“Cada quién crece según su propio tiempo y eso está bien”
Confucio dijo una vez que “No importa la lentitud con la que avances, siempre y cuando no te detengas”. Y es que, en general, crecemos generando y estableciendo contratos personales sobre lo que tenemos que ser, hacer o tener. Como individuos pertenecientes a una comunidad, aprendemos las verdades socialmente relacionadas con el “deber ser” y establecemos tiempos concretos sobre lo que consideramos plenitud, éxito o realización personal. Nos anteponemos un tiempo… “Tengo que lograr esto para este tiempo…”, tengo que ser, tengo que hacer, tengo… Y me parece excelente el planteamiento de objetivos reales para impulsar nuestros sueños, para desarrollar nuestros dones y talentos, para crecer… pero… ¿Cuántos de esos objetivos están basados en un deseo del alma, intrínseco o del propio querer? ¿Cuántos de esos objetivos que hemos ido cumpliendo… han sido porque lo he querido o los he cumplido porque debo de hacerlo?
Se nos marca un camino. Naces, eres niño, estudias, creces, trabajas, encuentras pareja, etcétera. Cada uno toma decisiones acorde a la propia escala familiar, escolar, social y religiosa en la que se es educado. Pero… ¿Qué sucede cuando se llega una crisis personal porque uno se siente invalidado por los propios objetivos o expectativas incumplidas? ¿Qué sucede cuando nos sentimos atrás, suficientes o fracasados por no cumplir los estándares que se nos marcan?
Hace poco me encontré con un video de Farid Dieck y el mensaje que transmitía sobre el tiempo me pareció muy cierto y quisiera compartírselos…
“Alguien se graduó a los 22 y consiguió trabajo a los 27; alguien se graduó a los 27 y ya tenía trabajo. Hay alguien que está todavía soltero y tiene un hijo. Unos casados tuvieron que esperar 10 años para ser padres. Hay quienes tienen pareja y aman a otra, hay quienes se aman y no son nada, y algunos están buscando a quién amar. Todo funciona según nuestro reloj; las personas sólo pueden vivir a su propio ritmo. Puede parecer que tus amigos estén adelante o que estén más atrás, pero ellos están en su momento y tú en el tuyo. Vive con paciencia, se fuerte y cree en ti mismo. No estás tarde, no estás temprano. Estás a tu tiempo.”
A veces nos enfocamos en avanzar en el camino propio observando el camino de los demás. Olvidamos que cada persona tiene sus propios tiempos. Queremos ir a otro ritmo, o queremos que otros vayan a nuestro ritmo.
Olvidamos que los tiempos son distintos para cada uno. Que cada quien va dando sus pasos, atravesando sus propias tormentas, sus propios caminos, sus propias batallas. Que cada quien construye un camino distinto, único e incomparable.
Coincido con Steven Furtick que la razón por la que luchamos con la inseguridad personal, es porque comparamos nuestra vida privada con el lado notable de los demás. El compararse sólo alimenta la culpa y el ego de lo “pendiente, los hubieras, los no soy suficiente”.
¿Qué pasaría si en vez de comparar el camino comenzáramos por admirarlo? Comencemos por celebrar esas luchas logradas, esos logros cumplidos, esas batallas avanzadas, ese ser que somos hoy.
“La línea de la vida” es una técnica terapéutica maravillosa para el autoconocimiento. Este ejercicio te permite comprender mejor tus vivencias y analizar tu historia, conociendo y gestionando detenidamente las emociones y vivencias anteriores. Este se realiza de forma muy sencilla. Se coge una hoja y se traza una línea… la cual representa tu trayectoria vital. Se te pide que anotes tus sucesos y eventos más significativos desde tu nacimiento, tanto los positivos como los negativos, y se le pone la edad o fecha en la que se vivió. Este ejercicio sirve para mirar ese camino transitado, integrarlo, y llenarte de fuerza ante lo que personalmente se quiere vivir, ser, hacer y tener. Este ejercicio sirve para detenerte, para analizar cómo ha sido tu camino y ver todo ese proceso personal que al fin, es incomparable.
Tu vida es incomparable.
No midas tus tiempos con relojes ajenos.
Recuerda que sólo porque te esté llevando más tiempo que a otros no significa que hayas fracasado. Detente, respira, haz tu línea del tiempo, identifica qué has vivido con los gozos y los sinsabores. Agradece y vislumbra eso que quisieras trabajar, construir, vivir, experimentar. No escales la montaña para que todo el mundo pueda verte, sino para que tú puedas ver el mundo.
Tu vida es tuya, sólo tuya. Te invito a que construyas y creas una vida de la cual te sientas orgulloso. Como diría Daniella Cano, mi maestra en PNL, una vida increíble se crea por nosotros mismos, las decisiones que tomamos son las que la forjan. Lo que sembramos, cosechamos, por lo tanto, si queremos una vida increíble, necesitamos tomar las decisiones alineadas a los objetivos que tenemos y enfocarnos en trabajar de adentro hacia afuera, convirtiéndonos en una mejor versión de nosotros mismos.
“No te compares con nadie.
Ten la cabeza bien alta y recuerda:
No eres ni mejor ni peor, simplemente eres tú, y eso nadie lo puede superar”.
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