Espectáculos
Por Excélsior
Publicado el sábado, 4 de enero del 2025 a las 20:04
Madrid.- La princesa Diana caminó hacia el altar un 29 de julio de 1981 con un vestido de ensueño con el que dijo: ‘sí, acepto’ al ahora rey Carlos III. Ese día, todas las miradas se centraron en el pomposo vestido de novia de Lady Di, que se convertiría en un ícono de la moda.
Diana Spencer se casó con el entonces príncipe Carlos en la Catedral de San Pablo de Londres, el 29 de julio de 1981, usando un espectacular vestido de novia que destacaba por un estilo romántico-dramático que marcaría un antes y después en la moda.
Para la boda real se eligió la Catedral de San Pablo porque contaba con una mayor capacidad que la Abadía de Westminster, lo que permitió acomodar a los 3 mil 500 invitados al enlace nupcial, prácticamente integrantes de todas las Casas Reales.
La elección de la Catedral también tuvo un simbolismo especial: a diferencia de la Abadía de Westminster, que tradicionalmente alberga coronaciones y bodas reales más pequeñas, San Pablo proyectaba una imagen de modernidad, alineándose con la intención de hacer de la boda un evento único, accesible a un público global a través de la televisión.
David y Elizabeth Emanuel fueron la pareja de diseñadores británicos encargados de crear una pieza icónica con la que la princesa Diana sellaría su amor eterno con el príncipe Carlos. El estilo dramático-romántico del vestido causó sensación entre los millones de espectadores.
El diseño destacaba por sus mangas farol adornadas con volantes, un cuello redondo con detalles delicados y un cuerpo encorsetado que realzaba la figura de la princesa Diana. La falda acampanada, amplia y majestuosa, aportaba un aire romántico que dejó al mundo fascinado.
La confección del vestido fue meticulosa, utilizando tafetán de seda color marfil y encaje de Carrickmacross, que había pertenecido a la reina María de Teck. Cada detalle, desde los bordados hechos a mano hasta las 10,000 perlas aplicadas con esmero en patrones de corazón, fueron realizados cuidadosamente.
Si el vestido por sí solo era una pieza hermosa, la cola desmontable de más de siete metros de largo también ganó protagonismo: fue la más extensa jamás antes vista en una boda real. Elaborada también en tafetán de seda y decorada con encajes y bordados, se robó las miradas mientras la princesa Diana recorría el pasillo de la Catedral de San Pablo.
El diseño del vestido de novia de Lady Di no solo reflejaba la moda de la época, sino que también marcó una tendencia en vestidos de novia, inspirando a innumerables novias a nivel internacional. La combinación de tradición y modernidad en su confección lo consolidó como un referente en la historia de la moda nupcial.
Décadas después, el vestido fue objeto de una disputa legal entre sus creadores. En el 2021, David Emanuel demandó a su exesposa, Elizabeth, por subastar bocetos del vestido sin su consentimiento, alegando violación de derechos de autor. Esta batalla legal reflejó las tensiones persistentes entre los diseñadores tras su divorcio.
Finalmente, en octubre de 2024, ambos llegaron a un acuerdo amistoso, otorgando a Elizabeth los derechos de propiedad intelectual de la sociedad que compartían. Este desenlace permitió reconocer su contribución al emblemático diseño que marcó una era en la moda y en la memoria colectiva.
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