Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
La 4T alista fast track a las leyes secundarias de la reforma judicial Muere menor presuntamente por dengue en colonia Aztlán en Monterrey Vinculan a menor que agredió a balazos a presidente del tribunal electoral de Tamaulipas Aaron Rodgers presenta lesión de esguince en el tobillo Declaran diputado local a hermano de Cabeza de Vaca

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Coahuila

El país de la mesa que más aplauda; ‘mejor que en Dinamarca’

Por Luis Carlos Plata

Hace 1 mes

Más que desafíos, lo suyo son provocaciones. Bravatas. Como patear la reja, a sabiendas que los perros están del otro lado de la verja y ésta permanecerá cerrada, infranqueable, pese a las agresiones externas.

Le satisface verlos ladrar a lo lejos como reacción al haberlos espoleado, mientras se aleja lentamente del conflicto que él mismo provocó. Pero al mismo tiempo, les señala con el índice como la oposición rabiosa y contestataria que no permite avances: el problema son ellos.

Ese ha sido el estilo personal de gobernar la República durante seis años. La dinámica cíclica es simple abuso de los tiempos y espacios oficiales para transmitir un mensaje mañoso y doloso que se difunde mediante una red de desinformadores y propagandistas -sardónicamente llamados “youtubers independientes”- que desayunaron huevito en Palacio Nacional el viernes pasado.

La última de sus peroratas al aire libre se compuso de lugares comunes, reiteraciones, simplificaciones, reduccionismos y maniqueísmos; lo clásico en él. Un asunto que va más allá de la disonancia cognitiva; no sólo no acompañan los resultados, tampoco el diagnóstico ni mucho menos el discurso.

El resto fue ante todo un repertorio de buscapiés tirados al público presente, una vez más, para provocar. Desde una votación a mano alzada entre quienes fueron movilizados al zócalo capitalino el domingo para presenciar su ‘sexto informe’ de gobierno, a fin de recoger “el sentimiento del pueblo” en torno a la reforma judicial, hasta afirmar que el sistema de salud, tal como lo prometió tantas veces en el sexenio, ya es “mejor que en Dinamarca”.

Probablemente lo único danés que conozca el populista sean las galletas de lata o los panecillos rellenos.

Por lo demás, esa misma tarde, desgañitada, titubeante, la secretaria de Gobernación (y según el plan, próxima presidenta nacional de Morena) tomó la tribuna del Congreso el primer día de la Legislatura con el pretexto de entregar el documento informativo del estado que guarda la nación, improvisando un mitin político donde, a falta de argumentos, optó por la consigna porril que corean las masas reunidas en torno a quién sabe qué: “e-sunonó”, “e-sunonó”, “e-sunonó”.

Así terminamos, seis años después, convertidos ya en el país de la mesa que más aplauda. No importan las realidades, sino las mayorías. Imponerse a otros por la potencia del coro. Anular a los demás a base de ruido hasta que se vuelva hegemonía política y electoral.

Ante los “abajofirmantes” de Morena y aliados que fungen como gobernadores en 23 entidades federativas y sirven para rubricar desplegados conjuntos, situados en primera fila, resguardados bajo un corral y separados de las multitudes que no se mezclan pese a la falsa glorificación del pueblo, el ego herido que porta la banda presidencial proclamó: “ya basta de complejos”.

Sectario hasta el final, partidista, polarizador, apartado de quienes no están dispuestos a seguir ciegamente la doctrina autoritaria, retó: “tengan para que aprendan”.

En esa dualidad descansa el presidencialismo mexicano.

 

Cortita y al pie

Un cajero automático en medio de la nada; a eso se reduce un régimen centralista que ofrece la posibilidad de disponer efectivo a un sector de la población cada dos meses a cambio de desmantelar el Estado Mexicano por seis años. Liquidez temporal en lugar de procurar servicios y atención permanente, como es obligación.

En ese contexto de reducción de las instituciones a su mínima expresión, primero de manera presupuestal y después en su ámbito de atribuciones, despersonalizar territorios no fue casualidad. Por el contrario, el norte del país se volvió una geografía ajena del concierto nacional por decisión y cálculo político.

La lección sexenal es simple: es más fácil deformar que transformar.

 

La última y nos vamos

Y como colofón del sexenio, inició la temporada de albazos legislativos y canalladas. Neutralizar la separación de poderes y consolidar la autocracia bajo la irónica definición de “humanismo mexicano”.

Más sobre esta sección Más en Coahuila

Hace 10 horas

Trimestre con fuerza

Hace 10 horas

Las crisis que nos hacen avanzar

Hace 10 horas

Calma “chicha”