Cuando la cultura occidental contó con motores, buscó problemas por solucionar, uno de los principales fue el transporte tanto de personas como de mercancías y se inventó el ferrocarril, algo que agradeció la humanidad, eso sustituía el sacrificio de caminar o viajar en carretas o en animales. Muy pronto las naciones construyeron sus sistemas ferroviarios, y empezaron a vivir contando con esa ventaja.
En México, por el atraso de los gobiernos controlados por Estados Unidos, el ferrocarril estaba muy limitado, Juárez construyó un tramo corto en Veracruz, pero, su preocupación por que fuera negocio para familiares hizo que fuera muy poco. Su sucesor era incompetente, y no hizo nada al respecto, hasta que Porfirio Díaz se hizo del poder, dejó esa tarea a empresas europeas, que construyeron un sistema ferroviario en toda la República, sistema que prácticamente es el mismo, un siglo después.
El proceso de vías férreas y carreteras es muy similar en todo el mundo, al percibir o ser notificado el gobernante de una necesidad de transporte entre comunidades, se evalúa y comprueba la necesidad, se consigue financiamiento o forma de pago posterior, se construye y se usa.
Esa lógica aplastante, en el actual gobierno, está ausente.
Cuando has permanecido en el sureste de México, sabes que los lugareños requieren, mayormente, de tramos cortos de traslado, para ello, quienes carecen de vehículo, se trasladan en autobuses de rutas establecidas, estamos hablando de traslados de alrededor de 20 kilómetros. Nadie esperaría que un lugareño de una localidad de Campeche o Tabasco, utilice un tren caro, impuntual, que no le permitirá detenerse a los veinte kilómetros, bajar sus cosas y que siga el convoy.
El ferrocarril, que desapareció con Zedillo, ofrecía eso, algo que casi borró muchas comunidades en el centro y norte del país, pues en algunos casos, era la única vía de comunicación.
El turismo tampoco era una opción; la mayoría de turistas nacionales y extranjeros, cuando viajan al sureste, lo hacen a balnearios en los que tienen cerca algunas ruinas precolombinas, pero el propósito de un viaje caro, es mayormente la diversión en la playa y llegan por aire.
En el caso del fiasco del proyecto de Tren Maya, claramente era el propósito, beneficiar a cómplices del gobernante, con construcciones infladas de precio, con nula exigencia de calidad, daño ecológico escandaloso y afectaciones a las comunidades, en mi estado, se construyó una planta tratadora de aguas negras, el agua resultante se tira al arroyo, pero el propósito era devolver el favor al constructor, por haber financiado la campaña de un gobernador.
Es triste ver que seguimos siendo un pueblo que no soluciona ninguno de sus problemas, pero deja que destruyan su patria por engaños y pasiones.
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