Coahuila
Hace 1 año
“No es el gobernador, es la comunidad la que con sus impuestos mandaba en Coahuila”.
El visionario constructor de la primera autopista entre Saltillo y Monterrey, y del periférico de Saltillo, “cuando el presupuesto no alcanzaba”.
El gobernante Eulalio Gutiérrez Treviño era un hombre sencillo, apacible, agradable en la condición y el trato. Nunca más sucedieron en el Palacio de Gobierno las conferencias de prensa que, a diario, ofrecía este reposado Mandatario, que convivió muy de cerca con los reporteros que cubrían la fuente del Poder Ejecutivo. Nunca ocultó su trabajo, pues su Administración fue transparente. Don Eulalio, para algunos, fue un hombre de carácter, sencillo y muy humano; político de grandes logros en la historia de Coahuila. Era de una fortaleza casi granítica. Muy temprano iniciaba sus labores y se le recuerda con su famoso sombrero tejano de lado, dando vueltas en la manzana donde se localizaba su casa, por el bulevar Venustiano Carranza, acompañado de una o varias personas, principalmente colaboradores o gente que le hacía alguna solicitud, y durante el recorrido acordaba, aceptaba o no lo que se le pedía, con una determinación muy importante, sin falsas promesas, para cubrir el expediente de “buen gobernante”, de “buena onda”, que a todo mundo atiende, pero que a pocos resuelve sus asuntos. Todo lo contrario, a los falsos redentores, pues con la verdad como signo, siempre mostró voluntad y compromiso social, pero sin exagerar, sin prometer lo que no pudiera cumplir. Las necesidades sociales lo motivaban a ser defensor directo de los coahuilenses que pasaban tiempos difíciles. Tuvo muchas demostraciones de valentía y amor a su gente. Recordemos aquel trágico acontecimiento que dio la vuelta al mundo: el accidente ferroviario de Puente Moreno en la década de los años 70, donde cientos de personas perdieron la vida y miles resultaron lesionadas y otros tantos mutiladas. Don Eulalio “paró en seco” a Víctor Manuel Villaseñor, aquel nefasto director de los Ferrocarriles Nacionales de México, que buscaba encontrar responsables en la tripulación del tren, sin considerar las fallas que el armatoste presentaba, lo cual originó la gran tragedia. El entonces Gobernador de Coahuila le exigió al torvo funcionario federal que respetara el dolor de los deudos y de los propios tripulantes. A los deudos les exigía una serie de trámites difíciles de cumplir para que lograran la indemnización, y a los tripulantes los criminó como responsables del accidente, argumentando que “venían ebrios”.
Solía decir el gobernador Gutiérrez Treviño: “No es el Gobernador, es la comunidad la que con sus impuestos mandaba en Coahuila”. Otro pasaje muy difícil de borrar en la memoria de los saltillenses que lo tratamos y que fuimos testigos de ello, sin que nadie no lo contara, fue la huelga de Cinsa-Cifunsa, donde, como suele suceder, en lugar de aliarse don Eulalio Gutiérrez Treviño con los empresarios, lo hizo con los trabajadores, porque consideró que tenían la razón, y exigió al joven presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje de Saltillo, Francisco Javier Almaguer Valdés, que actuara conforme a derecho.
Don Eulalio fue el impulsor ante la Federación para que, de las participaciones del Gobierno central, el Estado destinara un 25% para los ayuntamientos. Además, logró que la Federación absorbiera los sueldos de los maestros, denominados municipales, que lógicamente pagaban las autoridades locales.
Tuvo una magnifica y visionaria idea, pues acordó con Petróleos Mexicanos y logró la aprobación del Congreso de la Unión para que los coahuilenses aportaran unos cuantos centavos por litro de gasolina, a fin de construir la doble vía entre Saltillo y Monterrey, (la actual autopista libre) que aún subsiste. Fundó 22 escuelas técnicas agropecuarias, contribuyó a lograr la autonomía de la Universidad de Coahuila y expidió el decreto que creó el Estatuto Jurídico de los Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado. Fue el constructor del actual periférico Echeverría, importante vía que sirve de desahogo para millares de automóviles que se desplazan por este circuito que, prácticamente, quedó dentro de la mancha urbana, y creó la actual penitenciaría de Saltillo, eliminando el vetusto apando de las calles de General Cepeda y Castelar.
Más sobre esta sección Más en Coahuila