“Quizá la Navidad, pensó el Grinch, no viene de una tienda”.
Dr. Seuss
¿Qué significa la Navidad? Para cada quien, supongo, algo distinto. Para los cristianos es la fecha de conmemoración del nacimiento de Jesús, crucificado hace unos dos mil años en Galilea, a quien consideran el hijo de Dios hecho hombre. Las conmemoraciones se han mantenido en los países de tradición cristiana, aun con el arribo del laicismo. La Navidad se ha hecho para muchos un festejo familiar.
En los países católicos la conmemoración se realiza en la Nochebuena, la víspera de Navidad (del latín nativitas que significa “nacimiento”), pero en los de tradición protestante tiene lugar el 25 de diciembre y en muchos países ortodoxos el 6 o el 7 de enero, ya que mantienen la fecha del viejo calendario juliano.
La festividad se ha extendido a muchos países sin historia de cristianismo. Se ha convertido, de hecho, en una fiesta de paz que trasciende fronteras nacionales. Así lo ratifican las historias de la primera guerra mundial, cuando cientos de soldados salieron de las trincheras en los frentes de batalla de Europa para cantar villancicos y confraternizar con el enemigo ante la frustración de los mandos militares y políticos que buscaban promover el odio nacionalista que requiere la guerra.
Muchos cristianos, sin embargo, han rechazado la Navidad a lo largo de la historia porque la han visto como una fiesta de raíces paganas, inventada para conjugar la fe cristiana con los viejos cultos romanos, en particular las saturnales, que rendían homenaje al dios Saturno, con fiestas populares que podían llegar a la orgía, y la fiesta del Sol Invicto, una conmemoración de Apolo en el solsticio de invierno. No hay en los evangelios de Mateo y Lucas, los únicos que abordan el nacimiento de Jesús, ninguna indicación de una posible fecha. La que tenemos la sugirió primero Sexto Julio Africano en el siglo III y la definió después el papa Julio I en el siglo IV para complacer al emperador Constantino, quien quería hacer del cristianismo la religión del Imperio Romano y promovía un sincretismo con las viejas religiones paganas.
Para los cristianos que se oponían a la Navidad, la conmemoración de Jesús sólo podía corresponder a la Semana Santa, a la pasión, muerte y resurrección. El rechazo a la Navidad llegó a tal grado que en 1644 el Parlamento puritano inglés prohibió las celebraciones de Navidad, incluso la asistencia a misa (Christmas significa “la misa de Cristo”). Carlos II eliminó esta prohibición con la reinstauración de la monarquía en 1661.
Yo no soy creyente y he tenido siempre una relación complicada con la Navidad. De joven, sin embargo, acompañé muchos años a mi padre a hacer visitas a sus hermanos el 24 de diciembre por la tarde, en recuerdo de mi abuela Rosario que le pidió mantener unida a la familia. Mi madre renunció en algún momento a organizar la cena de Nochebuena, ya que sus hijos no acudían por tener cenas con sus nuevas familias, y decidió hacer una comida familiar cada 25 de diciembre. Cuando se sintió cansada, yo retomé la costumbre y año con año acudieron a la comida mi madre, mis hermanos y la familia extendida. Ella, ya delicada de salud, recibió la visita de todos nosotros el 25 de diciembre de 2020. Se despidió y se quedó dormida para siempre.
La comida del 25 de diciembre la sigo haciendo, como habrían querido mi madre y mi abuela Rosario. No falta quien se burle del Grinch que organiza una comida navideña. Pero la Navidad es ya un festejo familiar que va más allá de sus raíces religiosas. El ánimo que llevó a los soldados de 1914 a la pausa en los combates y al festejo en las trincheras refleja una parte valiosa del espíritu humano. Si la Navidad no existiera, pienso, habría que inventarla.
Haití
El Gobierno de Haití cumplió su promesa y logró la reapertura del mayor hospital público de Puerto Príncipe el pasado 24 de diciembre, pero un ataque de pandilleros dejó un saldo de tres muertos y siete heridos. Sin duda hay gente de buena voluntad en el mundo, pero también enfermos de violencia.
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