Acabo de regresar de Puebla, donde estuve por algunos días y vi que existen muchos quioscos donde, aún con el internet, se siguen vendiendo periódicos y revistas. En uno de estos estaba El Sol de Puebla, de la antigua cadena García Valseca, ahora Organización Editorial Mexicana.
Y me llevó a recordar aquel modesto periodiquito de apenas seis páginas, El Heraldo del Norte, consagrado a los intereses de Coahuila, rezaba su slogan, que cerró sus puertas en la década de los 50. Había concluido toda una etapa en la información impresa de la ciudad y el estado.
El tristemente célebre “Coronel” José García Valseca, llegaba a Saltillo con su matutino Sol del Norte, efímero periódico que vino de más a menos y terminó siendo propiedad de los Vázquez Raña, los dueños actuales del grupo de radio, prensa y televisión Imagen, a la cabeza Excélsior y el canal de televisión. La Cadena CGV optó por comprar El Heraldo del Norte e inventar una quiebra para cerrar el periódico, pero los empleados optaron por ir a la huelga para lograr una indemnización justa.
Como Atila, que donde pisaba no crecía la yerba, el celebérrimo militar de a mentiritas batalló para derrotar con su poder político y económico a un puñado de valerosos trabajadores de las artes gráficas y de la información de nuestra ciudad que, por espacio de un año mantuvieron una huelga que parecería interminable, para poner sus derechos a salvo ante una monopólica actitud que buscaba que El Sol brillara solo sin enemigo al frente.
Ahí en la huelga estaban cuatro jóvenes señores del barrio fundador de la ciudad, Ojo de Agua: Zeferino Rendón Soto, Francisco Martínez Solís, José Ortiz “La Negra” y Carlos Gaytán Villanueva, afanosos e inteligentes trabajadores del taller linotipográfico de El Heraldo del Norte.
Durante la huelga murió en una noche de intenso frío José Hernández “El Chaparro”, ayudante de linotipistas, el que atisbaba y alimentaba de plomo las pequeñas calderas.
No estaban solos, pues la comunidad se solidarizó con su periódico, encabezados por el gobernador Raúl Madero González, quien durante el movimiento apoyó económicamente, y Arturo Berrueto González, que noche a noche llevaba comida y refrescos a los huelguistas.
García Valseca en realidad no era coronel. Terminó su vida en forma dramática, antes de terminar con su monopolio y hasta persecución sufrió, que pudo haberle costado la vida. Fundó y perdió, tan fácilmente como adquirió los 37 periódicos, así como el primer diario deportivo del mundo Esto.
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