Coahuila
Hace 5 años
Dados los tiempos que vivimos, a primera lectura, el título pudiera parecerle a alguien que ya nos incorporamos a los promotores de asonadas imaginarias. Sin embargo, estamos ciertos de que para usted, lector amable quien nos favorece con la lectura de nuestros escritos, el encabezado fue fácilmente descifrable e inmediatamente supo que nos referimos al general Eulalio Gutiérrez Ortiz quien fuera presidente provisional de México entre el 6 de noviembre de 1914 y el 16 de enero de 1915. En esta ocasión, nos ocuparemos de dar un repaso breve a lo que fue la actuación de este divisionario durante ese lapso, procedamos.
Conforme a lo registrado en el “Diccionario de generales de la Revolución, Tomo I (INEHRM, 2014), Este ciudadano de origen coahuilense, era un minero quien desde 1900 empieza a mostrar su oposición al régimen porfirista. Más tarde, en 1906, se afilia al Partido Liberal Mexicano, dos años después participa en los levantamientos magonistas en Viesca y Las Vacas, Coahuila. Posteriormente en “Concepción del Oro, [Zacatecas] organiza la asociación antirreeleccionista “Santiago de la Hoz”’ A la hora de las elecciones de 1910, se muestra partidario del maderismo.
Al triunfar esta causa, es nombrado presidente municipal de la ciudad referida y ahí lo encuentra el momento de la asonada operada por el “católico ferviente”, Victoriano Huerta. Rápidamente se declara en contra del felón y acaba incorporado a las fuerzas bajo el mando de Jesús Carranza Garza. Como resultado de sus actos en campaña, es nombrado gobernador interino y comandante militar de San Luis Potosí, cargo que ocupa de julio a noviembre de ese año. Poco se ha mencionado que, durante ese lapso, don Eulalio decretó la Ley sobre sueldos de peones, así como proclamó el establecimiento del salario mínimo y la jornada laboral de 8 horas; prohibió el trabajo dominical y las tiendas de raya; además de establecer un departamento del trabajo. Con esas credenciales en la alforja se da su participación en la Convención de Aguascalientes, misma que fue convocada originalmente por el jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza Garza.
Si bien el objetivo de la convención referida era unificar a todos los jefes revolucionarios, vencedores de Huerta, y en base a ello discutir e instrumentar un programa político para definir como habría de operar el gobierno, a la hora de la hora las diversas facciones no pudieron ponerse de acuerdo. La corriente que predominó fue la jefaturada por Francisco Villa y pronto la Convención se declara independiente. Conforme a lo narrado por Roque González Garza al historiador José Cayetano Valadés Rocha, lo cual aparece publicado en “La Revolución y los revolucionarios Tomo II. Parte Tres. El Convencionismo.” (INEHRM, 2007), en la Convención sobraban voces dominantes a la hora de las propuestas. En medio de toda esa alharaca, el general Gutiérrez Ortiz era uno de los delegados más silenciosos participando como miembro de la Comisión de Guerra. Asimismo, aun cuando formaba parte del Ejercito Constitucionalista, no se le conocía filiación política definida. En ese contexto, con el villismo apropiado de la Convención, se decide que de ahí saldrá un presidente de la República que se oponga a Carranza. Ante ello, deciden jugar con tres personajes, uno era Antonio Irineo Villarreal González [ninguna relación familiar con este escribidor], otro, Álvaro Obregón Salido, y un tercero, Eulalio Gutiérrez Ortiz. Al final, el segundo no cayó en la trampa y se negó a participar.
A la hora de la votación, el 1 de noviembre, los miembros de la Convención nombran presidente provisional del país, por 20 días, al último de los mencionados. El acuerdo era que eso prevalecería mientras que la Convención se instalaba en la Ciudad de México, a donde serían llamados todos los generales que se había ausentado del evento. Una vez ahí, el nombramiento de Gutiérrez podía ser rectificado o ratificado. Formalmente toma posesión el 6 de noviembre de 1914. Esto, lejos de zanjar las diferencias entre Villa y Carranza las agrava. El primero sentíase triunfante y capaz de manejar a su antojo a Gutiérrez. Carranza y los suyos, se negaban a aceptar al presidente provisional. Pero don Venustiano no era el único que le negaba el reconocimiento. El general Luis Gutiérrez Ortiz, a quien el periódico “The Press Democrat” publicado en Santa Clara, California calificaba como “El Tigre de Concepción del Oro” también, se negó a reconocerle su autoridad presidencial. En se contexto estadounidense, debemos de apuntar que en entre los documentos que se guardan en el departamento de estado, se encuentra un comunicado fechado el 13 de noviembre de 1914.
