Ciudad de México.- Aquel niño emocionado con la poderosa música que emergía mientras la gigantesca nave de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo se elevaba es ahora el adulto que va de la butaca al podio para dirigir una orquesta de 90 excelentes músicos, en los mismos estudios en los que se grabó esta cinta.

“¡Es súper emocionante!”, expresa Arturo Rodríguez Martínez, de 47 años, quien, por si fuera poco, ha sido director asistente del legendario director de orquesta John Williams, uno de los compositores más prolíficos de bandas sonoras en la historia del cine, como la de ese filme, además de Harry Potter, Star Wars, Tiburón, E.T., Indiana Jones y un largo etcétera.

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Hace unos meses dirigí las sesiones de grabación para la película Twisters (Tornados, de Lee Isaac Chung) en esos estudios de Hollywood que existen desde los años 30, 40 del siglo pasado. De ahí salieron los temas de El Mago de Oz, Cantando bajo la lluvia, Lawrence de Arabia hasta Encuentros Cercanos de Tercer Tipo, por ejemplo”.

Antes, Arturo fue director de orquesta en las sesiones de grabaciones sinfónicas para Rápidos y Furiosos 7, así como de It 2 y, a principios de año, trabajó con el laureado cineasta Francis Ford Coppola en la película Megalópolis.

En enlace virtual desde su casa en Los Ángeles, el músico y compositor cuenta que nunca se imaginó convivir con el director de El Padrino en su jet privado, junto con el equipo del filme, mientras volaban a Hungría, donde grabaron la banda sonora con la Budapest Art Orchestra.

Arturo colaboró en las orquestaciones de la música con el reconocido compositor argentino Osvaldo Golijov, quien ya había trabajado con Coppola.

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La parte que a mí me toca es moldear sónicamente la orquesta, que estén bien ensamblados, haciendo la música con la emotividad correcta y súper sincronizados entre ellos mismos y con la película. “Por otro lado, seguí la visión de Coppola, sentado a la izquierda del podio, donde podía ver su película y cómo sincronizábamos la música con las imágenes”.

Arturo dice que hay algo mágico cuando la música está compuesta en el tiempo preciso, cuando todo se conjunta, igual que observar a Coppola reescribiendo, reeditando y moldeando la película en su mente, en tiempo real, súper lleno de energía creativa.

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Él me decía que metiera cierto instrumento en el corte de una escena o que con un personaje entrara una determinada textura orquestal. Improvisamos y fue algo maravilloso. “Lo mejor de esta experiencia fue ver que a sus 84, 85 años, tiene una idea muy clara de lo que quiere, pero con ese espíritu de búsqueda sin límites”.

Arturo ha grabado más de una decena de discos, es especialista en composición y dirección de música sinfónica y ha participado en filmes y series de televisión. Es apasionado de la fotografía y, cuando puede, le gusta preparar platillos mexicanos.

Comparte que ha estado componiendo un par de obras que estrenará en Monterrey este 31 de octubre, cuando lleve la batuta frente a la Orquesta Sinfónica de la UANL, en el Teatro Universitario.

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Voy a presentar un concierto de música sinfónica mía que he escrito desde 1998 a la fecha. Estrenaré una suite de la película El desaire, para la que hice la banda sonora, y un concierto para piano y orquesta que voy a estar dirigiendo desde el piano, en el que también seré solista. “Estoy muy contento de poder ir a Monterrey, de ver a mi familia y compartir música. Trato de seguir conectado a la Ciudad y a México lo más posible”.

Y eso se nota porque al día siguiente de la velada sinfónica, regresará a Estados Unidos para presenciar el primer concierto de Día de Muertos que va a presentar la Orquesta Boston Pops, con temas compuestos por él.

Talento temprano 

A los 8 años, Arturo empezó a estudiar piano porque una maestra daba clases a una cuadra de su casa, en la colonia Linda Vista, y él le insistió a su mamá, Yolanda Martínez, para que lo llevara.

Su hermana menor, Adriana, también tomó clases y ahora es músico profesional.

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Recuerdo que cuando era niño esperaba la programación de música clásica de Stereo Classic, de las ocho o nueve de la noche hasta medianoche, porque no había una estación exclusiva de este género”, platica Arturo.

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Gracias al cine me entró el sonido, el timbre orquestal, al oído. Crecí con la música de películas como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, E.T., Star Wars, Volver al Futuro. Con las grandes partituras de John Williams, Jerry Goldsmith y James Horner”.

Arturo comenta que, en cuanto empezó a leer música, escribía sus propias composiciones.

A la par del piano, tomó clases de armonía y teoría de la música en la Facultad de Música de la Universidad Regiomontana.

A los 15 años debutó como solista al piano con la Orquesta Sinfónica de la UANL y, a los 18, se convirtió en el ganador más joven de la Medalla Mozart, otorgada por la Embajada de Austria en México.

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En prepa hice la carrera técnica de música en la UANL y estuve en el Conservatorio de la Ciudad de México, pero no terminé el año porque conseguí beca para la carrera de piano en la Texas Christian University, en Fort Worth, Texas. “Practicaba de más y terminé con tendinitis aguda. Los doctores me dijeron que dejara de tocar por lo menos ocho meses, aunque pasarían años para la regeneración de los tendones. Yo estaba devastado”.

