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El desafío que no se quiere ver

Por Oscar Pimentel

Hace 2 años

Los adultos mayores en nuestro país es un segmento de la población en un proceso intenso y acelerado de crecimiento que tendrá efectos muy importantes en los próximos años, en el desarrollo económico y en las condiciones de bienestar del conjunto de la sociedad mexicana. No obstante, salvo los apoyos económicos directos que reparte el Gobierno federal con fines políticoelectorales a una parte de la población con más de 60 años, no se reconoce la importancia y la dimensión que significa este desafío -inédito en la historia humana- de una población cada vez más grande de personas mayores.

De acuerdo con los estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en los países que integran esta organización había una media en 1980 de solo 20 personas de 65 años o más por cada 100 personas en edad productiva; para 2015, esta cifra había aumentado a 28 y para 2050 se proyecta que casi se duplique hasta alcanzar 53. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anticipa que entre el 2020 y el 2030 el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años se incrementará en un 34.0 por ciento.

Lo anterior significa que en menos de una década la población mayor de 60 años será la más alta de la historia. Y esto generará una enorme presión sobre los sistemas sanitarios y sociales de cada país, además de cambios nunca vistos en la estructura del mercado laboral y en el crecimiento económico.

En México, según los datos censales del Inegi, la población de más de 60 años creció, de 5 millones de personas en 1990, a 15.1 millones, lo cual representa el 6% y el 12% de la población total, respectivamente. Casi 3 millones (2 millones 993 mil 653) de adultos mayores -20.0%- no están afiliados a algún sistema de salud.

Este proceso de envejecimiento poblacional se da en una situación económica y social muy desfavorable para el país, y más rápidamente que en otras naciones, lo cual implica que se tendrá menos tiempo y menos recursos para adaptarse a la graves consecuencias económicas, sociales y culturales que ello traerá consigo.

En cuestión de salud, por ejemplo, México no está preparado para enfrentar este reto. La supresión que hizo el Gobierno federal del Seguro Popular dejó a millones de personas mayores sin servicios de salud, a lo que deben sumarse las grandes limitaciones de infraestructura, equipo y personal que tienen los sistemas de salud y asistencia social para atender adecuadamente a las personas mayores.

Lo urgente es que se reconozca este fenómeno demográfico y las repercusiones profundas que tendrá en nuestra vida social. Es un desafío que se debe analizar, dimensionar y para el cual es necesario dar un gran impulso al crecimiento económico, mejorar la educación, establecer un sistema de protección social universal, elevar la productividad, abrir oportunidades reales a los jóvenes y, por supuesto, fortalecer la atención a los adultos mayores.

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