Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Cárteles usan a pobladores de Chiapas como carne de cañón durante enfrenamientos con el ejército Mexicanas se colocan terceras en clasificatoria de tiro con arco en París 2024; ‘viene lo bueno’ París se blinda para la inauguración más especial de Juegos Olímpicos Hombres armados secuestran a maestro en Reynosa frente a una niña Despega con Chuchuy / 25 de julio de 2024

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Coahuila

¡Feliz aniversario!

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 4 horas

Saltillo, tu nombre procede del agua

Cuando españoles y portugueses llegaron al barrio cuna, el Ojo de Agua, al sur de la ciudad, encontraron entre la maleza, formada por huizaches, berros, tejocotes y jarillas en la ondulada meseta, un límpido venero que por los siglos de los siglos sigue fluyendo inacabable, y uno de ellos exclamó: ¡Se nos hizo el Saltillo!, pues el agua caía formando una pequeña cascada hacia el arroyo de “La Tórtola”, que nace precisamente en ese punto y que serpenteaba al Saltillo de la antigua traza, y la palabra perdura desde entonces para oficialmente denominar a la capital coahuilense.

Tras el extenuante viaje por el desierto zacatecano, es fácil imaginar las ansias con que los soldados de Alberto Do Canto y de Urdiñola bebieron el líquido del Ojo de Agua y dieron de tomar a los caballos, luego de errar entre palmas, lechuguillas, cactus y gobernadora, y de sufrir del fiero sol del desierto, cansados, con los labios partidos y de andar con la mirada fija en busca del agua, cubiertos por el sudor y el polvo.

A Do Canto y Urdiñola, a los colonizadores en general, fue notorio el júbilo y el bienestar que les produjo el Ojo de Agua y les empujó a levantar, junto a la corriente que bajaba libremente por la ladera del primer cerro del barrio cuna, sus improvisados hogares.

El obispo De la Mota y Escobar, en sus memorias escritas durante su permanencia en estas tierras, dice que hubo una conversión en aquellos hombres de armas, luego de su bautizo católico en el pequeño salto de agua.

Saltillo es la ciudad más antigua en el noreste del país, pues fue establecida en 1577 por un grupo de españoles y portugueses, encabezados por Alberto do Canto y Diaz Vieira Canto, quien con su gente fijan límites y jurisdicciones. Recorrían y exploraban la región que con el tiempo llegaría a ser el más extenso de los reinos en la Nueva España. Asentados en un territorio donde imperaba un clima extremoso, difícil para habitar y donde en los paisajes arbolados, también arbustillos y  cactáceas propios de la zona, donde las tribus indígenas se apostaron al principio de la creación como dueños de un extenso territorio.

La prehistórica cuenca rodeada de montañas azules se abarcaba con la vista desde la Sierra Madre, que gallarda se levanta hacia el oriente del Saltillo. En una de sus partes se asentaba la furiosa tribu de los coachichiles, comandada por el jefe Zapalinamé, indómito guerrero descendiente de los primeros pobladores del valle y dueño del territorio en su totalidad. Fue Zapalinamé, que con sus tropas de a pie, armados con lanzas, arcos y flechas, encabezó la primera rebelión contra españoles y portugueses, al mando de Francisco de Urdiñola y Alberto Do Canto.

Los aborígenes eran dueños absolutos de las montañas y las suaves tierras que rodeaban a éstas, donde abundaba la vegetación natural y el agua. Zapalinamé y su tribu sostuvieron encarnizadas batallas con los europeos intrusos, que al principio se asentaron en las cercanías del Ojo de Agua Mayor al sur de la ciudad, donde ahora se ubica el barrio, cuna de la capital coahuilense. Zapalinamé y su gente no estaban conformes con el destrozo que los conquistadores causaban al bosque, pues comenzaron la construcción de la ciudad y lógico era suponer que necesitarían talar árboles para utilizar la madera en ello, así como para la elaboración de los alimentos.

Los dominios de la tribu coachichil se extendían desde donde ahora se conoce como Huachichil, en el municipio de Arteaga, Coahuila, hasta el Cerro del Pueblo. Cuando la tribu baja serpenteando el Camino del Cuatro, que todavía subsiste, los primeros pobladores del valle prácticamente eludían a los indios que eran dueños de una ferocidad salvaje.

La acequia grande ahora convertida en la calle de Allende, alimentada por el Ojo de Agua principal, se transformaría años después, en 1591, en línea divisoria entre el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala y la villa española de Santiago del Saltillo, la aborigen al poniente y la de los íberos y portugueses al oriente.

 

Más sobre esta sección Más en Coahuila

Hace 4 horas

Recupera el título

Hace 4 horas

Prohíben las fiestas

Hace 4 horas

Cuatro. Cuatro. Siete. Saltillo