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Por
Redacción
Publicado el viernes, 25 de julio del 2014 a las 14:00
Piedras Negras, Coah.- Gastón Santos, hijo del rejoneador y también actor Gastón Santos, se inició en el “Arte de Marialva” cuando terminó la preparatoria y la carrera militar de médico veterinario zootecnista en Estados Unidos.
A su regreso a la finca de la familia “La Jarrilla” en San Luis Potosí, empezó a interesarse en el mundo de los toros y en la selección de los caballos para rejoneo y doma.
De esta forma su interés se incrementó, pero más su amor al toreo de a caballo, lo que lo llevó a viajar a Portugal, donde estudió con los mejores maestros de
equitación.
Su padre, quien al principio se mostró escéptico ante la decisión de Gastón, le dio la oportunidad de que probara, “empecé a convivir con los caballos y quería calarme para saber si podía ser rejoneador”, de esta forma se inició el vivo deseo de ser el mejor rejoneador de México.
En relación a la forma en que don Gastón Santos aconseja a su hijo en su desempeño en el ruedo, el joven rejoneador dice: “No es fácil tener un padre que conoce lo que haces porque él también lo sabe hacer.
Pero ahora ya sólo me hace ver los errores que se pueden cometer”.
Y la historia
comienza
Gastón Santos recordó que fue el 15 de julio de 2001 cuando hizo su presentación en San Buenaventura, Coahuila en un cartel con José María Luévano y Jorge Mora.
Aunque al principio practicaba el toreo de a pie, fue el rejoneo lo que lo atrapó, por lo que en el 2007 lo llevó a tomar la alternativa en Campo Pequeño en Lisboa Portugal, el 19 de julio de manos de Joaquín Bastinhas, para luego presentarse en la plaza México el 20 de enero de 2008.
La cuadra y
su origen
De todos los rejoneadores que existen, Gastón Santos es el único que en su presentación torea con caballos criados en su rancho “La Jarrilla”, aunque aclara que estos caballos son de raza lusitana, todos son mexicanos.
“Es un orgullo para mí ser el único rejoneador que torea con caballos de mi hierro.
Los caballos que verán hoy son: Urbano, Tenorio, Rayito, Vladimir y Umbroso”.
Para el matador, el gusto especial que tiene en relación a su profesión es la de convivir horas y horas con los caballos.
Horas de entrenamiento que les permiten tener una relación muy cercana.
Nada que lo distraiga de su entrenamiento con sus caballos le interesa.
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