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Esperando a Trump

Por Guadalupe Loaeza

Hace 2 semanas

Al contrario de como sucede en la obra del teatro del absurdo Esperando a Godot, del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, Premio Nobel de Literatura 1969, ¿estará la presidenta Claudia Sheinbaum confiando en que no aparecerá Donald Trump con sus ráfagas de amenazas tan violentas y destructivas? Al revés de los personajes Estragón y Vladimir (Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard), ¿será que en su fuero interno, también ellos están confiando en que nunca se harán realidad los amagos del próximo Presidente de Estados Unidos? Pero quienes estamos realmente esperando temerosos, preocupados y angustiados somos los mexicanos y mexicanas al ver que el Gobierno de la 4T está apabullado, desconectado y completamente hecho bolas.

Por más que la presidenta Claudia Sheinbaum trate de transmitir seguridad, lucidez y aplomo en estos momentos de tanta incertidumbre, el efecto es exactamente el contrario. Se diría que ella no se da cuenta de la gravedad de la situación, como que no entiende o no quiere entender.

“¿No que era una científica tan inteligente?”, nos preguntamos Enrique y yo constantemente en nuestras sobremesas. Entonces yo lo hago partícipe de mis percepciones e intento explicarle a mi manera lo que creo entender. “Lo que sucede es que o está mal asesorada o su soberbia no le permite asesorarse adecuadamente. Sí creo que Claudia tenga buena voluntad para enfrentar ciertos problemas, pero me temo que hay algo en ella que la tiene bloqueada. Este bloqueo se le manifiesta de muchas maneras, por ejemplo, en su timbre de voz. Si te fijas bien, la suya es opaca y reprimida. Nunca muestra emoción, y cuando lo hace resulta falsa. Cuando se pone muy patriota y nos quiere convencer de un país idílico, dice: “El mundo entero ve a México con admiración…”, cuando en realidad el mundo entero ve a México con horror, miedo y desconfianza… Su problema es que no dice lo que realmente piensa; o no piensa lo que dice. Cuando asegura que las últimas reformas a la Constitución, especialmente las que se refieren al Poder Judicial, nos hacen “ser el país más democrático sobre la faz de la Tierra…”, ¿cómo creerle, sobre todo cuando ella apoya a un Gobierno totalmente antidemocrático cuyo Presidente, Nicolás Maduro, se sigue reeligiendo y reeligiendo? En el caso de Venezuela no se puede utilizar la palabra imparcial. Con un brutal dictador, que está contra los derechos humanos, y que no reconoce su flagrante derrota; cuando sabe que perdió las elecciones, no se puede ser imparcial. Con esto ella reconoce implícitamente el triunfo de Maduro. Para mí que Claudia se quedó en los sesenta, y sigue escuchando a Joan Báez y a Bob Dylan, como si tuviera 18 años, cuando el mundo, muy a pesar suyo, ya cambió. Claudia no es demócrata, la ciega su ideología trasnochada… Por eso no puede reconocer a Edmundo González como Presidente de Venezuela. Y la Presidenta se limita a decir: “En el caso de Venezuela, irá un representante a la toma de protesta, pero no vemos por qué no deba ser así, le corresponde a las y los venezolanos, no a México, definir”.

Curiosamente en la obra de Beckett, el personaje de Godot, que nunca aparece, representa a Dios (en inglés God) y no podemos dejar de decir que Trump se cree Dios. Lo malo es que el lunes 20 de enero Donald Trump sí llegará a la cita convertido en Presidente y ese mismo día comenzará las deportaciones. En el caso de Godot se trata de un dios ciego, sordo y cruelmente indiferente. Pero Trump no es ni ciego, ni sordo, pero sí cruelmente indiferente, cuando se trata especialmente de México. Seguramente Sheinbaum padece lo que se llama el síndrome de Godot, que significa, según la Wikipedia: “ansiedad ante acontecimientos futuros”. Mientras más espera a Trump, más se angustia, aunque pretenda, con su aparente frialdad, todo lo contrario. Qué absurda e incomprensible resulta toda esta situación en la que nos ha metido Trump, no nada más a nuestro país, ¡sino al mundo entero!

Como dice el crítico Juan Hernández, a propósito de la obra de teatro Esperando a Godot del Premio Nobel de Literatura: “La intención de reír de la tragedia, del espanto y el horror fortalece la expresión de esta comedia ácida, que replantea asuntos esenciales sobre la incomprensión de la existencia”.

¿Existirá de verdad el tal Donald Trump?

 

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