En el cuerpo de dicho documento, se lee el texto que el presidente provisional Gutiérrez envió al secretario de estado de los EU, William Jennings Bryan. Empezaba por dar su versión resumida de lo acontecido previo a la Convención, apuntando: “La República [mexicana] ha sufrido en los últimos años una crisis terrible en la que han triunfado los ideales democráticos del gobierno y los anhelos del pueblo por la justicia y la mejora económica. El último conflicto civil terminó con el derrocamiento de la dictadura del general Huerta; desde entonces las fuerzas constitucionalistas han ocupado la capital de la República y el señor Venustiano Carranza ha asumido el cargo del poder ejecutivo y provisional. [Sin embargo, como las facciones diversas no lograban ponerse de acuerdo en la forma de gobernar.] Se pensó,…[que] la mejor manera de establecer un gobierno aceptable por todos era celebrar una convención nacional donde todos las facciones militantes deberían estar representadas. Después de varias conferencias entre los jefes diversos, se acordó designar esta ciudad de Aguascalientes como el lugar para efectuar el evento, y el 10 de octubre la Convención Militar de Aguascalientes dio inicio con la participación de los representantes de todos los elementos revolucionarios. Posteriormente, la asamblea se declaró el poder soberano de la República, representante de las personas participantes en la lucha armada cuya lucha tiene por objetivo reconstituir la Nación”. Enseguida, don Eulalio procedía a dar las buenas nuevas para que el gobierno estadounidense supiera con iba a tratar los asuntos mexicanos al menos por el futuro inmediato y escribía: “En virtud de ello, [el objetivo de reconstruir la nación] la Convención procedió a elegir al Presidente Provisional de la República, y fui designado por mayoría de votos para ocupar dicho cargo. Al proceder así, la Convención expresó los propósitos de la revolución y demuestra que ningún gobierno puede existir en México sin que emane de la Voluntad del pueblo, dado que el tiempo de las dictaduras nacidas de la violencia y las ambiciones personales ha pasado para siempre.
En la misma forma democrática y expresando el sentimiento del revolucionario y reformista de la mayoría, la Convención continúa sus trabajos para integrar el programa de gobierno que deberá cumplir mi Administración Provisional, y preparando las reformas que son objetivo del movimiento revolucionario.” Para que no fueran a pensar que había llegado ahí para quedarse [perdón si suena como slogan de antigua estación radiofónica del DF], el mandatario de origen coahuilense indicaba que: “También se designará una fecha en la que se celebrarán las elecciones para designar los poderes constitucionales de la república. Mientras tanto, me esforzaré por adaptar la política del Gobierno a las necesidades del país y garantizar escrupulosamente la vida y la propiedad. de los extranjeros que han venido, bajo la protección de nuestra hospitalidad y leyes, a cooperar con nosotros en el engrandecimiento de la nación.” Por si se le ofrecía donde encontrarlo, le indicaba a Bryan que “el nuevo Gobierno, a mi cargo, se mudará a la Ciudad de México y logrará el completa pacificación del país; intentará satisfacer las demandas justas de todos los habitantes, aunque sin desviarse del desempeño de sus deberes”. Y falta más, había que cerrar reforzando que al sur del Bravo tenían un amigo mencionando que “ Al anunciar al gobierno de su excelencia el establecimiento de un nuevo régimen en México, confío en las fuertes simpatías [por eso nos envió de visita a los “Marines”] que el presidente de su República siempre ha mostrado al pueblo mexicano y sus instituciones, y me complace esperar que las buenas relaciones que nos han unido con la poderosa y civilizada nación estadounidense subsistirá en el futuro y que las fuerzas de su gobierno serán retiradas muy pronto de nuestro puerto de Veracruz; [ya era suficiente de sus muestras de aprecio] entonces nuestras relaciones serán nuevamente cordiales y cercanas, como es de desear entre pueblos adyacentes que son hermanos por civilización e ideales comunes.” Los estadounidenses tomaron nota del comunicado y solicitaron a su agente especial, León Canovas los mantuviera al tanto de los eventos en México.
Las negociaciones con Carranza no dieron los resultados esperados dado que este no estaba de acuerdo en entregar el mando a Gutiérrez quien a todas luces parecía ser simplemente un instrumento de Villa. Al romperse las relaciones entre los coahuilenses, acorde al relato de González Garza a Valadés Rocha, don Eulalio procedió a nombrar a Villa como jefe de todas las operaciones militares en la República. Las victorias del guerrero duranguense se daban unas tras otras y cada vez estaba mas cerca de la capital de la nación. A este lugar arribó el presidente provisional Gutiérrez Ortiz “el 2 de diciembre, instalando su residencia particular en la casa de la familia Braniff, en el Paseo de la Reforma, y empezando a despachar en el Palacio Nacional”.
Finalmente, el 6 de diciembre de 1914, juntas hicieron su entrada a la Ciudad de México las fuerzas comandadas por Francisco Villa y Emiliano Zapata. Aquello lucía como el fin de Carranza y los suyos. Sin embargo, había un pero. Villa trataba de que Gutiérrez fuera simplemente un subordinado suyo y el antiguo barretero no tenía pinta de pelele por lo que “expuso al general Villa haber tomado la resolución de abandonar la ciudad. La primera, que no estaba dispuesto a que sobre su gobierno cayera la responsabilidad de los desmanes que llevaban a cabo algunos jefes militares, y entre ellos Rodolfo Fierro, quien acababa de asesinar al delegado convencionista David Berlanga. La segunda, que consideraba que su autoridad era burlada constantemente.” A pesar de ello, Gutiérrez no se fue inmediatamente.
Los días siguientes fueron intensos en intercambios de comunicados con los miembros del carrancismo. Recurriendo a lo publicado por Álvaro Obregón Salido en “Ocho mil kilómetros en campaña” encontramos que el 12 de diciembre de 1914, desde Veracruz, el sonorense envió un escrito a Gutiérrez indicándole que “con la pena que me causa que continua usted sirviendo de instrumento a la traición, me permito hacerle las preguntas siguientes…Diga usted es cierto que en Aguascalientes declaró usted varias veces, en presencia de los generales [José Isabel] Robles, [Manuel] Chao, [Eugenio] Aguirre Benavides, [Antonio I.] Villarreal y el suscrito, que el general Villa era un bandido, asesino, del que había que librar al país, por cualquier medio. Diga usted si es cierto que nos criticaba los esfuerzos que hacíamos por solucionar pacíficamente las dificultades diciéndonos que los bandidos como Villa entendían solamente a balazos… ¿Dejó, en concepto de usted, de ser Villa bandido, al utilizarlo para hacer la guerra a los hombres honrados que no quisimos pactar con él?… ¿Renunció usted a su calidad de hombre honrado, pactando con Villa, para hacer la guerra a sus compañeros de armas y convicciones?” Acto seguido, Obregón colocaba la alabanza y escribía: “Son dos cosas igualmente imposibles; y los que conocimos al general Gutiérrez impecable revolucionario, de honorabilidad insospechable, solo podemos explicarnos este fenómeno de la manera siguiente: Gutiérrez no es dueño de s acción, o ha subalternado a su vanidad, halagada con la Presidencia, todas sus virtudes. General Gutiérrez: ¡Nunca es tarde para reparar un mal! Retírese usted de esa atmosfera, que ha neutralizado sus energías y su honradez y vuelva al campo de lucha con sus hermanos…” Dado que Villa no acataba órdenes de nadie, sus relaciones con Gutiérrez Ortiz terminaron por fracturarse.
Recurriendo a lo asentado en “Documentos históricos de la Revolución Mexicana”, editado por Josefina E. de Fabela, encontramos el contenido de la carta que Gutiérrez le envió a Obregón y Cándido Aguilar el 7 de enero de 1915. Mientras les solicita suspender su avance hacia la Ciudad de México, les hace ver que “seguimos dándole forma al plan de campaña que pretendemos dirigir contra el general Francisco Villa, a quien siempre hemos tenido la intención de separarlo en lo absoluto del Ejército Constitucionalista, y hasta de toda clase de asuntos político de nuestro país”. Posteriormente, anota que las fuerzas que operan en Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí están de acuerdo en las acciones que habrán de tomarse “en contra el referido Villa y los pocos secuaces que lo secundan en su conducta de bandidaje y desolación…” La respuesta de Obregón, emitida el 12 de enero, primero expresaba su satisfacción al ver que “han comprendido la justificación de [nuestra] lucha…” Sin embargo, le indicaba que no suspendería las operaciones militares “porque equivaldría a traicionar a nuestros correligionarios…Cuando ustedes, con hechos, declaren la guerra a Villa y sus secuaces… pondré todo lo que este de mi parte… para que se suspenda el derramamiento de sangre y se restablezca la paz…” Ante el poco apoyo que tenía, el presiente provisional Gutiérrez Ortiz optó por tomar una determinación.
El 13 de enero de 1915, dio a conocer un manifiesto de 3784 palabras, el cual acorde a Obregón le fue hecho llegar a él antes para conocer su opinión. En el cuerpo de dicho manifiesto, se denunciaba las tropelías cometidas por los villistas, además de que “Francisco Villa y [Emiliano] Zapata han sido elementos perturbadores del orden social, sino que de una manera sistemática han impedido que el Gobierno entre a ejercer sus funciones en los ramos más importantes de la Administración”. Asimismo, enfatizaba que “son malos los revolucionarios los que siguen a Zapata, los que siguen a Villa, y los que siguen a Carranza, como lo es todo aquel que lucha por personas y no por principios, y es necesario que todos los buenos mexicanos en estos momentos que son de grave crisis para la Nación, se unan por fin en la defensa de los principios.” Ante ello, tomaba tres resoluciones principales: “I.- Cesa en el mando de la División del Norte y todas las demás fuerzas que hayan estado bajo sus órdenes, el C. General Francisco Villa. II.- Cesa igualmente el General Emiliano Zapata, en el mando de las fuerzas que están bajo sus órdenes y que sean leales a la Convención. III.- El Gobierno seguirá exigiendo el retiro absoluto del señor Carranza y aceptará el concurso de los jefes militares que hasta hoy le han secundado si desisten de seguirlo sosteniendo.”
Tras de ello, el 16 de enero de 1915, el presidente provisional Eulalio Gutiérrez Ortiz, sus generales mas cercanos, acompañados de 10 mil elementos abandonan la Ciudad de México con rumbo a San Luis Potosí y, en automático, las fuerzas de la Convención lo desconocen al tiempo que nombran nuevo presidente a otro coahuilense, Roque González Garza. Sin embargo, don Eulalio no aceptaría que dejaba el cargo sino hasta el 2 de julio de 1915 cuando lanzó un manifiesto en Ciénega del Toro declarando concluidas sus funciones presidenciales y disuelve sus pocas tropas. Tras de ello, se exilia en Estados Unidos de donde retornaría a México en 1920 para unirse a la rebelión de Agua Prieta, a cuyo triunfo, será amnistiado por el presidente Obregón. De 1920 a 1928 fue senador por Coahuila. En 1929 vuelve a las andadas y participa en la revuelta encabezada por Gonzalo Escobar la cual fracasa y no le queda sino refugiarse en San Antonio, Texas, hasta que le otorgan amnistía en 1934 y regresa a México. Hasta aquí este repaso sobre Eulalio Gutiérrez Ortiz, un revolucionario quien prestó un servicio importante a la patria en momentos en que las pasiones estaban desbordadas en busca de encontrar caminos para la creación del Estado Mexicano moderno.
vmarisch53@hotmail.com
Añadido (1) En lugar de andar inventando pecados nuevos, debería de ocuparse en serio de hacer una limpieza profunda en su negocio del cual emergen miasmas cada vez más pestilentes.
Añadido (2) En cuanto los ponen a entonar el Himno Nacional Mexicano, inmediatamente demuestran su alto nivel cultural y orgullosamente exhiben que la educación primaria les pasó de noche.
Añadido (3) Solamente los limitados de entendederas pueden comparar el caso de Evo con el del doctor Salvador Allende Gossens. Este último, además de político, era un hombre de ideas cuya perspectiva podíamos no compartir, pero sus textos y discursos son una invitación a la reflexión. Ante la asonada, falleció con el fusil en la mano. El otro es simplemente un dictador y delincuente electoral carente de ideas quien a la hora de la verdad salió huyendo.
Añadido (4) No se ponen de acuerdo. Unos dicen que los otrora primeras espadas, miembros del PRI, están ahora convertidos en peones de brega. Otros apuntan que en realidad desempeñan funciones de monosabios. ¿Será verdadera alguna de las dos perspectivas?
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