Inquieto, pero positivo, fue Gonzalo Hernández Orta, polifacético individuo de nuestro tiempo y nuestro espacio, hijo del famoso ebanista saltillense don Canuto Hernández, quien, como él, se desempeñó en la carpintería con gran éxito. Gonzalo es un caso digno de contar, pues fue carpintero, atleta, ciclista, luchador aficionado, bailarín de los buenos y músico.

Allá por los 50 fue uno de los fundadores del Club Deportivo La Pedrera, una gran organización. Su nombre obedece a que en la esquina de División del Norte y Calzada Panteones existió “una pedrera”, una explotación de piedra para la industria de la construcción. El Club se formó a iniciativa de varios jóvenes contemporáneos de Gonzalo, impulsados por el inquieto y famoso aseador de calzado y atleta saltillense Maximino Herrera. Formaron parte del Club Pedrera verdaderas, auténticas y valiosas figuras del deporte saltillense y nacional, como Eugenio “El Fantasma” Rodríguez, amo y señor del atletismo, especialista en los 800 metros. El famoso luchador “El Zorro Plateado”.

Ahí se practicaron las disciplinas del atletismo, futbol soccer, beisbol, basquetbol, box, lucha libre y ciclismo. El ciclismo era tipo turismo. Se corría con las famosas bicicletas “Búfalo” de llanta gruesa, medidas 27 por uno y medio. Las pruebas ciclistas eran por la antigua carretera a Arteaga.

En ciclismo y en atletismo los de la Pedrera tenían pleito cazado con algunos clubes de la ciudad de Monterrey. En ciclismo la carta fuerte de los vecinos regios fue un saltillense de nombre Juventino Cepeda, que junto con su hermano Julio pusieron muy en alto el nombre de la Sultana del Norte, siendo originarios de nuestra ciudad, donde comenzaron a practicar el ciclismo cuando fueron repartidores de medicinas de una de las farmacias de la localidad.

Otros destacados ciclistas fueron Jorge Rodríguez Arredondo y Juan Rodríguez Franco “El Juanote”. Gonzalo Hernández Orta, el protagonista central de esta historia, fue corredor a pie de larga distancia y ciclista, pero también fue luchador enmascarado. En la Carrera Aniversario de la Constitución en la Ciudad de Monterrey, siempre quedaba entre los 10 de la clasificación general nacional, “pues estaban muy bravas las fieras”, solía decir.

En Monterrey entrenaba la lucha libre con uno de los grandes ídolos del pancracio nacional, Rolando Vera. En el Pedrera se practicaba también el boxeo bajo la enseñanza de Maximino Herrera, y en beisbol patrocinaba un equipo Sanitarios Beto, bajo la dirección del mánager Roberto Hilario.

Gonzalo participaba en un grupo musical denominado Tropical Bahía, era “El Tumbador”, el que tocaba las percusiones con las manos (tambores de cuero a las que se les denominaban “tumbadoras”).

Como bailarín era espectacular verlo ejecutar con su dama danzones, chachachá, mambos y los ritmos de moda con gran clasismo.

Aún recuerdo su figura esbelta y dicharachera con su camioneta repleta de canastitas del frutillo rojo, que llegaba por ferrocarril desde Irapuato, Guanajuato, para ser distribuido en muchos negocios de la ciudad. “¡No tengo competencia, soy el rey de la fresa!”, decía.