Al parecer, en la vida todo tiene un costo.
“Nothing is for free”. “Nada es gratuito”. Esta frase me la dijo una chica local, mientras hacía una estancia postdoctoral en el extranjero, cuando me cobró por algo que pensé que iba a ser un favor. No implicaba, de su parte, ninguna inversión de dinero o gasto adicional. No voy a dar más detalles, pero era algo que yo, como muchas otras personas, hubiera hecho sin pensarlo dos veces de forma gratuita.
Es cierto que en el mundo existen personas y sociedades más generosas que otras. Al mismo tiempo, no siempre estamos dispuestos a pagar para obtener lo que queremos. Por ejemplo, muchas personas pagan grandes sumas de dinero por un smartphone de última generación, pero no estarían dispuestas a invertir la misma cantidad en libros o en su educación.
Cada persona debería tener la libertad de decidir en qué invertir, no sólo sus recursos económicos, sino también otros bienes valiosos como su energía, atención (física, mental y emocional) y su tiempo.
Según un dicho popular, hay cosas que no tienen precio. Sin embargo, todo tiene su costo. El punto está en si estamos dispuestos a pagarlo. Veamos unos ejemplos: ¿quieres ser feliz? Creo que todas las personas responderíamos con un rotundo: “Sí, claro”. Nadie, en su sano juicio, querría ser infeliz (aunque a veces parece que algunas hacen todo lo posible para alejarse de la felicidad).
Obviamente, cada persona tiene su propia idea de felicidad. Lo que me hace feliz a mí (por ejemplo, pasar una tarde en casa con un chocolate caliente y una buena novela, junto a mis gatitos que ronronean) no necesariamente es la receta de la felicidad de alguien más.
Ya en otros espacios he compartido que es para mí, que es algo muy cercano a un estado de profunda tranquilidad y paz mental. También en este caso, la “receta” mágica para “prepararla” puede variar de persona en persona.
Pero la tranquilidad también tiene su costo. No me refiero a un costo económico. La tranquilidad no es algo que podamos comprar, ya sea en una tienda o mediante una compra en línea. El costo para conseguir la tranquilidad que deseamos implica renunciar a ciertas cosas, soltar y dejar ir.
En este punto, quizá se pregunten: ¿cuáles son las cosas que hay que dejar ir? Obviamente, pueden ser muchas, pero aquí compartiré tres que para mí son importantes. Siempre depende de qué “costo” estamos dispuestos a pagar.
En primer lugar, es importante soltar todas aquellas personas y situaciones que nos drenan, que restan en lugar de sumar, nos ponen tensos y nos quitan la paz. No es fácil, especialmente si se trata de personas y situaciones cercanas, por motivos personales, familiares o profesionales.
A menudo, la alternativa que vemos es quedarnos solas o solos (aunque no deberíamos temer la soledad, sino aprender a disfrutar de nuestro tiempo a solas).
En segundo lugar, hay que dejar ir la necesidad de tener siempre la razón. Es importante expresar cómo nos sentimos y lo que pensamos, pero no podemos obligar a los demás a pensar lo mismo que nosotros o siquiera a entendernos. Forzarnos a ser comprendidos a toda costa es un desgaste en todos los sentidos. Para mí, es mejor tener paz que razón.
Finalmente, debemos entender que no somos el centro del universo. Lo que sucede a nuestro alrededor, aunque nos afecte en mayor o menor medida, no tiene que ver con nosotros. No es personal (aunque sea natural que lo tomemos como tal). Si dejáramos de ver todo lo que nos pasa como un complot en nuestra contra, viviríamos mucho más tranquilos.
Y tú, ¿qué costo estás dispuesto a pagar para “comprar” tu tranquilidad?
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