Arte
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Grupo Zócalo
Publicado el jueves, 17 de abril del 2025 a las 19:04
Ciudad de México.- Hablar de Frida Kahlo es evocar mucho más que sus autorretratos, su dolor físico o su vínculo con Diego Rivera. Frida es símbolo de lucha, de autenticidad y de una identidad que rompió moldes en lo político, lo sexual y lo artístico. A lo largo de su vida, Frida mantuvo relaciones afectivas y eróticas con diversos hombres y mujeres, pero entre todas ellas, destaca su vínculo con Chavela Vargas, una mujer que también desafió las normas y los prejuicios de su época.
Chavela, doce años menor que Frida, era una cantante nacida en Costa Rica y nacionalizada mexicana que revolucionó la forma de interpretar la música ranchera. Fuerte, libre y transgresora, se negó a vestir vestidos, bebía tequila en tarros y cantaba al amor entre mujeres, cuando eso era considerado un escándalo.
Ambas se conocieron en una fiesta en la Casa Azul, hogar de Frida y Diego, a la que Chavela asistió invitada por un amigo pintor. Años después, ella misma narró el momento con emoción: “Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos. Pensé que no era un ser de este mundo… sus cejas eran una golondrina en pleno vuelo”.
La atracción fue inmediata. La intensidad con la que Chavela describió ese momento muestra cómo Frida despertó en ella una mezcla de admiración y deseo. Frida, por su parte, también se sintió fuertemente atraída por Chavela. En una carta dirigida al poeta Carlos Pellicer, dejó testimonio de ese encuentro: “Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana… se me antojó eróticamente”.
El romance floreció entre canciones, mañanas compartidas y palabras íntimas. Chavela llegó a mudarse a la casa de Frida, donde, según sus propias palabras, vivió momentos que marcaron su existencia. “Me enseñó muchas cosas… agarré el cielo con las manos“, recordó años más tarde.
Pero como todo amor intenso, el final fue doloroso. Chavela, sintiéndose incapaz de competir con el lugar que Diego Rivera ocupaba en la vida de Frida, decidió marcharse. La despedida fue dura. “Mis palabras posiblemente la hirieron… Frida me dijo: ‘No te puedo atar a mis muletas ni a mi cama. Vete‘”. Y así lo hizo. Abrió la puerta y no volvió.
El vínculo entre Frida y Chavela ha sido reconstruido con el tiempo, gracias a entrevistas, cartas, documentales y testimonios. Su historia ha sido reconocida como una expresión de amor libre, fuera de convencionalismos, y también como una parte valiosa del legado cultural mexicano que no siempre se visibiliza.
Más allá del arte, Frida y Chavela compartieron una forma de ver la vida: sin máscaras, con coraje y con una profunda fidelidad a sí mismas. Dos mujeres que, cada una desde su trinchera, rompieron esquemas, desafiaron prejuicios y dejaron un legado imborrable.
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