Seguramente, una vez más, Kamala Harris, no recibió felicitación alguna por parte de su padre, Donald J. Harris, el domingo pasado por su cumpleaños número 60. Tal vez, la vicepresidenta de los Estados Unidos ya está acostumbrada a los desaires de su padre de 86 años, ¿acaso padre tan distante, no se negó a asistir al entierro de Shyamala Gopalan Harris, una científica biomédica fallecida en el año 2009 y acaso no se abstuvo de asistir a la boda de su hija con Doug Emhoff en una ceremonia muy íntima en Santa Bárbara, California?
¿A qué se debe tanto alejamiento entre ambos? ¿Cómo es posible que un padre, un economista muy distinguido de la Universidad de Stanford y profesor emérito de Economía respetado y muy reconocido, y una hija que está a punto de ser la primera Presidenta negra de los EU, no tengan ningún tipo de contacto?
He allí una herida no cicatrizada desde que los padres de la candidata demócrata se divorciaron en 1972 cuando ella tenía apenas cinco años, y el padre perdiera una larga batalla por la custodia de sus dos hijas. Desde entonces ha vivido con ese vacío y el padre, vuelto a casar, probablemente también.
Gracias al espléndido reportaje tan acucioso, sobre los Harris, de Robert Draper del New York Times, en español, me enteré no sin tristeza que a pesar de que viven en Washington a tan solo tres kilómetros de distancia uno del otro, no han hecho ningún esfuerzo por encontrarse, ya sea por azar o porque tal vez se dieron cita en una cafetería.
¿Qué sentirá Donald J. Harris, cada vez que en su camino se topa con la propaganda de su hija con grandes carteles, invitando a los ciudadanos a que voten por ella? ¿Cómo evitará hablar de ella con sus amigos y alumnos acerca de las elecciones presidenciales, sin mencionar su nombre? Y al encender la televisión, la radio o cualquier otro medio de comunicación, ¿qué se dirá en sus adentros al descubrir cada minuto el nombre y el rostro de su hija?
Es conocido que cuando se amputa un miembro, el o la afectada, sigue sintiéndolo como si todavía lo tuviera. Así ha de sentir Kamala, quien prácticamente nunca ve a su padre, ni lo ha frecuentado desde hace años, aunque allí esta, sigue presente.
Me da mucha pena por la demócrata porque en apariencia, no está completa, ha de vivir la ausencia del padre, como si fuera una asignatura pendiente, un círculo sin cerrar, o bien, un asunto sin resolver. No obstante, en algunos de sus discursos, sí llega a mencionar a Donald Harris, pero escasamente, en cambio nunca olvida evocar a su madre cada vez que puede y con muchos elogios y lágrimas en los ojos, al igual que con una evidente admiración y nostalgia.
“Amigos de ambos dicen que el distanciamiento, iniciado por la separación de sus padres cuando Harris era una niña, puede tener tanto que ver con los rasgos que comparten padre e hija como con sus décadas de diferencias. Ambos son centrados, se exigen mucho a sí mismos y a los demás. Ambos pueden ser mentores generosos y amigos devotos, al tiempo que mantienen con cautela una zona de privacidad respecto a los demás. Ambos dan mucha importancia a la lealtad. Y ambos pueden ser testarudos”, dice el reportero Robert Draper.
Qué karma tan complejo entre padre e hija. Hay algo que no se perdonan, y que, sin embargo, los une a los dos de forma irremediable. ¿Será por soberbia, por resentimientos o simplemente por terquedad? Me temo que este aspecto del perfil de la personalidad de Kamala Harris enturbia un poco su imagen a la hora de que los votantes hagan su elección. Extrañamente nunca se habla de este aspecto en los análisis de las diversas mesas políticas de CNN o de medios escritos. Sí hablan, por ejemplo, de la historia de amor de sus padres y de cómo se conocieron, pero salvo el reportaje del New York Times, no he encontrado otro más.
Aunque Donald Trump sostenga que el padre de Kamala, maestro de la Universidad de Stanford, es marxista, no es cierto. En sus clases el doctor Harris proponía “la noción de una economía de mercado en la que el sector privado, y no el Gobierno, fuera el motor de crecimiento”. No establecía nada sobre el control estatal de la industria. En otras palabras, no es comunista.
¿Cómo hacer para que se reconcilien padre e hija? ¿Qué sucederá con su relación, ya sea que gane o pierda Kamala Harris? ¿Terminarán por perdonarse y darse un abrazo muy cálido en la Casa Blanca?
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