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| La cifra de un millón, desde luego, puede ser mayor. Foto: Zócalo | Agencia Reforma

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El murmullo de las abejas, por la regiomontana Sofía Segovia, logra vender un millón de copias

  Por Agencia Reforma

Publicado el domingo, 28 de agosto del 2022 a las 11:29


"Es difícil saber de manera exacta", comenta la novelista, "porque hay otras traducciones con tirajes menores que reportan sus números una vez al año"

Monterrey, NL.- Hace poco la editora y actual directora de la Feria Internacional del Libro de Monterrey Consuelo Sáizar le hizo el cálculo a Sofía Segovia de que “El murmullo de las abejas“, la novela que dio a conocer a la regiomontana en el 2015 a nivel nacional y más allá de las fronteras, había llegado a un número “muy redondo”: un millón de ejemplares.

“¡Es cierto!”, expresa con emoción la autora nacida en la Ciudad en 1965. “Van siete años desde su publicación y entre las ediciones y reimpresiones en español, las de inglés y alemán, se junta el millón.

Viniendo de ella (Sáizar), a quien admiro tanto y quien sabe tanto, decidí que debía marcar ésta como una ocasión trascendental, pero nunca olvidar que no sucedió como por arte de magia: que esto se debe a cada lector que se ha acercado a ‘El murmullo’ en siete años, al contacto humano y a mucho, mucho trabajo.

Además de la ediciones al español, inglés y alemán, la novela del entrañable Simonopio -aquel niño mágico que es hallado de bebé entre un enjambre de abejas en el monte de Linares por la nana de una familia que vive una época de amenazas: la epidemia de influenza española y la violencia agrarista-, ha sido llevada al italiano, turco, árabe, farsi, coreano, croata, bosnio, macedonio, serbio, rumano, húngaro, alemán, polaco, checo, eslovaco, lituano y ruso.

La cifra de un millón, desde luego, puede ser mayor.

Es difícil saber de manera exacta”, comenta la novelista, “porque hay otras traducciones con tirajes menores que reportan sus números una vez al año”.

¿Qué representa para ti este número?

No suelo descifrar la vida en números, entonces me alegra no llevar siete años con calculadora en mano. ¿Qué cuento yo? Cuento los años que la novela lleva en los estantes, cuento a los lectores que se dejan llevar por esta historia, los que me escriben, los que dejan reseñas. Cuento los clubes del libro que me invitan a discutirla y cuento lo que descubro en cada reunión.

Me emocionan los libros que firmo, me gusta tocarlos, pesarlos. Me gustaría contar y leer las marcas y anotaciones que veo en los libros que firmo. Me gusta distinguir cuando un libro ha sido leído múltiples veces y que hay ejemplares en muchas bibliotecas en el mundo. Pienso que cada lector es importante. Y de uno a uno se han sumado”.

A la fecha, Segovia ha publicado las novelas “Huracán”, “El murmullo de las novelas” y “Peregrinos”.

¿Cómo visualizas a la autora de los inicios?

El murmullo’ no es mi primera novela. ‘Huracán’, entonces ‘Noche de huracán’, lo es. Y para entonces no era una jovencita. Me da gusto no haber tenido miedo de empezar a esa edad, porque nunca es tarde para encontrar y luchar por lo propio.

Pasaron 10 años para ver esa novela publicada por Conarte, después del silencio que recibí de las grandes editoriales. ‘El murmullo de las abejas’ salió al público un mes antes de que cumpliera 50 años. Nunca me voy a permitir olvidar la frustración de tener una novela sin publicar y por eso nunca disminuirá el gozo y el agradecimiento de ver publicado cada uno de mis libros.

Recuerdo la emoción de ver, por primera vez, mis libros en las librerías y decido que así es como debe ser siempre y que no quiero perder el sentimiento. Mi inicio no fue fácil, pero persistí. Nunca quiero olvidar que escribí ‘El murmullo de las abejas’ con la íntima inquietud de entender el mundo, pero siempre con la honesta aspiración a ser leída por el mundo. Lo confieso: desde el principio quise ser leída.

Creo que si bien no tenía noción de a dónde podía llegar en cifras, me da gusto que, en la primera reunión con mi editorial, declaré con mucha firmeza que yo veía mi novela en todos lados y que la había escrito como ser humano para seres humanos que quisieran que les contaran buenas historias muy bien contadas. He cambiado o crecido en muchos sentidos, pero sigo agradeciendo esa visión original”.

¿Qué es para ti que aquellas historias de Linares, la violencia, aquella vieja epidemia y de Simonopio hayan trascendido tanto?

Mi primer impulso visceral es decirle a quien se deje: ‘Te lo dije’. Cuando firmé el contrato en la editorial en México me dijeron que las traducciones de novelas mexicanas eran casi imposibles, que no me ilusionara y que a mi novela la limitaría además el hecho de ser ‘tan regional’ inclusive en México. Ahí fue cuando respondí que yo la veía en todos lados.

