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Coahuila

El tiempo de la cosecha

Por Irene Spigno

Hace 1 mes

Hace unos días, asistimos a un maravilloso espectáculo celeste. Cada mes hay una luna llena (cada 28 días, para ser exactos). Sin embargo, la luna del pasado 19 de agosto nos regaló un espectáculo majestuoso. Todas las personas que tuvimos la suerte de admirarla, pudimos ver un hermoso disco perfecto, no solo en su forma sino, también por su luz tan brillante. Además, esta espectacular luna se dio en el signo de Acuario, símbolo de la creatividad, la libertad, el ingenio, la innovación y la justicia social.

Quienes tenemos la pasión de observar y estudiar ciertos fenómenos astronómicos lo hacemos de muchas maneras: algunas personas lo hacen con lentes especializadas o un telescopio; otras, impulsadas por la búsqueda de significados más profundos, invisibles e imperceptibles, recurren a otras disciplinas, como la espiritualidad, las energías o las prácticas holísticas.

Una disciplina que ha profundizado mucho en el análisis de la interacción entre planetas y astros es la astrología, poderosa herramienta que nos puede ayudar a conocernos mejor y a las personas que nos rodean en los distintos ámbitos de la vida y, en muchos casos, también a entender (y -¿por qué no?-aprovechar) la energía personal y colectiva disponible.

Cuando la Luna se llena, sabemos que esa luz no es suya, sino que es un reflejo de la luz del sol. Más exactamente, el día de luna llena, este satélite natural (que además es el único) se encuentra en oposición al sol. Es decir, no brilla por luz propia, sino que refleja una luz “ajena”.

En la astrología, el sol representa el yo, nuestra identidad, y lo que realmente somos. La luna, en cambio, simboliza nuestras emociones, lo que sentimos y como lo expresamos. Pero hay mucho más que eso. Si la luna (nuestras emociones) brilla más cuando está en oposición al sol (nuestro yo), no debemos olvidar que en esta hermosa relación, la Tierra (es decir, nuestro cuerpo, lo terrenal) está justo en medio, entre nuestra esencia y nuestro sentir.

Cuando la luna brilla, está mostrando la luz de nuestro yo. Nuestras emociones brillan cuando nosotras y nosotros brillamos. Es el momento en que nuestra verdadera identidad, con la realización de lo que somos y lo que hemos trabajado para construir nuestros sueños, proyectos e ideas, se manifiesta.

Es justo cuando, finalmente, cosechamos lo que sembramos y que cuidamos por un cierto tiempo con lo necesario: agua, sol, cuidados y, por supuesto, el ingrediente mágico que nunca debería faltar, el amor por lo que hacemos.

El ciclo lunar vive algo similar: cada luna llena es la cosecha de lo que sembramos 6 meses antes, en otro momento mágico que ocurre en el mismo signo 6 meses antes. Cuando hay luna nueva no vemos nada en el cielo. Durante unos días, solo hay oscuridad. Espiritualmente y astrológicamente hablando, es el momento más fértil para que podamos sembrar nuestras intenciones y las semillas de nuestros proyectos y sueños (sean cual sean) que, siempre y cuando hagamos lo que nos corresponde para que se cumplan, veremos manifestados 6 meses después, cuando la luna resplandezca en la misma constelación en la que se oscureció 6 meses antes.

Traté de recordar en que estaba trabajando hace 6 meses, en febrero de 2024 (allí por el día 9, que fue el día de la luna nueva en acuario), y sí: estoy cosechando lo que sembré en ese periodo, las semillas de uno de los proyectos más bonitos al que he trabajado, que me anima, me motiva y me apasiona. Espero que pronto sea más sólido y se haga público.

Por supuesto, no necesitamos la luna, ni los astros ni la astrología para saber que “cosechamos lo que sembramos”, pero es un muy buen recordatorio. No es casualidad que esta luna llena sea aún más especial: se trató de una luna azul, con un fuerte significado cultural y espiritual, símbolo de transformación y renovación. El mensaje que transmite es la oportunidad de comenzar de nuevo.

Tu vida. Tus sueños. Tu misma. Siempre es un buen momento para sembrar algo nuevo y si lo cuidamos con el amor que nuestros sueños se merecen, cosecharemos nuestra mejor versión.

Y tú, ¿estás cosechando lo que sembraste?

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