Estamos ya a muy pocos días de terminar este sexenio, por lo que sería imperdonable, para mí, el dejar pasar esta oportunidad, que pocos tienen, para abordar de la manera objetiva lo que al final pudiera describir eficazmente el conjunto de acciones tomadas a lo largo de los seis años de este gobierno que se va.

Sucede siempre que, cuando un ciclo gubernamental llega a su fin, a los gobernados solo nos queda intentar descifrar lo que en él sucedió, para lo cual debemos recopilar el conjunto de claroscuros que invariablemente se presentaron durante esa administración, lo que comúnmente nos lleva a concluir que, no todo se hizo mal, ni todo estuvo bien.

Así pues, y a pesar de que las opiniones respecto a la situación actual del país están divididas, al final de su sexenio, el presidente López Obrador mantiene altos niveles de aprobación, ya que un 52% de los mexicanos considera que la situación general del país está igual de bien o mejor que hace un año, mientras que el 46% opina que está igual de mal o peor; también el 70% de los ciudadanos aprueban o aprueban en parte esta forma de gobernar, mientras que el 31% desaprueba o la desaprueba en parte.

Debo mencionar que impulsado por la premisa de que este fue un sexenio único e histórico, y que esta vez tuvimos un presidente como ninguno, dados sus índices de popularidad, me di a la tarea de comparar, recordar, para terminar por descubrir que este ciclo de administración pública federal y su titular son por demás parecidos al sexenio del mismísimo Carlos Salinas de Gortari, y si usted no lo cree, le comento las siguientes coincidencias:

Ambos presidentes AMLO y Salinas de Gortari, realizaron una serie de reformas estructurales que cambiaron el país, la más importante de Salinas lo fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuyo objetivo era facilitar el comercio exterior entre México, Estados Unidos y Canadá, el cual significó la reforma más importante hasta hoy y que cambió a México y por la cual Salinas se autoerigía como un transformador, dicha acción hasta fue intocada por AMLO, dado que respetó todo el tiempo el T-MEC, buscando continuar promoviendo este intercambio económico.

Al igual que AMLO, durante su sexenio y mayormente al final del mismo, Salinas de Gortari, contaba con índices de popularidad altísimos, incluso mejores que los que ahora tiene López Obrador, lo que le permitió controlar todos los sectores, absolutamente todos, su poder le permitió aniquilar a la izquierda opositora de manera sencilla, a pesar de que en su sexenio hubo asesinatos, y descaradamente manipuló a la autoridad electoral, además de servirse de estratégicas alianzas con otros partidos satélites que le permitieron dejar fuera a cualquiera que le hiciera frente. Sabedor de su poder, el entonces presidente Salinas comentó, a modo de burla, que él, a sus opositores ni los veía ni los oía.

Si hay algo que caracterizó al expresidente Carlos Salinas de Gortari, lo era su necedad y su autopercepción de considerarse dueño de la razón, hacía que sus obras y decisiones se magnificaran y se presumieran por todos lados, y sus millones de simpatizantes, ganados con las dádivas del Programa Nacional de Solidaridad para los más pobres, lo defendían arduamente, al grado de decir que se merecía todo, hasta la reelección. Entonces, ¿sería este un sexenio único?