Arte
Por La Jornada
Publicado el domingo, 22 de diciembre del 2024 a las 15:03
Ciudad de México.- Hace casi 40 años, media docena de fotógrafos tomaron durante un mes los espacios de los mejores recintos culturales de Mérida, Yucatán, para montar de forma simultánea exposiciones individuales en blanco y negro, con miras a la primera edición de lo que se convertiría en el festival Abril, Mes de la Fotografía.
El grupo, en un principio llamado Plano Focal y después Imagen Alterna, se planteó exhibir los alcances de esta disciplina como medio de expresión artística, más allá de lo comercial, de la documentación o el registro, escribe Ygnacio Rivero Bulnes, coordinador del libro de reciente publicación, Abril, Mes de la Fotografía: Una historia, e integrante del colectivo fundador que incluyó a Eduardo Arco y Víctor Rendón.
En su momento, el historiador y crítico de la fotografía José Antonio Rodríguez afirmó que Abril fue un encuentro pionero que antecedió a la creación del Centro de la Imagen (1994), en la Ciudad de México, y a los festivales Fotoseptiembre (1993) y Junio, Mes de la Fotografía, en Xalapa (1990): “Abril, Mes de la Fotografía, se convirtió desde mediados de los años 80 en el primer festival de la época contemporánea fuera de la capital. Y nadie le quitaría ese honor”.
Los programas del festival no favorecían una corriente estética o temática en particular, sino la diversidad de discursos creativos que se multiplicaban ante el desarrollo tecnológico y la fuerza propositiva en las artes visuales, asegura Rivero Bulnes.
Abril, Mes de la Fotografía tuvo 14 ediciones, entre 1985 y 2000. Llegó a su fin porque “la indiferencia y la falta de interés de las autoridades locales limitaron el apoyo“, señala Arturo Ávila Cano en el capítulo Los tonos de Abril. Como empresa independiente y autónoma, siempre tuvo “escaso apoyo de las autoridades estatales, federales y municipales”.
Para Ávila Cano, la presente publicación es “una historia sobre una parte de la fotografía mexicana, poco conocida o francamente ignorada por diletantes y algunos especialistas, a tal punto que ni libros de carácter panorámico ni obras monográficas la abordan. Ello se debe a que este suceso ocurrió a poco más de mil 300 kilómetros del llamado ‘ombligo de la Luna’, sede de nuestro agobiante y ancestral centralismo, lugar donde se cree que ha sucedido todo, o todo está a punto de suceder”.
En el volumen se pueden apreciar los trabajos de los grandes fotógrafos que ha dado el país: Manuel y Lola Álvarez Bravo, Graciela Iturbide, Nacho López, Marco Antonio Cruz, Katya Brailovsky, Pablo Ortiz Monasterio, Yolanda Andrade, Vida Yovanovich, Colette Urbajtel y Francisco Mata Rosas, entre otros.
De acuerdo con Ávila Cano, “Abril celebró la imagen fotográfica en un contexto que se vislumbraba árido y complejo, enmarcado por una crisis económica a nivel nacional, desempleo, privatización de empresas públicas y una fuerte austeridad presupuestaria, resultado de la crisis de 1982 y la posterior aplicación de políticas neoliberales durante las administraciones de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gotari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox“.
Por otra parte, “Abril luchaba, además, contra el peso de la tradición peninsular. Hay que reconocerlo: nuestro imaginario sobre Yucatán nos remite a los artefactos, los edificios y los templos ancestrales de la cultura maya”. En este contexto, “ni las instituciones estatales o municipales, ni diversos sectores sociales tenían interés en promover la fotografía”.
No obstante, “debe aceptarse que Mérida contó con una cultura fotográfica, o al menos hubo, en algunos sectores sociales, cierto aprecio por las imágenes de estudio, cuyo origen proviene de tiempos decimonónicos, durante el esplendor de los elegantes gabinetes fotográficos, como el de la familia Guerra, espacio plástico en el cual se representó gran parte de los ideales de la sociedad yucateca”.
El historiador del arte recuerda que en los años 80 del siglo pasado, “Mérida no contaba con espacios adecuados ni suficiente respaldo institucional o privado para realizar exhibiciones de arte. Las galerías eran pocas y los museos del estado no tenían recursos ni personal capacitado para montar exposiciones en edificios públicos. El interés de la comunidad artística que quería participar en actos culturales surgió en el contexto de una expansión demográfica de la ciudad”.
Abril… albergó expresiones conceptuales, trabajos de carácter antropológico, documental y periodístico, tanto de fotógrafos mexicanos como extranjeros. Este libro es el primer intento de revisarlo.
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