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Coahuila

El ‘sicariato digital’, según ‘La Floriza’ Lamborghini

Por Luis Carlos Plata

Hace 1 mes

El primogénito de “La Floriza” –denominación de origen que evoca otras como La Chapiza y La Mayiza–, propuso acabar con el “sicariato digital”; así, en esos términos: el lenguaje de la narcocultura presente hasta en la tribuna del Congreso de Coahuila.

Reactivo como su hermana y sus mil escándalos inútiles en sólo tres años como Alcaldesa de Múzquiz, bajo el emblema de Morena, el diputado local por el PT, Antonio Flores Guerra, presentó el martes la iniciativa de ley para censurar la crítica contra funcionarios públicos (como Tania Vanessa) y legisladores (como él) en redes sociales. La “chalupa y buenas”. La 4T versión Carbonífera.

Lo hizo en el contexto de la publicación, en Facebook primero y periódicos de circulación nacional después, de una fotografía donde a él se le aprecia conduciendo un vehículo Lamborghini de importación italiana valuado en media docena de millones de pesos, por las desvencijadas calles del municipio que gobierna (o desgobierna, según se vea) su también “partner” en el negocio del carbón.

No es el primer asunto de “Tony” que trasciende a partir de un posteo viral. Se ha grabado antes en video practicando tiro con armas de fuego, repartiendo fajos de billetes en efectivo (así sea a los infantes de su familia), o conduciendo automóviles deportivos caros (no confundir con la expresión: de lujo), mientras escucha corridos tumbados que hacen apología del crimen organizado.

Se trata de sus gustos y aficiones, naturalmente. Aunque nada distinto a lo que haría un buchón de la sierra de Sinaloa inmediatamente después de ganar sus primeros kilos luego de años de carencias. Acaso es el ideal en la sociedad de la inmediatez y el espectáculo a la que hemos involucionado hace años.

La exposición es el problema, más que su propia ejecución. Y aquí es donde podría iniciarse un debate deontológico acerca del por qué representa un inconveniente difundir la vida privada, máxime cuando hacerlo significa para su protagonista una catarsis o una representación del yo ante la sociedad. Una expresión de la personalidad, en pocas palabras.

Es una consecuencia del “Modelo Tania”, definido aquí el pasado 19 de mayo: nuevos conflictos donde no los hay. Episodios de megalomanía y excentricidad que degradan la investidura. Un escenario peligroso que no estamos advirtiendo y que parte de una presunción: trasmitir en vivo un suceso es transparentar.

Nada más alejado de la realidad. El fenómeno representa, en todo caso, un reality show, jamás una caja de cristal. El dominio del espacio digital a través de la exhibición de la intimidad.

Antonio Flores inició la Legislatura haciendo una oda literaria de su sombrero y autonombrándose “el diputado del pueblo” (que, como todo apodo autoimpuesto, está condenado al olvido pese a que lo inscriba en sus comunicaciones oficiales). Hasta ahí nada relevante, salvo el detalle folclórico para marcar territorio.

Pero conforme avanzan los periodos de sesiones (que aún no completan su primer año) y luego de una breve licencia para separarse del cargo para buscar sin éxito la candidatura a la Presidencia Municipal de Múzquiz, ha ido in crescendo la radicalización de sus posturas.

Hace un mes, responsabilizó de lo que pudiese pasarle a él o su familia, desde el atril, a un grupo de manifestantes que simplemente habían acudido al Palacio Legislativo como público para reclamar –sin amenazas, justo es decirlo– a los legisladores locales asuntos de la agenda legislativa.

Expuso posteriormente una iniciativa fuera de lugar para tipificar como cohecho, es decir, un delito penal grave, a los servidores de Coahuila cuyo salario sea superior al de la Presidenta de la República.

Enseguida protagonizó una diatriba verbal que llegó a los aspavientos con Alfredo Paredes, presidente de la Mesa Directiva del Legislativo, por el uso del micrófono a propósito de un tema fuera del orden del día.

Y ahora, como colofón, una propuesta de legislar “violencia digital”, violencia mediática”, además de “sicariato digital”, acompañada por un incidente con la seguridad del recinto legislativo, documentado ayer en la columna Palacio Rosa de Zócalo, derivado de la prohibición de pasar con guaruras armados al salón del Pleno.

“El agresor se aprovecha de un micrófono, o de un medio digital, o de un espacio utilizando redes sociales”, ha leído en tribuna el diputado local del PT. “Se debe regular la información que se difunde a fin de evitar que medios tendenciosos causen estragos en la vida personal, profesional, laboral o pública de las personas”, complementó. “Se mueven en el anonimato y generalmente atentan contra la reputación”, mencionó.

No queda claro, sin embargo, el alcance ni los objetivos de la proposición más allá de la dedicatoria que lleva. De un plumazo, por lo demás, elimina la libertad de expresión al sugerir que “cualquier persona” puede utilizar “un medio de comunicación para difundir contenidos que atentan” contra conceptos ambiguos y subjetivos como “integridad”.

 

 

Cortita y al pie

El exabrupto de “Tony” queriendo censurar y castigar hasta con seis años de prisión a diestro y siniestro a “Los Contras” (contrarios; adversarios y opositores por definición) es un episodio más del representante popular que legisla en función de sus intereses personales y peor aún, de sus proyecciones individuales. No de una iniciativa popular.

No obstante, el affaire revela una tendencia entre la nueva clase política (bisoña en algunos casos, pues en otros, la mayoría, son más viejos que el cagar) que se colgó del Obradorato para hacer carrera: la imposición de su narrativa, por más errónea o nefasta que sea, contra la voluntad popular e incluso el sentido común; la indisposición a la crítica y en general a cualquier opinión contraria a sus prejuicios de grupo.

 

 

La última y nos vamos

Están en la borrachera del poder. Hoy se creen todopoderosos e inmunes. Por encima de los demás gracias a que los cobija el manto de la secta que luego de seis años se volvió autocracia democrática, o dictadura constitucional.

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