Espectáculos
Por Agencia Reforma
Publicado el jueves, 2 de enero del 2025 a las 04:10
Ciudad de México.- A Nicholas Hoult aún se tiene que pellizcar para creérsela: hiló proyectos, uno detrás de otro, con varios de los mejores cineastas de la actualidad, confirmando su gran momento actoral.
Primero, bajo las órdenes de Robert Eggers, en Nosferatu, se convirtió en Thomas Hutter, un aterrorizado agente de bienes raíces quien se cruza cara a cara con un demonio que, además, desea a su mujer.
Nada parecido a lo que se enfrentó en el set de The Order, de Justin Kurzel, donde se tuvo que poner en los zapatos de un personaje real, Bob Mathews, quien fue neonazi y supremacista blanco.
El veterano Clint Eastwood lo esperaba para, en su thriller judicial Jurado N∞2, convertirlo en Justin Kemp, alcohólico en recuperación que es citado a ser jurado de un caso en el que podría estar involucrado.
Llegaría finalmente el mundo de los superhéroes, pero como villano, el brillante multimillonario Lex Luthor, en Superman, primer bloque del nuevo universo de DC que está edificando James Gunn.
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Me siento muy afortunado. Si hace años me hubieran dicho que iba a trabajar con Robert Eggers, Clint Eastwood, Justin Kurzel y James Gunn, habría dicho que es un sueño. Ha sido un gran aprendizaje. “Rodé esas películas en fila, lo que me voló la cabeza, porque cada uno de esos directores trabaja distinto. Fue increíble para mí estar a sus ordenes, darles lo que necesitaban para sus historias”, dice en entrevista.
El británico de 35 años, quien saltó a la fama como niño actor en 2002 con Un Gran Chico al lado de Hugh Grant, se considera todavía un aprendiz de la interpretación, uno que disfruta contagiar emociones al espectador.
Su interpretación en Nosferatu, filme que mañana llega a las salas, tuvo exigencias extremas, pues encarna a un hombre que sumergido en pavor, que se enfrenta a una oscuridad espeluznante, sedienta de sangre, el conde Orlok.
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El miedo y el horror son energías también físicas. Puedes entrenarlas, como si fueras un atleta, pero después está la carrera, que es la película, y todo depende de lo que sientes en ese momento. “Hubo veces en que el rodaje fue cansado física y emocionalmente. Debes obligar a tu cuerpo para que se ponga en pánico. Es falso y el cuerpo no lo entiende”.
Ayudó a ambientarlo en un ambiente gótico y tétrico que sus primeras escenas tuvieran lugar en el castillo Pernstejn, en República Checa, donde Werner Herzog filmó su versión de Nosferatu de 1979.
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Ese castillo es parte del legado de Nosferatu. Mi primera escena fue con mi personaje corriendo, espantado, saliendo de una cripta. “Una locación así es atmosférica y hace que todo sea más real, pone raíces a la historia que cuentas. Fue un gran momento para catapultar el personaje y a mí mismo en la historia”.
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