Internacional
Por Grupo Zócalo
Publicado el domingo, 22 de enero del 2023 a las 09:07
Brooklyn, N.Y.- Más allá de determinar la culpabilidad o inocencia del exsecretario, el juicio tiene el potencial de lanzar múltiples bombas sobre la corrupción en ambos lados de la frontera
El juicio que arranca este martes contra Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad mexicano, causa nerviosismo en México y Estados Unidos.
Según la defensa del acusado, el Gobierno de EU no ha presentado ninguna prueba sobre las acusaciones que le imputan a García Luna; son tres cargos por conspiración para tráfico de cocaína con el cártel de Sinaloa, por la que presuntamente recibió millones de dólares; y un cuarto cargo por asociación delictuosa con el mismo grupo. También se le acusa de mentir en su proceso para la residencia estadunidense.
Los fiscales dijeron que han logrado acumular 955 mil hojas de pruebas escritas, así como audios, videos y testimonios recogidos en México, República Dominicana, Panamá y Colombia, sin que hasta el momento alguna de estas pruebas se haya hecho pública o se haya mostrado a los abogados defensores.
Para el abogado internacionalista Jaime Ortiz, llama la atención “que hayan tardado tanto tiempo en llevarlo a juicio, ya van tres años y apenas lo van a iniciar; lo cual para mí es un indicativo de que, al menos al inicio, las pruebas que tenían no eran lo suficientemente sólidas”. Es decir, no se sostenían por sí mismas y los fiscales tuvieron que buscar más evidencia para enfrentar el juicio y necesitaban tiempo.
García Luna fue detenido el 9 de diciembre de 2019 en Dallas, Texas, cuando estaba por abordar un avión comercial que lo llevaría a Miami, Florida, donde residía. Quedó en custodia de los US Marshals y está bajo jurisdicción de la Corte Federal del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York, donde el 3 de enero de 2020 se declaró inocente, lo que abrió la puerta para un juicio.
El Departamento de Justicia considera que desde 2001 y hasta 2020, aún después de haberse retirado de la vida pública, García Luna continuó en actividades de narcotráfico. El 11 de noviembre, el juez federal que lleva el caso, Brian Cogan, rechazó una solicitud de la defensa de García Luna para que desechara las acusaciones contra su cliente, debido a que, aparentemente, los fiscales no tienen las pruebas suficientes y tampoco han querido dárselas a conocer para la defensa; alguna de las acusaciones, dicen los defensores, ya caducaron.
El pasado 9 de diciembre se cumplió el plazo acordado para que la Fiscalía de Nueva York entregara a los abogados de García Luna la lista de las pruebas documentadas y testimoniales.
Entre los testigos, se ha hablado de uno denominado “testigo cooperante”. Los fiscales presentarán a la defensa la identidad de este 24 horas antes de la primera audiencia. Un “testigo cooperante”, está protegido, es un reo útil para el Gobierno de EU, que aporta pruebas o testimonios para lograr condenar a otro delincuente de mayor envergadura. Algunos medios hablan de seis testigos cooperantes.
“ No me extrañaría que el testigo cooperante, al menos uno (…) al que se refieren y guardan con tanto celo sea el mismísimo Édgar Valdez, “La Barbie”, pero eso estará por verse”, dice el analista Jaime Ortiz. “Ya no está bajo la custodia de la Oficina Federal de Prisiones, tampoco está libre; así sucede generalmente cuando a alguien lo hacen testigo protegido”.
Quien sí parece estar en esa lista de testigos cooperantes, de acuerdo con la fiscalía, es Jesús “El Rey” Zambada, hermano del fundador del cártel de Sinaloa; su participación en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán ayudó para que fuera condenado.
“ Me atrevería a decir que si la Procuraduría estadunidense no tiene pruebas contundentes para darle la sentencia de cadena perpetua o muchos años de cárcel, lo que va a suceder es que le darán una corta, 3 o 4 años y como ya lleva 3, saldrá rápido”, dice Ortiz. “Ojalá me equivoque”.
Relación con EU
Hace cuatro años, en la misma sala, ante el mismo juez, probablemente con varios de los mismos testigos clave, un jurado condenó a Joaquín “El Chapo” Guzmán, el líder del cártel de Sinaloa que ahora cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad.
Sin embargo, el próximo juicio tiene el potencial de hacer que García Luna, de 54 años, sea notorio por derecho propio. No solo está acusado de aceptar sobornos multimillonarios de “El Chapo” y el cártel de Sinaloa; García Luna está acusado de engañar a casi todo el Gobierno de los Estados Unidos. Durante más de una década, trabajó en estrecha colaboración con la DEA, el FBI y otras agencias, supervisando el gasto de cientos de millones de dólares de los impuestos estadunidenses enviados para combatir los mismos cárteles que supuestamente permitió operar con impunidad.
