Saltillo
Por Maru Valencia
Publicado el domingo, 15 de diciembre del 2024 a las 04:00
Saltillo, Coah.- El polvo se mezcla con la niebla. La destrucción se da en uno de esos días saltillenses de finales de otoño, con 7 grados en el termómetro, una densa neblina y el chipi chipi interminable que no moja pero sí enfría los huesos.
Es el turno de la Empacadora Alanís de morir para darle paso a la modernidad, a la funcionalidad de un fraccionamiento o de una plaza comercial.
No, no era bella ni especial, pero era parte de la historia de la ciudad, un pedacito que en lugar de derrumbar se debería tratar de conservar.
Destrucción masiva
Los muros de adobe caen en diciembre, cuando el ánimo es más susceptible, aunque siempre es mal momento para atentar contra los pocos edificios del siglo 19 que quedan de pie, afirma
“ Saltillo tiene una memoria histórica de más de 450 años, y de unos años a esta fecha, sobre todo desde la década de los 60, ha habido una destrucción masiva de lo que constituyó nuestra historia, particularmente de fines del siglo 19 y todo el siglo 20”, explica.
‘Somos incapaces de apreciar la belleza’
Ciudad porfiriana con pocas construcciones virreinales, rica en historia y de arquitectura vernácula muy tradicional, Saltillo está hecha de adobe, material que perdió valor comercial y estético, y hace 70 años compró la idea del funcionalismo europeo de la posguerra: arrasar con todo lo que pareciera viejo.
“ Esta corriente del funcionalismo nos ha hecho mucho daño, porque nos ha demostrado que los saltillenses, en alguna medida, somos incapaces de apreciar la belleza”, expresa.
El Banco y Hotel de Coahuila, de cantera traída de San Luis Potosí; el Asilo Maas con estilo neogótico, y el Hospital San Vicente Paul con rasgos neoclásicos, son algunos de los inmuebles que sufrieron la ignorancia a martillazos.
“ Yo considero que hay dos elementos fundamentales en esto, primero lo que yo llamaría llanamente la ignorancia por nuestras riquezas históricas, que constituyen la identidad de Saltillo, la identidad a lo largo del tiempo; y por otro lado, esa incapacidad de apreciar lo bello”, detalla.
¿Qué hacer con los cerdos?
El inicio de la Empacadora Alanís se remonta a 1918, cuando los hermanos Benjamín, Fidel, Francisco y Manuel Alanís llegaron de Nuevo León e invirtieron sus ahorros en una tienda de abarrotes.
Un día, un tren que transportaba marranitos se descarriló y todos los porcinos quedaron tendidos en los rieles; al no saber qué hacer con ellos, se los vendieron a los Alanís, quienes prepararon chorizo y jamón que les fascinó a los pobladores.
De este accidente feliz, relata Francisco Tobías Hernández en la revista Yo Soy de Saltillo, surgió la Empacadora, inaugurada el 29 de noviembre de 1920 en la calle Zaragoza, hasta hace unos días marcada con el número 941 del Centro Histórico.
En el libro Historia de la Ciudad de Saltillo, de Pablo M. Cuéllar Valdés, que es parte del acervo del Archivo Municipal, se hace una descripción de esta calle “muy antigua de la villa española, pero por defectos de trazo no se prolongó hacia el sur, así es que por muchos años tuvo un desarrollo muy corto, otro de sus defectos fue su estrechez”.
Llamada calle del Comercio, calle de las Tiendas y la Purísima, la de Zaragoza albergó la primera librería importante que hubo en Saltillo, la Librería de Fornés.
“ En la actualidad la calle se ha extendido hasta la vía del ferrocarril y de V. Carranza al norte predominan las casas-habitación de tipo antiguo, con una industria que pasa desapercibida entre ellas, la Empacadora Alanís, fundada en ese sitio desde 1920”, se lee en la publicación escrita en los 70.
Urge rescatar
Recio Dávila, historiador que ha tenido la oportunidad de conocer más de 25 países del mundo, reconoce que nuestra ciudad posee una gran riqueza histórica y cultural que urge rescatar, pero que lamentablemente se va perdiendo.
“ Cualquier destrucción en cualquier tiempo es muy penosa, muy lamentable, pero quizá en el ánimo, en la sicología individual o social, impacte más cuando ocurre una destrucción como fue la Empacadora Alanís, que realmente no tenía un valor arquitectónico notable, pero lo tenía histórico, y el hecho de que ocurra esta destrucción en diciembre, al final del otoño, quizá sí impacte un poco más en el espíritu”, considera.
Sencillez
Como ese cuadro que adorna la casa de la abuela, que nadie sabe cómo llegó ahí, de ningún pintor famoso pero que embellece la sala con una plaza europea, así era la Empacadora: no era una obra arquitectónica, pero de alguna manera hacía más bonita la ciudad.
Un movimiento urbanístico inteligente a nivel mundial se encamina hacia la belleza del paisaje: espacios verdes, edificios bellos, poco tráfico; y es que, aunque no hay un estudio científico, se podría encontrar una relación entre el paisaje y nuestro estado de ánimo.
Más sobre esta sección Más en ZocaloApp-home2
Hace 8 horas
Hace 8 horas
Hace 8 horas
Hace 20 horas
Hace 22 horas
Hace 23 horas
Hace 23 horas
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia