Nací en Saltillo, Coahuila, en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, con todas sus consecuencias, pues porque a creer y no, y a querer o no, las repercusiones económicas, más que las bélicas, recayeron en nuestro país, nuestro estado y nuestra ciudad lógicamente. Varios años después todavía sufríamos las consecuencias.
Un mundo regido por la violencia y la economía, a la luz del compulsivo movimiento bélico, que obligó a México a participar en él con el envío del famoso Escuadrón aéreo 201, comandando por el coahuilense Antonio Cárdenas Rodríguez.
Aunque a principios de la Segunda Guerra Mundial nuestro país mantenía su posición de neutralidad, en mayo de 1942 embarcaciones mexicanas que abastecían de petróleo a Estados Unidos fueron atacadas en aguas del Golfo de México por submarinos alemanes, que torpedearon y hundieron los buques petroleros “Potrero del Llano”, “Faja de Oro”, “Tuxpan”, “Oaxaca” y “Amatlán”.
El Gobierno mexicano, después de evaluar la situación económica y militar del país, determinó contribuir con el esfuerzo bélico enviando un contingente cuya actuación fuese significativa, sin representar un alto costo humano y económico: el famoso Escuadrón 201 que tuvo algunas incursiones guerreras.
El comerciante saltillense Isidro López Zertuche se vio beneficiado con este movimiento belicista, pues en su fábrica elaboró platos, tazas, ollas y cacerolas de peltre para el Ejército norteamericano, lo que iniciaría y concluiría en una entidad empresarial de gran magnitud, que vino a estimular el adormecimiento económico de nuestra ciudad de aquellos tiempos.
Surgieron otros eventos importantes a lo largo de mi niñez y juventud. Durante mi ejercicio de comunicador fui testigo de acontecimientos, como los 70 años de la dictadura política y la caída del PRI, el ascenso al poder del PAN y de Morena.
El movimiento estudiantil de 1968, que culminó con la masacre de jóvenes indefensos en Tlatelco. La llegada del hombre a la Luna.
Durante mi ejercicio profesional como comunicador serví a mi pueblo y a mi estado con información veraz, en el periodo de 10 gobernadores, iniciando con el último año del general Raúl Madero González y hasta el ingeniero Riquelme, así como 19 alcaldes y Manolo Jiménez.
Hubo grandes acontecimientos que marcaron mi carrera periodística, que sería muy largo enumerar, solo citaré algunos: la autonomía universitaria, la huelga de Cinsa-Cifunsa que paralizó a la ciudad por más de 48 días. El último fusilamiento de México, la víctima, un soldado potosino sublevado, juzgado aquí y muerto en la antigua penitenciaría militar de Leza, Castelar y Pérez Treviño.
El accidente ferroviario de Puente Moreno en Saltillo, que dejó cientos de muertos y miles de heridos. La caída del polémico gobernador Óscar Flores Tapia, acusado de enriquecimiento inexplicable; 47 años atrás el propio Flores Tapia hacía tal señalamiento sin éxito contra el gobernador Benecio López Padilla. Ambos hicieron grandes obras para beneficio de los coahuilenses. La llegada del primer alcalde panista de Saltillo, Rosendo Villarreal Dávila. O la primera operación para corregir atresia de esófago, realizada por médicos saltillenses a una niña recién nacida, para conectar el esófago con el estómago. ¡Todo un éxito!
Y la pandemia más espantosa de todos los siglos, el coronavirus que acaba con millones de seres en el planeta.
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