Luego que la exsecretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, anunciara que ya está en marcha la actualización de los libros de texto gratuito a capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador, por considerar que los antiguos reproducen “el modelo neoliberal”, los focos rojos no se hicieron esperar, ya que a todas luces, pareciera que el Gobierno trata de implementar un modelo educativo más para adoctrinar a las y los niños de todo el país, que para dotarlos de una educación de calidad, lo cual pudiera derivar lamentablemente en una generación perdida.
En plata pura: El nuevo modelo educativo de la 4T dejará consecuencias, porque el Gobierno de López Obrador quiere introducir su ideología en la infancia.
Sin embargo, hoy más que nunca, México enfrenta un gran reto para resolver el rezago en la educación básica que se agravó por la pandemia.
Lamentablemente, el actual modelo educativo sigue en medio de una propuesta de Nueva Escuela Mexicana –que nadie entiende a ciencia cierta– y el poco interés de la 4T por construir un sistema de enseñanza competitivo y no lo condene al aislamiento o la mediocridad.
La Nueva Escuela Mexicana pretende ser, en muchos sentidos, como es el Gobierno de López Obrador: sin metodología ni indicadores de evaluación, sin conocimiento técnico, sin objetividad para resolver problemáticas y solo basado en una serie de ocurrencias asumidos de manera colectiva.
Este nuevo modelo educativo, además de apostarle al adoctrinamiento en los niños, niñas y jóvenes, propone eliminar los grados educativos y establecer fases de aprendizaje, algo que fue ampliamente rechazado.
Su colapso obedece al menos a tres factores específicos: es un modelo que no considera las condiciones de la educación postpandemia; no se consultó a docentes y expertos en materia educativa, sino que se utilizó como pacto político con los sindicatos magisteriales; y porque no hay un proyecto educativo formal debido a que la SEP ha sido utilizada en este Gobierno como plataforma política.
En el primer caso, el modelo educativo postpandemia debería considerar algunas acciones específicas: recuperar los estudios a los niños y jóvenes abandonaron la escuela durante la pandemia, aprovechar desarrollo tecnológico que se dio durante la pandemia en el uso de tecnologías educativas para cerrar la brecha digital; cambiar la forma y los contenidos que aprenden los estudiantes, y priorizar entornos de aprendizaje, innovadores, seguros y enriquecedores.
El segundo factor, es que no se trata de un nuevo modelo educativo sino de un pacto político con miras a la sucesión presidencial. Al Presidente se le olvidaron los actos de corrupción –que denunció y nunca probó– en los sindicatos magisteriales; hoy voltea a ver a las alianzas políticas que antes aborreció en otros mandatarios, ignorando a la verdadera base magisterial.
Y finalmente, la SEP solo ha sido un trampolín político y no una Secretaría de Estado, responsable de la educación pública del país. Su primer titular, Esteban Moctezuma, es el actual embajador de México en Estados Unidos.
Para Delfina Gómez, la SEP fue un premio de consolación y su estancia para lanzarse nuevamente como candidata a Gobernadora del Estado de México.
¿Y para la secretaria que llegó?, bueno mejor me reservo los comentarios. Es por eso que hoy pareciera que vivimos un apocalípsis en la educación de nuestro país.
Gerardo Abraham Aguado Gómez es miembro de Acción Nacional desde 2008. Exdiputado local en la LXI Legislatura del Congreso del Estado de Coahuila.
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