También dije que no hay novela en la literatura universal que no sea regional, que las novelas son un viaje para el lector y que por qué no querría un ruso viajar a Linares. La literatura de Monterrey no tenía que quedarse encerrada. El tiempo me dio la razón. Y ahora confirmo algo más que sabía por instinto: la literatura nos hermana, nos borra las fronteras no sólo geográficas sino de edad, de género, de idioma.

Si hablando se entiende la gente, leyendo se siente la gente. Quería que el mundo sintiera lo mexicano y entonces pienso que tener la novela publicada en 20 idiomas va cumpliendo esa misión. Me gusta ver que los pasajes dolorosos o los jocosos tienen el mismo efecto tanto en español, inglés o lituano. Que lo humano es eso, humano y universal, y que esto puede dar regionalmente en la Rusia de ‘La guerra y la paz’, en el París de ‘Los miserables’, en el Macondo de ‘Cien años de soledad’ o en el Linares de ‘El murmullo’.

“Por otro lado, me da gusto que Simonopio conserva su nombre en todo el mundo, aunque lo escriban en cirílico, y que su silencio hable fuerte en cualquier idioma. Lo de la influenza de 1918 me ha obligado a dar explicaciones: me preguntan de todo el mundo que si soy vidente y que cómo pude escribirla tan igual a como se vive. No soy vidente, estudié la historia y, al escribirla en novela, tuve que imaginar lo que se sintió. Es la Historia la que es la mejor pronosticadora del futuro, y la condición humana la que es y será siempre y en todo lugar”.

¿Cuál es tu idea de la literatura regiomontana

Creo que el mundo literario es un ecosistema que se compone de diversos elementos -el medio ambiente, los creadores, los editores, los promotores, los lectores-. Hoy el ecosistema regio está más fuerte que nunca. Lo mío empezó con Conarte y espero que esa historia se repita con otros escritores noveles. Nunca, como hoy, había habido tantas librerías, presentaciones de libro, talleres, reuniones. Hay muy buenas editoriales locales que ofrecen buenas opciones para publicar. Creo que lograrán trascender nuestros cerros cada vez más, como lo ha hecho Vaso Roto, una de las mejores editoriales de poesía del mundo hispano.

Para sorpresa de muchos y para romper el estereotipo del regio industrial, aquí hay mucho talento narrativo y muchas historias que merecen ser contadas. Es hora de que salgan a la luz. Creo que la creación literaria regia ha avanzado a un ritmo galopante no sólo en número de escritores sino también en atrevimiento.

Cruzamos los cerros con nuestra propuesta literaria, pero ya no tenemos que irnos de aquí para que el mundo nos lea. Los jóvenes que desean escribir cada vez son más. Cada vez habrá más autores regios en la escena nacional e internacional, estoy segura, y cada vez hay más mujeres escritoras. También lectoras.

En ese plano, creo que ahora vivimos un momento trascendental también. Desde antes, pero en particular en la pandemia, los lectores y sus círculos literarios se han multiplicado. La Feria de Monterrey, que se apagó durante la pandemia, está de vuelta y, en manos de Consuelo Sáizar, llegará más fuerte y más lejos que nunca y colocará a Monterrey como un sitio de creación literaria, de arte y de pensamiento. Un núcleo intelectual, además de centro económico. En verdad emociona todo lo que está sucediendo hoy en Monterrey. Me da gusto vivirlo y me dará gusto dar testimonio de ello”.

Rebasar el millón de ejemplares sin duda es una responsabilidad.

A pesar de la emoción, me siento obligada a no olvidar que un millón es sólo una cifra. Es diferente decir que se han vendido un millón de ejemplares a decir que lo han leído un millón de personas o más, si consideramos que muchos lectores se prestan los libros. Esto me emociona mucho y me anima a seguir festejando este momento, pero a continuar sin contar.

Pero luego pienso que debo transmitir la buena noticia de que, aún en una ciudad que se esfuerza en hacerse fama como creadora de literatura, un número así servirá para inspirar a otros a atreverse a escribir, a atreverse a soñar una carrera de escritor que aspira a ser leído aquí y en el mundo, ¿por qué no? Hay valor en lo que Monterrey quiere y puede contar, y que la gente sí lee, y cada vez más. Entonces la responsabilidad ya no es mía, es de quien se atreva a asumirla”.

No hay precedentes en NL.

Tengo orgullo de ser del norte’… y me gusta saber que se pueden romper todas las expectativas. Creo que se comprueba que Monterrey se ha ganado un sitio sólido en la narrativa mexicana y del mundo”.

¿En qué trabajas actualmente?

Lenta, pero segura, escribo una nueva novela que me regresa a esta región y a nuestra gente. Sigo con la intención de recuperar hechos y gente que la historia de nuestro país no quiere mirar, porque no puede explicar”.

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