Jared Kushner sonreía brevemente ante el discurso de Enrique Peña Nieto. Frente a ellos, en primera fila de una sala pequeña, estaban Donald Trump y Luis Videgaray. Era noviembre de 2018, Kushner recibía el Águila Azteca, como reconocimiento por su papel “determinante” en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. Allí, Peña y Trump reconocían también el acceso privilegiado que logró Videgaray a la Casa Blanca. Hoy, México no tiene ese acceso.
Faltan unas horas para que inicie la segunda Administración Trump, quien llega con más poder, después de ganar ampliamente las elecciones. A diferencia de 2016, ahora oligarcas y algunos políticos demócratas no han tratado a Trump como un peligro, sino que se han reunido con él, le han donado dinero y buscan caerle en gracia.
En México, Claudia Sheinbaum, quien también llegó al poder con un enorme respaldo popular, ha respondido duramente a las declaraciones amenazantes de Trump. En las últimas semanas, Sheinbaum reunió a su equipo, les instruyó a crear un plan y a no revelarlo a la prensa. Pero en su equipo, no confían demasiado en la efectividad ni en la precisión de ese plan.
“Estamos a la espera de lo que pase la semana que viene”, me dijo una fuente de seguridad. “Esto va a ser: como veo, doy”, me dijo un funcionario de Economía. “Nos preocupa que no vemos un interlocutor claro”, me dijeron en la Cancillería.
La parte más sólida de este plan parece ser la instalación de albergues en la frontera. “Los repartieron por secretarías. Cada quien nos estamos haciendo cargo de un albergue”, me dijo otra fuente de alto rango en el Gobierno.
Sobre cómo responder a la designación de los cárteles como grupos terroristas o a nuevas medidas por el trasiego de fentanilo, ningún funcionario con quien hablé tiene la menor idea de cómo responder. Y sobre los posibles nuevos aranceles, en la Secretaría de Economía me dijeron que México prevé responder imponiendo también aranceles a productos estadunidenses, “pero aún no sabemos a cuáles”. Mis fuentes coinciden en que la parte más preocupante es la falta de interlocutores con el trumpismo.
“A Juan Ramón de la Fuente nadie lo conoce en Washington”, me dijo una fuente diplomática. “Washington es un animal distinto a NY. La experiencia que (de la Fuente) tuvo allí (como embajador ante Naciones Unidas) de poco le va a servir”, me dijo otra. En la Cancillería, ven con preocupación que el canciller está trabajando con los consulados “pero no con las (nuevas) autoridades estadunidenses”.
Durante la primera Administración Trump, Ildefonso Guajardo negociaba con Robert Lighthizer el TLCAN. “Cuando la negociación se tensaba, siempre teníamos la mediación de Videgaray y Kushner”, me dijo Guajardo. Ahora, todos estos hombres están fuera de los nuevos gobiernos.
Con Andrés Manuel López Obrador en el poder, Bernardo Gómez, de Televisa, construyó un acceso privilegiado al trumpismo, y Alfonso Romo tenía buenos contactos en la Casa Blanca. Pero ellos no son tan cercanos a Sheinbaum como lo fueron a AMLO. Hoy, la representante de Sheinbaum con la clase empresarial, Altagracia Gómez, no tiene buenos contactos ni influencia en Washington, me dijeron fuentes en ambos países. Además, AMLO construyó con Trump una relación de respeto y conveniencia que Sheinbaum tampoco tiene.
“La carta fuerte acá es nuestro secretario”, me dijo alguien del equipo cercano a Marcelo Ebrard. El problema es que en el trumpismo conocen a Ebrard, pero no lo respetan. El año pasado, Trump describió a Ebrard como “el caballero que representaba al Presidente (AMLO)”. Dijo que en 2019, cuando Trump amenazó a México con aranceles si no enviaba soldados a la frontera, Ebrard le dijo: “Señor presidente, nos encantaría darle soldados”. Después, México envió a 6 mil miembros de la Guardia Nacional a las fronteras norte y sur. “A Ebrard le tienen tomada la medida”, me dijo otra fuente.
México llega a la toma de posesión de Trump sin un plan claro, público, y con muchas dudas dentro del aparato federal. “La expectativa está en quién nombre Sheinbaum para la embajada en Washington”, me dijo otra persona. En las próximas semanas, será clave ver cómo México buscará penetrar en el trumpismo, y quién del equipo de Sheinbaum se aventurará a intentarlo.
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