Internacional
Por EFE
Publicado el jueves, 23 de enero del 2025 a las 01:26
Ciudad de México.- La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó este miércoles 22 de enero de 2025 la Ley Laken Riley, un proyecto legislativo que permitirá la detención de inmigrantes indocumentados por ciertos delitos.
La legislación, que ahora se dirige al escritorio del presidente Donald Trump para su firma, según informó el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, marca un nuevo capítulo en las políticas migratorias estadounidenses.
El proyecto de ley toma su nombre de Laken Riley, una estudiante de enfermería de 22 años de la Universidad de Georgia, quien fue asesinada en febrero de 2024. El caso adquirió relevancia nacional durante las elecciones presidenciales del año pasado y se convirtió en un símbolo del debate sobre la seguridad fronteriza.
El origen de esta ley se remonta al trágico suceso ocurrido el 22 de febrero de 2024, cuando José Antonio Ibarra, un ciudadano venezolano de 26 años, presuntamente asesinó a Riley en una zona boscosa del campus universitario mientras ella realizaba ejercicios matutinos.
Las autoridades determinaron que Ibarra “la golpeó en la cabeza con una piedra”, según revelaron los fiscales durante el proceso judicial.
La evidencia presentada en el juicio demostró que Riley luchó por su vida. Su reloj inteligente registró que logró realizar una llamada a la policía a las 09:11 horas, y su fallecimiento se registró a las 09:28 horas. El ADN de Ibarra, encontrado en las uñas de la víctima, confirmó que hubo un enfrentamiento entre ambos.
Las investigaciones posteriores revelaron que Ibarra había ingresado ilegalmente a Estados Unidos el 8 de septiembre de 2022. Un año después, en septiembre de 2023, fue arrestado en Nueva York por “lesionar a un menor de 17 años y una infracción con un vehículo motorizado”, según datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
En noviembre de 2024, Ibarra fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, tras ser declarado culpable de homicidio grave, secuestro con lesiones corporales y agresión agravada con intención de violación.
El caso Riley se transformó en un elemento central del discurso sobre seguridad fronteriza durante la campaña presidencial estadounidense, con Donald Trump utilizándolo como estandarte de su plataforma política.
Ahora, casi un año después del asesinato, la Ley Laken Riley representa la materialización legislativa de ese debate político.
La legislación, que ahora espera la firma del presidente Trump, establece medidas específicas y estrictas en el sistema migratorio estadounidense. De acuerdo con la Sección 5 de la ley, las autoridades migratorias estarán obligadas a arrestar y mantener detenidos durante todo su proceso judicial migratorio a los inmigrantes indocumentados que cometan tres tipos específicos de delitos: robo, agresión a un oficial de la ley, o causar daño corporal grave o muerte a otra persona.
Un aspecto crucial de esta ley es que otorgará nuevos poderes a los fiscales generales estatales, permitiéndoles intervenir en las decisiones de política migratoria del Gobierno federal.
Entre estas facultades destaca la capacidad de presionar al Departamento de Estado para suspender la emisión de visas a ciudadanos de países que no acepten deportaciones desde Estados Unidos.
La implementación de esta ley requerirá una inversión sustancial en infraestructura y recursos. Las estimaciones de medios estadounidenses indican que el gobierno necesitará un presupuesto adicional de más de 3,000 millones de dólares y deberá incrementar su capacidad de detención hasta superar las 60,000 camas para ejecutar efectivamente la legislación, lo que refleja la magnitud del impacto previsto en el sistema de detención migratoria.
Expertos en ley migratoria y activistas han manifestado serias preocupaciones sobre esta normativa, argumentando que podría vulnerar el debido proceso y facilitar los planes de deportaciones masivas anunciados por el presidente Trump.
Estas críticas cobran especial relevancia considerando que diversos estudios han demostrado que la tasa de criminalidad entre extranjeros es menor que entre ciudadanos estadounidenses, cuestionando así la premisa sobre la que se fundamenta la ley.
La aprobación de la ley se logró con un significativo respaldo bipartidista en el Senado, recibiendo 64 votos a favor y 35 en contra.
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