García Luna mantiene su inocencia, y su defensa buscará resaltar sus profundas conexiones con el Gobierno de Estados Unidos, preguntando al jurado cómo pudo haber sido un alto funcionario que trabajó mano a mano con los gringos para capturar a algunos de los aliados más cercanos de “El Chapo”, protegiendo al cártel de Sinaloa al mismo tiempo.
Mientras tanto, los fiscales intentarán mantener el foco en el presunto doble trato de García Luna, llamando a varios exmiembros de alto rango del cártel para que testifiquen sobre la entrega de sobornos a cambio de protección y filtraciones de inteligencia.
Más allá de determinar la culpabilidad o inocencia de García Luna, el juicio tiene el potencial de lanzar múltiples bombas sobre la corrupción en ambos lados de la frontera. El caso de “El Chapo” reveló denuncias de corrupción contra el expresidente Enrique Peña Nieto y el actual, Andrés Manuel López Obrador, y ambos negaron haber actuado mal. Esta vez en México, la atención se centrará en el expresidente Felipe Calderón, quien encomendó a García Luna que se desempeñara como el principal funcionario civil encargado de hacer cumplir la ley en el país.
Bajo Calderón, la violencia en México se disparó a niveles récord cuando el Gobierno desplegó agresivamente al Ejército para librar la guerra contra los cárteles. Si bien muchos capos fueron asesinados o capturados durante la era de Calderón, el de Sinaloa permaneció sospechosamente intacto.
Algunos exfuncionarios de la DEA aún recuerdan a García Luna como un socio confiable en la guerra contra las drogas. Mike Vigil, exdirector de Operaciones Internacionales de la DEA, le dijo a VICE News que se reunió varias veces con García Luna en México a lo largo de los años y nunca vio ni escuchó nada que despertara sospechas.
“ Me llevaba muy bien con él”, dijo Vigil. “Era una persona muy amable. Realmente nunca sospechamos nada, nunca vimos ningún problema, al menos yo no, que oliera a corrupción. Hasta donde yo sé, siempre brindó apoyo a la DEA”.
Vigil recordó cómo García Luna supervisó la creación de una instalación en las afueras de la Ciudad de México llamada “El Búnker”, llena de tecnología de vigilancia y electrónica de última generación y atendida por un equipo de jóvenes agentes del Gobierno mexicano con educación universitaria. Vigil describió a García Luna como un capataz que regañaba públicamente a los empleados que no cumplían con sus estándares. Vigil también dijo que García Luna no era tan llamativo como otros altos funcionarios mexicanos encargados de hacer cumplir la ley.
“ Se vestía con modestia”, dijo Vigil. “Él no vestía trajes de Giorgio Armani. Cuando trató con nosotros, no mostró riqueza. Muchos de los comandantes, los ves con enormes anillos de diamantes, Rolex de oro, brazaletes de oro, nunca mostró nada de eso”.
García Luna provenía de una familia de clase trabajadora en la Ciudad de México y se abrió camino en las filas de las fuerzas del orden público mexicanas en la década de 1990.
Está acusado de ser un agente triple que trabajaba para la DEA, el Gobierno mexicano y el cártel de Sinaloa.
García Luna era un visitante frecuente de Washington, DC, donde se codeaba con exfuncionarios estadunidenses.
Contra las objeciones de los fiscales, la defensa de García Luna ha pedido permiso al juez de primera instancia para presentar fotos de él reuniéndose con Barack Obama y Hillary Clinton, junto con los directores de la DEA, la CIA, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, entre muchos otros.
Cuando se le preguntó cómo es posible que García Luna haya sido salvajemente corrupto mientras se llevaban a cabo todas estas reuniones, Vigil dijo que sería fácil.
“ La cuestión es que no hay un proceso de investigación”, dijo Vigil. “No investigamos a todos los funcionarios mexicanos ni, en realidad, a la mayoría de los funcionarios en países extranjeros. Si investigáramos a todos los funcionarios extranjeros con los que trabajamos, no podríamos dirigir ningún recurso contra los cárteles”.
Otro exalto funcionario de la DEA, Derek Maltz, quien dirigió la División de Operaciones Especiales de la agencia de 2005 a 2014, le dijo a VICE News que recuerda haber asistido a una conferencia internacional para funcionarios antinarcóticos y haber visto a García Luna ser tratado como una estrella de rock.
“ Caminaba como si fuera un presidente, como si fuera un gran problema”, dijo Maltz. “Estuvo involucrado en el desarrollo de nuevas estrategias y enfoques para perseguir a los malos”.
Maltz señaló que mientras García Luna estaba a cargo de la seguridad, el Gobierno mexicano permitió que la DEA persiguiera agresivamente a muchos líderes de cárteles, lo que llevó a la captura y extradición de algunos de los mismos sospechosos que ahora se espera que sean llamados como testigos en el juicio, incluido Jesús Reynaldo Zambada, detenido en 2008.
“ La oficina de la DEA en México durante ese periodo de tiempo, se balanceaba y rodaba”, dijo Maltz. “Estaban haciendo buenos casos. Estaban interrumpiendo el negocio. Estaban extraditando a miembros del cártel. Estaban haciendo cosas”.