El director y los maestros lo apoyaron, y como había instrucción médica para no ejecutar el instrumento, no lo reprobaron, sino que lo involucraron en actividades que complementaran sus estudios.

Ahora digo que gracias a eso me puse a estudiar partituras: fui a los ensayos de la orquesta juvenil de la universidad, a la biblioteca, a la fonoteca.

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Se me hacía algo súper nuevo ver a mis amigos formar parte de una orquesta. Me parecía un acto súper mágico cómo se mezclaban los sonidos, timbres y colores orquestales, y empecé a tomar clases particulares de dirección de orquesta”.

Antes de graduarse de la carrera, que supuestamente iba a ser de piano, Arturo ya había compuesto y estrenado su primera obra sinfónica: Mosaico Mexicano, que también fue estrenada por la Sinfónica de Dallas en el 2000.

Triunfa en EU 

“Todo ese trabajo que requiere la composición, y después recibir todo multiplicado con la energía de los músicos y de la misma música al estar parado en el podio, es algo increíble, no lo puedes soltar. Así que dije: ‘A esto me quiero dedicar’.

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Fui a Indianápolis a estudiar dirección de orquesta en la Butler University y, antes de egresar, estaba escribiendo From Earth to Mars (De la Tierra a Marte), mi primer encargo profesional por parte del Kennedy Center Imagination Celebration de Fort Worth”.

Arturo se mudó después a Nueva York, donde permaneció cinco años. Iba por una segunda maestría en composición, pero le surgieron oportunidades para crear obras originales y arreglos sinfónicos para orquestas, y en el 2003 fue becado en un curso de música para cine de ASCAP en Hollywood, en el que, de todo el mundo, sólo aceptaban ocho compositores.

Boston fue su siguiente parada. Hizo arreglos para la Boston Pops, lo que derivó en la increíble experiencia de ser contratado como asistente de John Williams, uno de sus héroes musicales, para una serie de conciertos en el 2012.

Arturo dice que cuando escuchaba las sinfonías de Beethoven, Mozart o Mahler, no se los podía imaginar sentados, escribiendo nota por nota. Por eso se siente privilegiado de poder observar a John Williams haciéndolo con un lápiz y un papel en blanco.

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Mi trabajo era seguirlo, aprenderme la música que él iba a dirigir, ver los ensayos y, en caso de que se necesitara, entrarle al quite, pero conocer su técnica, ver cómo sincronizaba la música con las escenas proyectadas. Es una escuela que no se compra con nada. “Así como los extraterrestres les enseñaron a los humanos un lenguaje musical con el que se pudieran comunicar en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, yo le debo a Williams mucho de mi lenguaje, no tanto armónico, sino sonoro. El gusto que tengo por la música sinfónica y por escribirla”.

Arnoldo Nerio, locutor y conductor de programas radiofónicos, afirma que la carrera que ha desarrollado Arturo es motivo de orgullo nacional.

“La calidad de su talento está más que demostrada a nivel internacional”, continúa el también director de Difusión Cultural de la UDEM.

“Es muy trabajador y no ha parado de componer y, en lo personal, como todos los grandes, sigue siendo él mismo, no ha perdido la sencillez”.

Dos décadas en el cine 

Arturo musicalizó su primer largometraje en el 2005: Cuando las Cosas Suceden, un filme mexicano con una banda sonora escrita para una orquesta sinfónica de 90 músicos, en Bratislava.

Cinco años más tarde fue becado en el Seminario de Música Fílmica de Sundance, al que sólo ingresaban seis compositores a nivel internacional.

En el 2013 se mudó a Los Ángeles, donde siguió dirigiendo y haciendo orquestaciones para otros compositores, lo que a través de su carrera fue como su trabajo de diario, y de lo que se está retirando para enfocarse más en su propia música.

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Hace dos años la Boston Pops me encargó una obra sinfónica para coro y orquesta que contara la tradición de las posadas y, como tuvo mucho éxito, ahora estoy haciendo música sinfónica para el primer concierto de Día de Muertos que van a presentar”.

El crítico musical Gabriel Rangel dice que Arturo es uno de los compositores más brillantes de su generación.

“Es muy talentoso y sensible. Su música conecta con las emociones de la gente, esté o no familiarizada con la música sinfónica, y es uno de los puntos clave del éxito de sus composiciones.

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Tiene reconocimiento a nivel nacional e internacional y eso lo ha llevado a ser invitado por productores de películas y series, y a sumarse a otros grandes talentos de la cinematografía y de la televisión, además de que ha sabido mantener los pies en la tierra como un artista siempre cercano a sus colegas, lo que le ha ganado el respeto y la admiración”.

Graba en Saltillo 

Hace unos meses, Arturo terminó las composiciones para la banda sonora de la película El Desaire y fue a Saltillo para grabar con la Filarmónica del Desierto. También estará en Monterrey para la mezcla de audio final.

Gabriel Ramos, director de El Desaire, dice que Arturo es un “tipazo” totalmente comprometido con lo que hace.

“Su trabajo es fuera de serie. Tiene el don de transmitir con su música la esencia de las escenas. Es súper profesional”.

Al mismo Arturo no deja de sorprenderle la satisfacción y la emoción que siente al crear o interpretar la música.

La sigo viviendo con ese gusto de siempre estar haciendo algo nuevo, de componer la siguiente obra orquestal, sinfónica, de estar involucrado en la siguiente colaboración. Es algo que me apasiona”.