Periódicamente visito mi barrio, el Ojo de Agua, para no perder mi esencia, ni mis raíces, y siempre que voy acompañado me solazo (me divierto) contando historias de algunas de las personas y familias que habitaron aquel pequeño villorrio de mi infancia y mi juventud.
Cada que me entra la nostalgia camino por aquellas sus antiguas calles, que eran de terracería y algunas empedradas como General Cepeda e Hidalgo, al sur de Escobedo.
Anoche me llevé una desagradable noticia: desapareció el Chalet de Madera y en su lugar el antiguo edificio luce una fachada modernista, y se ven en la entrada restos de materiales de construcción.
Lamentablemente el Chalet de Madera del Ojo de Agua no está en la zona delimitada por las autoridades como Centro Histórico, pero para mí siempre ha sido (o bueno fue) patrimonio no sólo del barrio, sino de la ciudad, pues su construcción data de más de 100 años. Un chalé o chalet es de origen francés, es una vivienda unifamiliar con una estructura de madera. Este tipo de construcción es considerado ecológica y sostenible, ya que la madera es un material natural, biodegradable y reciclable.
Era destacable su originalidad dentro del propio contexto arquitectónico el Chalet de Madera de las calles de Atarjea y Callejón del Ojo de Agua, que contrastaba enormemente con las humildes viviendas que lo rodeaban.
El chalet se localiza en la manzana número 41 del barrio, la casa domina una superficie total de 504 metros cuadrados, 12 de frente por 42 de fondo; colinda al norte con la calle de Félix U Gómez, al sur con una propiedad del señor Esteban Villanueva, al oriente con el depósito del agua, y al poniente con una casa propiedad del licenciado Gabriel Valerio.
Perteneció antes del año de 1940 a Guillermina Mireles de Espinoza, esposa del gobernador Gustavo Espinoza, según inscripción que consta en el Registro Público de la Propiedad del 17 de mayo de 1937.
En 1945 pasó a ser propiedad del doctor Honorio Galindo. Posteriormente en 1965 fue adquirida por Elías Galindo Espinosa. En 1966 el propietario resultó ser el ingeniero Baldomero Córdoba Obregón.
Finalmente posee dicha vivienda la maestra María de los Ángeles Luna Sandoval, que la compró el 27 de abril de 1966. El monto de fue de 54 mil pesos.
Ahí habitó por muy largo tiempo el capitán del Ejército Mexicano Rosalío Vázquez y su familia, luego fue ocupado por uno de sus hijos, Juan y su esposa.
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