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Por
Maricela Jiménez
Publicado el domingo, 20 de marzo del 2011 a las 15:00
Saltillo, Coah.– Más allá de la celebración anual con una carne asada cada tercer domingo de marzo, el Día del Compadre encierra una serie de compromisos de una familia con otra, responsabilidades y educación, así como una identificación y semejanzas en la manera de pensar y actuar de los implicados.
¿Usted cuántos compadres tiene? ¿Coinciden en la mayoría de sus decisiones importantes? Si usted contestó que no, esto ni lo debería preocupar, pues un compadre, además del padrino de su hijo, es o puede ser un buen consejero y, aunque la educación de los niños es responsabilidad de los tutores, el padrino o madrina pueden opinar o sugerir.
“Mi compadre”, “el compadre” o “los compadres” son palabras comunes en el vocabulario de los mexicanos, pues hacemos compadres hasta al señor de la tienda de la esquina, con tal de acercar la relación y estrechar los lazos.
Al mexicano, cuando alguien le cae bien, trata de llevar esa relación más allá, y qué mejor que apadrinando o pidiendo a la pareja de los juegos de mesa, al defensa del equipo de futbol en el que se participa o al compañero de trabajo que nos apadrine al niño.
Para muchas personas convertirse en padrino o madrina de algún niño, y por lo tanto compadres de sus papás, es un compromiso serio, mientras que para otros es un requisito simbólico.
La palabra compadre se deriva del latín com y pater, o bien, “el que hace las veces de padre, el que va junto al padre”, pues en la antigua Roma, el compater adquiría el compromiso de cuidar al ahijado, protegerlo, en caso de que el progenitor llegara a faltar, manejándose este protocolo como una manera de asegurar el futuro de los niños.
» Los padres de un niño que han elegido libre y responsablemente unos padrinos para su hijo deben tomar en cuenta que estos últimos, al aceptar han adquirido una enorme responsabilidad, por lo que es importante demostrarles gratitud y cariño.
Actualmente, el padrinazgo o compadrazgo implica más un compromiso material que moral, aunque el origen se remonta a los valores espirituales que la persona pueda transmitir al ahijado.
Sin embargo, hoy los valores se han perdido, así como la magnitud del compromiso que se asume al apadrinar a un niño, pues los involucrados se limitan a acudir el día de la ceremonia, pero no continúan con un seguimiento del desarrollo del menor.
Así opina Julián Soto, quien comenta que anteriormente la figura del padrino y, por consecuencia, compadre, era tan importante que se le llamaba “mi sagradito”, pues la relación era cercana y las familias se frecuentaban.
Dice que en su época las reuniones o pláticas entre compadres eran cosa de todos los días, o casi, ni siquiera había que esperarse al fin de semana para reunirse, pues se trataba de personas cercanas, algunas del mismo barrio.
“Con los ojos cerrados yo le hubiera confiado mis hijos a mi compadre, pero ahorita no, ahorita ya no es lo mismo, en estos días ni los ve uno, menos le dan un 20 al ahijado, ni se acuerdan”, dice el hombre.
Miguel Pérez, bolero instalado en el centro de la ciudad, comenta que tiene ocho compadres, pero no a todos los frecuenta, puesto que él es originario del Distrito Federal, donde relaciones de este tipo en otro tiempo eran estrechas.
Pero este domingo, Día del Compadre, se ocupará de celebrar con una carne asada, refrescos y convivencia familiar, pues coincide también con el cumpleaños de su compadre Luis, que sí vive en Saltillo.
“Festejamos con los compadres, porque son casi de nuestra familia, con carne asada y refrescos, así muy familiar”, señaló.
José Humberto Castillo, vendedor de bienes y raíces, dijo que se ha perdido ese tipo de relaciones, en que más que amigos, eran casi familiares, pues se entregaba la confianza para guiar a los hijos.
Dijo que él generalmente elegía a compañeros del trabajo o a vecinos de la colonia, pero solía inclinarse más por familiares o personas realmente cercanas, ya que es un compromiso muy grande el que se asume.
“Debe ser alguien bueno, una buena persona, digna de admirarse y que sea un ejemplo para el ahijado”, señaló Castillo.
Por otro lado, el padre Enrique Ríos dijo que dos personas se vuelven compadres después de apadrinar a los niños en algún sacramento religioso, por lo que adquiere una función especial de guiar a los niños en el camino de la fe.
Para apadrinar es necesario cumplir con ciertos requisitos, como estar casado ante la Iglesia, ser una persona de comprobada calidad moral, así como asistir a algunas pláticas de preparación para la ceremonia.
“La función del padrino es fundamental, cercana e importante; los padrinos deben ser capaces de iluminar y ayudar a los hijos en el crecimiento espiritual, un compadre no es alguien que te caiga bien nada más, es alguien de confianza, con calidad moral y buenas costumbres para guiar al niño”, dijo el padre Ríos.
DEBERES Y OBLIGACIONES
Tomando en cuenta que los padrinos son quienes ayudan y protegen al hijo o a los hijos en caso de fallecer los padres, es importante destacar esta figura, no sólo por la seguridad que representa para el niño, sino también por la tranquilidad que da a los padres el saber que alguien que ellos han elegido y en quien han depositado su confianza, puede cuidar de él.
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