.
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