En la residencia de los potentados romanos no faltaba un salón hasta cuyo nombre resulta repulsivo: vomitorio. En ese lugar, los aristócratas romanos acudían a devolver el estómago, provocándose el vómito a fin de poder seguir disfrutando el banquete. La versión moderna de ese sitio son, muchas veces, las redes sociales.
Facebook, Twitter y demás plataformas de las redes sirven actualmente como vomitorios de numerosas personas, algunas de ellas, en ocasiones la mayoría, escudadas en el anonimato. Allí vomitan rencores, aborrecimientos, envidias, difamaciones y toda clase de productos repugnantes de sus mentes retorcidas. Naturalmente, la revoltura de tales inmundicias revuelve el estómago de quienes no son adictos a la contemplación de porquerías.
Debido al maniqueísmo alentado en los discursos políticos, la división de las facciones se ha convertido en odio. Quienes no piensan o no están de acuerdo con el Presidente y lo externan en alguna forma, son conscientes de que recibirán un baño de lodo, acusaciones e injurias de parte de los adictos al lopezobradorismo.
Por desgracia, la ferocidad de los denominados “chairos” es contagiosa, y ahora algunos que no consideran correctas las políticas y acciones de la 4T, caen en los mismos excesos. La prueba más reciente ha sido la campaña de burlas y memes enderezada contra la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, a propósito del vestido que llevaba la noche de la ceremonia del Grito de la Independencia.
Decenas de usuarios de las redes compararon el atuendo de la señora Gutiérrez Müller –crema en el torso que va subiendo de color hacia la falda hasta volverse casi café– con un flan o un chocoflán, apodo malintencionado aplicado a su hijo, quien se tiñó de rubio el cabello.
Un chef de nombre Daniel Ovadia Chertorivsky gozó de una popularidad efímera con un tuit, el cual encabezó con la frase: “Señora Beatriz. Perdón, pero se puso de a pechito!”, dedicando el resto de su texto al atuendo de la doctora Gutiérrez Müller. ¡Y luego nos quejamos de que el Presidente intenta distraernos de asuntos importantes con frivolidades!
Los defensores de AMLO respondieron al chef, recordando que hace años, quizá gracias a influencias familiares, obtuvo una beca del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. La reacción a la evidente estupidez de Daniel Ovadia me recordó un libro de Renato Leduc donde cuenta cómo su padre, que era periodista, fue a dar a la cárcel por publicar una crítica al sombrero utilizado por Carmelita Rubio, esposa de don Porfirio Díaz.
Con más de 70 mil muertos por la pandemia, la economía hecha pedazos, las amenazas de Trump y el crimen desbocado, nos andamos peleando por si el color o el corte del vestido de una señora nos gustan o nos disgustan. Más seriedad, por favor.
Generalizaciones
Debido a la pésima costumbre del Presidente de generalizar cuando trata de acusar a sus supuestos enemigos, al responder a los 650 firmantes del desplegado “Esto tiene que parar”, lanzó acusaciones de conservadurismo y de tratos indebidos con pasados gobiernos contra numerosos intelectuales, historiadores y escritores, a los que debe respeto. Espigando en la larguísima lista, me saltan los nombres de Jean Meyer, Adolfo Castañón y Vicente Quirarte, por citar solo a tres. Un exceso inadmisible y una falta de reconocimiento a hombres que han hecho tanto por México. No se vale, señor Presidente. No se vale.
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