Este 27 de octubre se cumplen 74 años de que, en forma consecutiva, se celebra como única plaza en el país, en Saltillo, el Día del Locutor. Antaño eran solo varones los que se desempeñaban en esta profesión del entretenimiento y la información. Ahora el cuadrante esta plagado de voces femeninas, que le vienen a dar el toque de candidez al espectáculo que significa para muchos la radio local.
Las voces vuelan en varios sentidos en el ambiente a través de las siglas con que esta clasificado este medio de comunicación, para evitar que “se empalmen” las radioemisoras, lo cual sería destrozo para el radioescucha.
Y las hay para todos los gustos, así como locutoras y locutores que son favoritos del auditorio, donde aun no hemos caído en la vulgaridad, como en otras ciudades de México donde el lenguaje se ha distorsionado, pero muchas de las veces son los propios oyentes los que colaboran para que el anunciador “se luzca” con una sarta de leperadas, (groserías) que no están autorizadas por la Ley Federal de Radio y Televisión, que actualmente es letra muerta.
Antes, decir una mala palabra o interactuar con el público soezmente (bajo, grosero, indigno, vil), era motivo para sancionar económicamente al locutor y cancelarle la licencia o concesión para usar un micrófono otorgada por la Secretaría de Educación Pública.
Ahora ni examen de admisión presentan los aspirantes. Antes era difícil y tedioso, donde imperaba sobre todo el buen decir de las palabras y el anunciador debería poseer una cultura general recomendable. Los juradores eran reconocidos literatos y hombres dedicados a la comunicación.
La celebración del Día del Locutor en Saltillo nació de la idea de un gran anunciador, Alfonso Flores Aguirre, quien además de cautivar con su educada voz, poseía el donde la organización y paralelamente a este evento surgió la primera Asociación de Locutores de Saltillo, bajo la presidencia del propio señor Flores Aguirre.
Poseo en mi archivo una fotografía del 27 de octubre de 1950, donde aparece don Alfonso, tomando la protesta a los integrantes de la directiva de la Asociación: Jorge Ruiz Schubert, Leopoldo Pérez Malagamba, Rodolfo Horta Rodríguez, Antonio Escobedo Casas, Mario E. Garibay Ortiz, entre otros que escapan a mi memoria.
El Día del Locutor era una fiesta en cada una de las radiodifusoras existentes, pues se suspendían los programas regulares y dejaban el micrófono abierto a los anunciadores que invitaban a artistas locales y con la autorización de los dueños pasaban publicidad que ellos conseguían, cuyas ganancias quedaban en sus bolsillos como una compensación y reconocimiento a su labor por parte de la empresa y el público.
Luego se reunían todos en una gran celebración que iniciaba con una misa en catedral, una ceremonia en algún salón y concluía con un baile en la Sociedad Mutualista y Recreativa Manuel Acuña, con una de las mejores orquestas de la Ciudad de México, alternando con una local con acceso al público en general. Ahora la fecha no tiene mayor trascendencia. Cada estación de radio hace mención del día y se felicitan mutuamente los locutores y nada más. No existe una asociación, (si un sindicato). Pocas empresas realizan un convivio para sus locutoras y locutores.
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