Coahuila
Hace 17 horas
Este premio se lo dedico a mis hijas y a mis padres por ser mi ejemplo de ayuda a los demás
Estimados lectores y lectoras:
Siempre he sido una mujer muy inquieta, alegre, activa, intuitiva, empática, trabajadora, responsable, resiliente, carácter fuerte, noble, entusiasta, positiva, altamente sensible, comprensiva, me gusta ayudar a las personas en general, y sobre todo a las personas más vulnerables, inyectar ánimo, motivar, dando ejemplo de todo lo mencionado.
Por supuesto que he tenido épocas muy hermosas, de abundancia en salud, económica, amor y también todo lo contrario, falta de salud, tristeza, problemas de todo tipo, sin embargo, siempre con el don de la fortaleza que se me ha dado por medio del Espíritu Santo, así es, esta fuerza divina que siento como un fuego que me quema por dentro pero siento una alegría indescriptible, una energía inexplicable, sin embargo, como ser terrenal que soy, después de años llega el cansancio y las enfermedades, que me han orillado a tomar decisiones muy difíciles, que implica muchas cuestiones, nada fáciles, sin embargo, seguimos adelante, con la fe puesta en el Todopoderoso. Confiada en que las cosas no son para siempre, ni buenas, ni malas, ni tampoco humano que aguante por siempre, hablando de las situaciones negativas.
Desde niña fui una persona altamente sensible, eso quiere decir que, así como la tristeza la sentía mucho más, cuando alguien moría, yo era una magdalena, sentía como mío ese dolor, aunque no lo conociera, pero si era familiar de alguien querido, me podía mucho. Cuando veía películas donde alguien sufría, o estaba triste, no podía dejar de llorar, si alguien me hablaba fuerte, o me gritaba, era como si me rompiera como un cristal, después de estudiar y estudiar, supe que lo que me pasaba, era que soy una persona altamente sensible, lloraba si estaba contenta, si estaba triste o asustada, si me ofendían, también por estar muy emocionada y feliz lloraba, mis amigas me decían, ay qué pena que llores en el cine porque se murió el niño de la película, no podía no llorar cuando sentía emociones de todo tipo. Les estoy hablando de mi infancia hasta los 25 años aproximadamente. Antes no comprendía por qué me afectaba tanto todo. Si mi papá me llamaba la atención porque tiraba la jarra de limonada en la mesa a la hora de la comida, cuando niña, uff, sentía que me rompía de tristeza, y me levantaba de la mesa y me iba a mi cuarto llorando, después iba mi papá y/o mi mamá y me decían ya vente a comer, me daban un beso. Realmente pobres de mis padres, tampoco entendían cómo lidiar con una hija altamente sensible y no saberlo. El solo hecho de decirme que tuviera cuidado de no derramar el agua, que por cierto recuerdo era algo seguido, la verdad no sé porque, sería porque estaba pesada la jarra y yo era super delgadita y sin fuerzas. En fin, lo que quiero dejar claro que mi forma de ser desde muy chica, fue enfocada a ayudar, ahora sé que es un don, otra cosa que viví, era que cuando en el colegio llegaban compañeras nuevas y las veía solitas, yo sentía feo, y me iba con ellas a presentarme y las acompañaba en el recreo. Pensaba, qué feo se sentirá llegar a un lugar donde no conoces a nadie y no eres muy extrovertida, o se te dificulta abrirte y hacer amigos, sería difícil empezar solas. En el kínder, mi maestra un día me dijo, dile a tu mamá que venga a hablar conmigo, y yo recuerdo que le dije, ¿por qué? Y ella contestó que porque yo era una niña muy paticolona (jajaja así le dije yo a mi mamá) y ella no comprendió. Y al hablar con la maestra, le dijo: “Maestra, no le entendí a mi hija, qué sucede, que es eso que es paticolona, y dice la maestra: que su hija es muy platicadora (jajaja era tan chiquita aún que no podía pronunciar esa palabra). Siempre fui demasiado sociable, hacía muchos amigos y amigas, mi mamá siempre me andaba buscando con las vecinas, pues siempre me salía a jugar, me encantaba jugar con mis amiguitas, que hasta la fecha quiero muchísimo. Tengo la bendición que una de ella me haya acompañado en este día tan significativo de la entrega de este premio, Sandra Gaytán, vecina y hermana del alma. Sandra ha sido testigo de todo lo que aquí he descrito, ya que nos conocemos desde que yo tenía 5 años y ella 10. En esa época me juntaba más con su hermana, por las edades más cercanas, Adriana me lleva como 3 años. Y después la vida nos hizo inseparables, a pesar de que yo al casarme me fui a San Luis Potosí, aún así, la amistad creció aún más. También fueron a la premiación mi familia querida, mis padres, dos de mis hermanos, Sergio y su esposa Thelma, mi hermana Elba, amigos queridos, Edwin, Martín, Gaby de Valle, Érika y Maribel, amigas que hemos trabajando juntas y que la amistad fue creciendo a pesar de que cada uno siguió con rumbos diferentes, seguimos con ese bello regalo que es la amistad, estando en las buenas y en las malas, en las tristezas y alegrías. También estuvo Gaby Zárate, mi querida María, así le digo desde que nos conocimos en un bello viaje a Veracruz, donde nos empezamos a decir Marías, ya que todas en una foto salíamos con un reboso, y así empezamos a decirnos y ya paso más de una década por lo menos. Anabel López que nos conocimos desde el colegio y volvimos a coincidir en varias épocas, a veces la vida nos lleva y nos trae a las amigas de vuelta.
Todo esto les comento porque esta forma de ser mía, hace que seamos tan empáticas con las personas que están en situaciones tan vulnerables.
Erikita, mi amiga, vive ahora en Monterrey, pero es de Monclova, y antes vivía aquí en Saltillo, y fue la que me propuso junto con Marcela Lomelí que agradezco ahora por su sororidad y cariño de tantos años. Así como las que me recomendaron como una activista social, fueron las abogadas y amigas queridas, Rosalinda Garza y Sara Jiménez, la vida nos puso en el camino desde hace muchos años por circunstancias adversas y diversas también, así como Marisol Cárdenas. Muy agradecidas por el apoyo y las porras, porque de inmediato me mandaron las cartas de recomendación, de por qué me postulaban. Leerlas fue de soltar la lágrima, gracias, yo también las quiero mucho y les agradezco su solidaridad y repito el gran cariño. Aunque hasta la fecha no sé quiénes fueron los jueces, vaya mi agradecimiento por haber votado por mi trayectoria de vida. Por ahí no se sí en esta misma edición, venga una entrevista sobre este significativo premio que me otorgaron, podrán leer más de mi vida profesional. Pues aquí sólo les cuento una parte de mi infancia y adolescencia, pero en la entrevista, aquí mismo en la revista Elite, contaré más de mi trayectoria altruista, trabajo, que me valió ahora recibir este bello reconocimiento con el premio, como me han dicho: bien merecido quienes conocen mi labor y trabajo desde siempre, y que se han ido enterando poco a poco. Con mucha alegría, humildad y amor les digo que, infinitas gracias a todos y todas las bellas personas involucradas en este reconocimiento. De verdad uno hace las acciones por amor, sin esperar que algún día senos reconozca. ¡Así que mil gracias! Y a mi Dios, todo por Él y para Él.
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