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Explora Bazterrica los ímites de la crueldad; camina entre Las indignas

  Por Grupo Zócalo

Publicado el jueves, 3 de octubre del 2024 a las 04:26


Presenta hoy la argentina su más reciente novela en la Feria del Libro de Monterrey 2024

Saltillo, Coah.- En la Casa de la Hermandad Sagrada se refugia una secta de mujeres porque ya no hay a dónde más ir. Después de las “guerras del agua”, la tierra quedó desolada.

Esas mujeres viven sometidas al culto de un patriarca desconocido y tenebroso. Una espesa neblina flota sobre todo y el tacto de las mariposas quema la piel. 

Ese es el mundo que describe la escritora argentina Agustina Bazterrica en su más reciente novela, Las indignas (Alfaguara, 2023), a través de las notas de una feligresa anónima que habita los oscuros pasillos de la Hermandad.

Allí, las indignas, las Santas Menores y Las lluminadas conforman una rígida jerarquía que encabeza la Hermana Mayor, solo superada por el misterioso Él. Bajo esta estructura, las faltas al código se saldan con latigazos; y la tortura, en sus distintas expresiones, es el método predilecto de enseñanza.

Así, estas mujeres llevan a cabo una doble lucha para sobrevivir. Una contra el sistema que las oprime, y otra batalla entre ellas, en la que la envidia y el odio son un germen que vive en las paredes de sus celdas y las enferma.

Eso es lo que yo todo el tiempo vivía. Fui al colegio de monjas alemanas, acá en Buenos Aires”, comentó Bazterrica en entrevista con Zócalo. “Por supuesto”, continúa, “no había para nada sororidad”.

A lo largo de la obra, en la Hermandad repiten el rezo “Sin fe no hay amparo”, el pegamento de su idiosincrasia. La protagonista, a pesar de repetir la frase donde y cuando se requiere para sobrevivir, guarda, al igual que Bazterrica, una segunda fe secreta.

En el colegio de monjas “estaba la frase permanente de amar a tu prójimo como a ti mismo, pero en el día a día no había amor, empatía ni sororidad”, dijo la autora.

Si bien yo no creo en las religiones, si creo en el mensaje de los líderes y lideresas de todas las religiones, que la base es el amor. Jesús habla de amor, Buda habla de amor. Esa es la base para mi”.

 

Distopías reales

Bazterrica escribe, al igual que la protagonista de Las indignas, “con el color índigo de las bayas venenosas”. 

Los personajes de sus obras viven en mundos desolados y ásperos, donde la paz, la decencia y la empatía son cosas del pasado. 

En Cadaver Exquisito (Alfaguara, 2020), el canibalismo se convierte en la norma cuando un virus vuelve imposible el consumo de la carne animal. La sociedad se polariza entonces entre los que comen y los que son comidos.

Las mujeres de Las indignas viven en las ruinas de un convento abandonado, rodeadas de cucarachas, grillos y un bosque muerto. Habitan un paisaje arrasado por el cambio climático y los conflictos que ello implicó. Es un escenario que cada día suena menos como fantasía y más como una realidad que está pronta a llegar.

A mi me interesa tomar eso que ya está latente y llevarlo al extremo. Hay lugares donde se están viviendo distopías”, comentó la autora y apuntó que sus mundos distan poco de lo que se ve en algunos países en la actualidad. 

Hay países donde se vive prácticamente en la Edad Media. Mira lo que pasó con las mujeres afganas, que no las dejan hablar en público. Eso es bastante medieval, que tengas que ir completamente tapada y no puedas hablar en la calle”, dijo la autora. 

“Es una locura y sin embargo está sucediendo”.

 

Tipos de Lucias

Sin embargo, es en esos escenarios que Bazterrica forma personajes que aún aman y recuerdan, aún cuando todo lo que los rodea es escombro gris. 

Pase lo que pase habrá algo de la esencia del ser que va a seguir estando, que es la supervivencia y como somos animales necesitamos vivir en comunidad”.

En el gris panorama de Las indignas aparece Lucía, una mujer que llega para recordar a la protagonista que aún existe la amistad, la confianza y el amor en ese mundo desolado.

En nuestro mundo, “hay muchas Lucias”, declaró Bazterrica.

La esperanza que representa Lucia brilla como un faro para la narradora, quien, tras pertenecer a la Hermandad, apenas recuerda su vida pasada y a su madre, quien le solía contar historias del mundo como era antes. La autora asegura que, ahora mismo, mientras el mundo muestra cada vez más fracturas, aún hay esperanza entre las ruinas.

Hay Lucias reales: mujeres que ayudan a otras mujeres y Lucias simbólicas: la esperanza dentro de la opresión del patriarcado o la esperanza de una mujer para estudiar una carrera o conseguir un trabajo”, concluyó.

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