“Que el partido o algún intelectual tienen el derecho de decidir cuál alegría es legítima y cuál no.
Entonces, el fútbol era una alegría ilegítima, porque desviaba al pueblo de sus destinos revolucionarios. Una estupidez total, y los hechos demostraron que no tenía nada que ver con nada”. E. Galeano

¿Se puede a partir del fútbol, hacer análisis social? Por lo general, se utilizan otras herramientas metodológicas. Sin embargo, hay momentos en que un fenómeno tan colectivo, obliga. Esta semana, España ha ganado su cuarta Eurocopa con jugadores como Lamine Yamal, descendiente de inmigrantes africanos, y aquí viene el conflicto con la admiración de hinchas, en contraste con el desprecio hacia las personas migrantes y sus entornos sociales. Días antes el jugador Kylian Mbappé, destacó al hacer un llamado público donde convocaba a alejarse de las posiciones radicales en su natal Francia. Una figura deportiva, dando a conocer de manera explícita sus opiniones políticas, la copa europea de nuevo nos regala otro ejemplo; esta vez desafortunado, cuándo Dani Carvajal se niega a saludar al Presidente del Gobierno español, quien felicito a los jugadores a su llegada. Digo desafortunada ya que fue sólo un gesto maleducado, si se hubiese querido tomar posición, habría que recordar a Antonio Calpe que desde su dignidad republicana se negó a visitar a Franco tras ganar la Eurocopa y lo declaró con todo el valor y la claridad en medio de la dictadura.
También esta semana Argentina ganó la Copa América y en transmisión en directo los jugadores festejaron con un coro racista por del origen de los jugadores de la selección francesa particularmente otra vez, Mbappé. La Federación francesa de fútbol presentó una denuncia ante la FIFA a la cual responde de manera mediática Milei como una estrategia para obtener popularidad ante el fracaso de sus políticas de golpe.

El fútbol es un modelo no porque la composición de las selecciones europeas se parezcan cada vez más a los países diversos, quiera decir que haya un reconocimiento a sus derechos, ni tampoco que la derrota del fascismo contra el cual se pronunciaba Mbappé significa el triunfo del socialismo en Francia. El neoliberalismo con una pátina de social democracia europea está en crisis y la ultra derecha acecha detrás de los coros de las barras y los gritos de la hinchada en espera de su fracaso, y así, impedir el juego bonito de la diversidad que ya se visibiliza en la cancha.