Ciudad de México.- El mexicano Carlos Diehz vivió su debut cinematográfico como un salto de fe: en Cónclave, actuó al tú por tú con figuras como Ralph Fiennes, Stanley Tucci y John Lithgow… y les robó varias escenas.

Su personaje, el Cardenal Benítez, es un misionero mexicano que irrumpe como tornado en una elección papal en El Vaticano y sacude la búsqueda del poder en la curia.

Algo similar ocurrió cuando este desconocido, con sólo experiencia en filmes estudiantiles, se apareció entre las superestrellas en el set del thriller clerical de Edward Berger (Sin Novedad en el Frente).

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Existe eso del síndrome del impostor. Estás frente a Ralph, Stanley, John… y piensas que es un error. Debes de quitarte las dudas. No es un error que estés ahí. No se equivocaron”, dice el capitalino en entrevista. “En el set, todas las mañanas me preguntaba qué carambas estaba haciendo. ¿Estaba listo? Para averiguarlo tenía que hacerlo. El fracaso no era opción”, agrega.

Actualmente de 53 años, acabó enamorando al director, siempre abierto a las ideas, con su propuesta sobre Benítez, quien en la novela de Robert Harris que inspira la trama tiene nacionalidad filipina.

Su propia timidez (tiene déficit de atención) hizo un eco adicional en lo que requería el cardenal: es alguien sereno y sosegado, contrastante ante los pomposos cardenales que suspiran por el trono de San Pedro.

“Habiendo leído novela y guion, dije: ‘Es la personificación de la iglesia misionera, el que está en la línea, el que se ensucia las manos con trabajo de caridad, de amor al prójimo’.

“Pensé en San Francisco de Asís e Ignacio de Loyola. Benítez está en la mitad, tiene una profundidad espiritual, pero también sabe jugar el juego de la jerarquía”, explica.

Que la aclamada película (está nominada a 6 Globos de Oro y se espera que reciba un racimo de postulaciones al Oscar) tenga lugar en el mundo religioso hace sentido con la llegada de Diehz a Hollywood, que parece un milagro.

Arquitecto durante toda su vida, previo a la pandemia quiso probar la interpretación, una vieja obsesión suya, así que tomó talleres en línea, trabajó con entrenadores y picó piedra en páginas de casting y cortos.

Tras ver su perfil, Nina Gold, prestigiosa directora de castings y hacedora de estrellas fílmicas, dio su bendición para que Berger lo viera, primero en video y luego en persona, y diera su veredicto al capitalino.

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Un coach me dijo que era necesario tomar decisiones audaces. Que nuestras interpretaciones fueran memorables”, evoca, y eso hizo.

En el rodaje, en Roma, Italia, los intérpretes de los otros cardenales lo observaron con una mezcla de curiosidad y sospecha, pero Diehz supo ganárselos para su causa y fueron guías de la interpretación para él.

Lithgow, comenta, fungió como su asesor para no cundir en pánico en una secuencia clave en el filme, donde el sereno Benítez alecciona a sus pares sobre la verdadera Iglesia, y Fiennes, agrega, fue pura generosidad.

“En una escena, Ralph comenzó a decir sus líneas en el tono en el que yo debería decir las mías para que diera con la inflexión adecuada Qué padre que una figura así se tome la molestia de guiarte!”

…El hizo su parte: previo al claquetazo inicial, afirma, estudió a detalle a sus colegas, en videos, películas, entrevistas, para acostumbrarse a sus rostros, sus voces, sus movimientos.

Haber interpretado a un cardenal, a Diehz le recuerda su juventud, cuando, comparte, atravesó una etapa mística, quiso ser sacerdote y acudió a retiros espirituales.

Que en la historia su personaje tenga nacionalidad mexicana, como él, no le parece trivial, pues proviene de un lugar periférico en las decisiones de la Iglesia, uno con mucha necesidad.

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Benítez ha visto el sufrimiento de la gente y decide el camino del bien, una vida espiritual en lugar de revanchismos, protagonismos”, considera

Diehz, quien pretende seguir como arquitecto mientras aguarda qué le depara la actuación, espera reencontrarse con Fiennes, Lithgow y los demás en el pico de la temporada de premios.

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Nos seguimos escribiendo, nos mandamos mensajes sobre experiencias, viajes. Ese cariño es lo que más me llevo de la experiencia”, asevera.