Al mismo tiempo, dijo Maltz, se difundían rumores sobre la supuesta corrupción de García Luna: “Siempre existió la sospecha de que estaba involucrado con los traficantes”.
Pero incluso con la nube sobre la cabeza de García Luna, dijo Maltz, la DEA no tuvo más remedio que seguir trabajando con él durante la era de Calderón. Sin la ayuda de García Luna en ese momento, dijo, hubiera sido imposible que la DEA operara en México.
“ Siempre hay un equilibrio”, dijo Maltz. “Obviamente tenemos que trabajar con ellos, pero tenemos que tener cuidado”.
Un exagente de la ley estadounidense que trabajó en México durante la era de García Luna describió la corrupción como un secreto a voces. El exagente, que pidió el anonimato porque todavía están involucrados en el trabajo de seguridad en México, dijo que la DEA y otras agencias “sabían al 100%” que García Luna estaba jugando en ambos lados, pero optó por hacer la vista gorda.
“ La DEA y la embajada lo amaban”, dijo el exagente. “Le besaron el trasero y le dieron toda nuestra información, que vendió a la OBL (Organización Beltrán-Leyva, una facción del cártel de Sinaloa)”.
Otro exalto funcionario de las fuerzas del orden de EU en México, que solicitó el anonimato porque aún trabajan en la región, dijo que si bien las fuerzas de seguridad mexicanas hicieron la guerra a ciertos cárteles bajo el mando de García Luna, nunca hubo ningún esfuerzo por erradicar la corrupción. La DEA, dijo, estaba esencialmente atrapada trabajando con García Luna porque él estaba a cargo en ese momento.
“ Lo único que podía hacer el Gobierno de México era demostrar que estaba luchando contra los cárteles”, dijo el exfuncionario. “La policía y el Ejército corruptos controlaron las capacidades de interceptación y recopilación de inteligencia”.〞
Después de que Calderón dejó el cargo en 2012, García Luna se fue de México a Miami, donde se asoció con destacados empresarios internacionales para formar varias empresas de consultoría de seguridad, que obtuvieron lucrativos contratos con el Gobierno mexicano. Los fiscales lo acusaron de mentir en sus documentos de inmigración y alegan que “utilizó empresas ficticias y testaferros para ocultar activos”, incluida una costosa casa frente al mar, un yate y otros adornos de lujo.
En documentos judiciales, el equipo de defensa de García Luna ha sostenido que su negocio en Florida era legítimo y ha escrito que los fiscales tienen “cero pruebas” de que sus “supuestas demostraciones de riqueza y lujo entre 2013 y 2019 estuvieran vinculadas de alguna manera a sobornos”.
Pero el Gobierno de México también alegó irregularidades, presentando una demanda civil en septiembre de 2021 acusando al exfuncionario de robar 250 millones de pesos “a través de un complicado esquema de contratación gubernamental ilegal” y lavar el dinero a través de bancos extraterritoriales.
Si bien García Luna no ha sido acusado de lavado de dinero, los fiscales le han pedido permiso al juez para mostrarle al jurado evidencia de sus tratos comerciales y estilo de vida lujoso como prueba de que “nunca le dio la espalda al cártel de Sinaloa ni a sus compañeros funcionarios corruptos del Gobierno que trabajaba para el cártel”.
Siete mujeres y cinco hombres definirán el futuro de Genaro García Luna, y a partir del lunes serán los alegatos iniciales, “fase emocionante” porque abogados de la Fiscalía y la defensa tendrán la primera oportunidad para convencer al jurado, para dar paso al inicio del juicio el martes.
Una carrera laureada
García Luna inició su carrera política y de seguridad en 1989 cuando se dio de alta en el ya inexistente Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional, conocido como el Cisen; tenía apenas 21 años; 10 años después ingresó a la extinta Policía Federal Preventiva; inició como coordinador General de Inteligencia para la prevención sobre Delitos Federales. Más de un año después, en el Gobierno del expresidente Vicente Fox Quesada, se integró a la Agencia Federal de Investigación como coordinador general, dependencia donde se desempeñó hasta 2006, al término del sexenio foxista.
No tardó en reincorporarse al Gobierno federal mexicano, en la misma área de seguridad nacional, al ser nombrado secretario de Seguridad Pública en 2006, durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón, dejando el cargo al término del mismo en 2012; año que marca su retiro de la vida pública y se va a vivir a Miami. Desde entonces y hasta antes de su detención asegura que se dedicó a dar consultorías sobre seguridad, ciberseguridad y sistemas de investigación.
Por su trayectoria, entre la década de los 90 y hasta 2012, recibió importantes reconocimientos de diversos gobiernos y organizaciones; incluidos la DEA, el FBI, Naciones Unidas e Interpol, además de Colombia, Ecuador y España, entre otros gobiernos.
Con información de El Universal y Agencias
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