Arte
Por
Christian García
Publicado el martes, 14 de septiembre del 2021 a las 04:10
Saltillo.- La energía que transmite Héctor Zárate es igual a la de su música: tranquila. Su voz está acompasada al movimiento de unas manos entrenadas en el manejo de la guitarra, y templada en la suavidad del jazz, género al que ha dedicado 10 años de su vida, y de los que han brotado 12 discos, música que él ve como “mi motivo por estar aquí. Es mi oficio, mi trabajo, creo que más que eso es mi misión”.
El disco más reciente es Deconstrucción, hecho junto a Sylvain Regis, en el bajo, y la batería de Obed Cortés, en 2019. El disco cuenta con siete estándares de jazz, conocidos por todos, pero desarmados, rotos, por la creatividad del trío y vueltos a armar en diversos ritmos.
Esto porque si algo tiene claro el guitarrista es que “uno debe de saber de dónde viene, las influencias y la madre, pero también tiene que dejar algo, cambiar algo”. Para él, un jazzista no puede quedarse “siempre tocando lo que hicieron los que llegaron antes, porque cuando me muera y vaya al cielo de los músicos –si es que llegó– y Miles Davis me vea y me diga ‘eh, güey, está chido lo que hiciste con mis rolas, pero ¿qué hiciste tú en la música?’, yo le pueda mostrar estos discos y decirle ‘ahí está, eso’, y nada más”, dice entre estruendosas carcajadas.
Esa búsqueda por nuevas texturas, melodías y sonidos en sus producciones, “tratando de no repetirme, no sonar igual”, es la que lo ha definido como uno de los exponentes del jazz más conocidos del estado. Esa fue la razón por la que en 2014 llamó la atención del periodista Antonio Malacara, quien lo incluyó en su libro Atlas del Jazz de México (2016), y que ahora lo suma al segundo tomo de la titánica Enciclopedia Fonográfica del Jazz en México (2020-2021), registro en el que el autor recorre 70 años del género en el país, desde su inicio en 1954.
Junto a los héroes
En este libro aparecen, también, el pianista Héctor Infanzón o el recientemente fallecido Tino Contreras, dos nombres legendarios del jazz mexicano. A pesar de eso, el guitarrista se mantiene humilde, pero no puede ocultar la felicidad que le da aparecer junto a nombres como el bajista torreonense Carlos Maldonado, de Los Dorados, “un músico al que admiro”.
Eso le hace pensar “que estoy haciendo algo bien. Sé que la música no la hago para eso, para tener fama ni nada, pero ver mi trabajo al lado de Gustavo Nandayapa, Aarón Cruz o demás, que son héroes musicales para mí, es una forma rara de reconocimiento, porque no lo buscas ni te lo esperas”.
Pero él ha hecho más que solo tocar, se ha dedicado al jazz, pues no es “un músico huesero que hace más cosas y de repente jazz”, sino que está entregado a este, como le explicó Malacara.
Así, La Enciclopedia Fonográfica del Jazz en México –que suma casi mil discos en sus dos volúmenes–, hace un recorrido por cada una de sus producciones, la forma en que fueron concebidas, la exploración personal del guitarrista. Todas ellas diferentes, pero también todas parecidas en una cosa: la improvisación, la quintaesencia del jazz y, claro, de la música de Zárate.
“
Creo que en mí y en mi música está siempre presente la improvisación, el rasgo principal del jazz”, explica, y agrega que esta se mezcla en trabajos como Paisajes Sonoros de la Espera (2017), una colección de música ambiental para obras de teatro, con sonidos de la calle, autobuses, estaciones o la ciudad.
Pero en el otro extremo están sus obras con Los Decadentes de Linares, agrupación que mezcló su guitarra y la música electrónica de Jorge Rangel (1984-2019), con quien creó tres discos: Schippers Straats (2016), Aquí Yace la Máquina de Escribir (2017) y Transparente (2018).
Estos son ejemplos de cómo la exploración ha dotado de una personalidad diferente a cada canción, disco y presentación de Zárate, a quien el mismo Malacara le preguntó “¿esto tiene que ver con el jazz?”, a lo que Zárate respondió “dímelo tú, tú eres el experto. Para mí sí, porque en ellos está siempre la improvisación”.
Jamea con fantasmas
Esto fue una oportunidad, también, para que el intérprete regresara a su historia: su primer disco Héctor Zárate Trío (2011), pasando por Jam Blues Vandame (2012), y el primer experimento de libertad con la música microtonal en Following the Deer (2013), este le abrió la puerta a la experimentación con sonidos digitales como en Respuestas (2015), primer disco de Experimentrío, junto a Rangel y al bajista Ariel Cárdenas, con quien creó La Risa de la Catrina y Atenuación (2015).
Esa retrospectiva le hizo ver que “sí hay un cambio. Mi primer disco lo hice con todo el amor y las ganas, porque tenía un presupuesto que le dediqué y todo mi tiempo, pero después, gracias a las palabras de Enrique Nery, comencé a componer cosas o irme directo a la improvisación libre.
“
Lo interesante de recordar es que ves tu trabajo con mayor claridad y también me ayudó a ver que soy muy severo conmigo mismo y me acuso de flojo, pero esto me dio la oportunidad de ver que he hecho 12 discos en 10 años ¡un chingo! Eso me da calma para seguir, es como una palmadita en la espalada que yo mismo me doy y que tanta falta me hace”, detalla y agrega que la música tiene algo especial, pues permite oír a los fantasmas “de algunos músicos que ya no están y con los que trabajé, y al escuchar esos discos llegan sus memorias… eso está bien padre”.
Con todo ello, Zárate sabe que así como los colegas se van, nuevos vienen y celebra el crecimiento de agrupaciones interesadas en el jazz, no como un pasatiempo sino como una pasión genuina que los ha llevado a estudiarlo de forma profesional.
Para él, que ya tiene 10 años jameando sobre el escenario y 20 con las cuerdas entre los dedos, ha llegado el tiempo de “empezar a mostrar lo que he logrado, porque muchas veces he sido como el árbol que cae en medio un bosque: hago ruido pero nadie me escucha”, finaliza y ríe de nuevo.
Notas Relacionadas
Más sobre esta sección Más en Arte
Hace 13 horas
Hace 14 horas
Hace 20 horas
Hace 21 horas
Hace 21 horas
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia