Pudo haberse conservado o reedificado, pero no quisimos
Algunos historiadores piensan que el Fortín de los Americanos en la pequeña meseta atrás de la Iglesia del Ojo de Agua debió de ser considerado si no patrimonio nacional, sí de la ciudad, por el significado que representa; no es que queramos conservar objetos de nuestras derrotas, sino por el hecho histórico. El escenario ahí está, donde actualmente subsiste la llamada Plaza México o Mirador o el torreón del gobernador lagunero Riquelme.
El Fortín de los Americanos fue construido en 1846, apenas un año atrás de la derrota que sufrió el Ejército Mexicano, de manos del comando invasor norteamericano en 1847, en la llamada Batalla de la Angostura al sur de Saltillo.
El general Zacarías Taylor estableció ahí, en la meseta del Ojo de Agua, su primer campamento. Taylor había desobedecido a su jefe inmediato superior, el General Winfield Scott, y al propio departamento de guerra de los Estados Unidos.
Expresaría que la construcción de la fortaleza, era para rescatar la confianza de sus tropas, quebrantada por la capturada de partidas de soldados de reconocimiento y provocar el regreso a Saltillo de algunos de sus habitantes.
El Gobierno norteamericano consideraba esta acción sumamente peligrosa y el Ejército regresó a la Angostura, donde posteriormente se escenificó la batalla en 1847.
Ahí las tropas de Taylor “derrotaron” a un hambriento y desvalido Ejército Mexicano que, no obstante, haber hecho retroceder ¿o derrotar? al enemigo, recibió las ordenes de Santa Ana de retirarse, dejando el campo libre a los invasores que prosiguieron su horrenda marcha hacia la Ciudad de México donde masacraron a los cadetes del Colegio Militar.
El Fortín de los Americanos era una construcción de paredes de adobe de forma circular, que tenía pequeñas ventanillas por donde los soldados “gringos” podían colocar sus armas y observar el panorama en torno a la ciudad.
Todavía por los años 50 del siglo pasado había vestigios de la edificación, donde los niños de la barriada jugábamos inocentemente a los soldados.
La Anécdota
En esa superficie terrosa se escenificaron “cruentas batallas” entre los jóvenes del Ojo de Agua y del barrio del Águila de Oro, ubicado colina abajo.
Ahí surgió un personaje del barrio y de la ciudad, Francisco Gámez Cardona, o Pancho “La Gallina”, que junto a otros muchachos de la barriada formaban una especie de pandilla que a pedradas combatía con las huestes de la calle de Bolívar, donde se asienta el barrio Águila de Oro.
Cuenta la leyenda que, en uno de esos combates, los enemigos hicieron retroceder a los chicos del Ojo de Agua, comandados por Gámez Cardona. Este presuroso fue a esconderse debajo de una de las camas de su domicilio, con la salvedad que se dio cuenta del echo su mamá doña Rosa Cardona, quien a gritos le decía: “¡¡¡Salga de ahí, no sea gallina!!!”, lo cual fue festejado por los seguidores de Francisco, quienes en lo sucesivo le dirían Pancho “La Gallina”, mote que se llevó hasta la tumba y que, si usted quiere recordarlo, ahí esta el monumento que el Gobierno erigió en memoria de este personaje, casi oculto en la misma plazas México, en el Fortín de los Americanos.
Francisco Gámez Cardona fue heredero universal de la Danza Tlaxcalteca del Ojo de Agua, que llevó su nombre al extranjero, pero además secretario general de la Unión de Captores y Expendedores de Aves Canoras y de Ornato de la República Mexicana, afiliada al Partido Revolucionario Institucional. ¡Él era el único socio de dicha unión!, y por muchos años se dedicó a dicha actividad que fue el sustento de su numerosa familia.
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