Arte
Por
Christian García
Publicado el sábado, 5 de abril del 2025 a las 04:15
Saltillo, Coah.- Bluez Marentes se posiciona frente al público. La luz del escenario cae sobre su sombrero, y la madera retumba bajo las botas que le calzan a la perfección, mientras el viento cálido del norte mexicano hace bailar el pañuelo que trae atado al cuello, bajo dos trenzas que caen sobre sus hombros. Su mirada se centra en los escuchas y desenfunda una guitarra con la que comienza a disparar acordes y a cantar desgarradoras letras de desamor. Todo finaliza y el duelo acaba con la cantautora haciendo desangrar los corazones de sus escuchas.
Así puede verse la figura de la joven compositora originaria de Monterrey que desde hace tiempo ha encantado a los círculos que la escuchan con su voz suave pero intensa y sus letras influidas por la música de la frontera. No sólo la norteña como Los Invasores de Nuevo León o Los Cadetes de Linares –“en el norte, cuando naces te dan tu acta de nacimiento y los 20 Boleros de Oro de Los Cadetes”, ha dicho– sino también por los trovadores estadunidenses como Bob Dylan y Johnny Cash. Gracias a ellos “me comenzó a llamar la atención todo esto de escribir y cómo meterme en esta onda de las letras. Y siento que en el folk y en el country importa más lo que se dice que cómo se dice. Pero para mí es más fácil traer una guitarra y cantar y ya, cómo dar un mensaje con eso”, dice la cantautora en entrevista con Zócalo.
Esa sencillez de crear una canción sólo con la guitarra, su voz y las letras es lo que ha convertido a Bluez Marentes en una de esas creadoras nómadas. De forma reciente participó en el encuentro musical Letras y Maderas, organizado en la ciudad, y hace poco estuvo en Guadalajara, y luego Puebla para regresar a su natal Monterrey.
Fue ahí, en esa ciudad, en la que la cantante conoció la música que ahora toca y reinterpreta, como ejemplifica su versión de Sabor de Engaño, de Los Cadetes de Linares. Tema que ya puede encontrarse en plataformas de streaming y que Bluez define como “una versión más fresa”, de una canción “bien cortavenas”.
Esta versión, grabada en Puebla junto al productor Iván Carrillo, nació “en la cocina de una casa donde vivía y donde me puse a pensar en las canciones que me han acompañado en mi crecimiento, en mi vida. Y esa canción, por alguna razón, la recuerdo como parte del camino a casa de mi abuela, en carnes asadas, en las primeras cantinas en donde entré”.
Ahora, esa canción significa nuevas cosas, pues agrega que “a medida que he ido creciendo tengo nuevos recuerdos de Sabor de Engaño: con una amiga en Oaxaca, de escucharla en la carretera mientras voy a tocar otro lugar. Me he dado cuenta de que esa canción es como mi casa, así suena”, explica.
Si en la canción original, destaca el acordeón de Guadalupe Tijerina junto al bajosexto y la potente voz de Homero Guerrero, en esta versión Bluez Marentes optó por una “versión desnuda” de la canción en la que la sentida lírica del tema destaque sobre todo, así la prouducción se reduce sólo a una guitarra y la voz de Marentes dándole un tono “folk, que se escuchara como algo que lo puede escuchar la banda ‘aesthethic’, y me gustó mucho el resultado”. A esta canción lo acompaña también un video en el que existe una metáfora inocente y, a la vez, oscura.
“(En el video) se me ocurrió hacer alusión a un chocolate, que es algo muy dulce, que puede ser muy noble, muy agradable, pero que al final te puede hacer daño: Si comes mucho chocolate, en algún punto te va a hacer daño. Pero también utilizo cigarros, porque si te puedes sentir bien cuando fumas, pero si lo haces muy frecuentemente en algún punto te va a hacer daño. Y uno está consciente de eso: creo que así es el amor, si lo usas mal te va a hacer mucho daño”.
Y si, como dice Bluez Marentes, Sabor de Engaño es una canción fundamental en su formación de vida, es porque la ha acompañado en esas experiencias. Entre ellas, como apunta, las primeras visitas a las cantinas de su ciudad a los 15 años, aunque no como bebedora, sino como una historiadora del cancionero regional.
Esas visitas son las que la han motivado a tomar estas letras y recrearlas, renovarlas y presentarlas a nuevas generaciones. Algo que busca continuar haciendo. “Siempre he tenido la intención de rescatar canciones que hayan sido grabadas por ahí de los años 20 o cosas así. Canciones que sean muy, muy viejas de tradición y que hayan sido grabadas por mujeres, por mujeres norteñas. Siempre he tenido esa intención de tomar una de las canciones de Las Jilguerillas o algo así.
“Tomarla y hacerla. Al final de cuentas están bien chidos sus mensajes, y te muestra cómo eran esos tiempos, recordemos que lo que pasa en una canción es que básicamente te está contando lo que pasa en la sociedad: en una casa, en diferentes contextos, entonces, sí, me gustaría muchísimo en algún punto sacar alguna canción así”, concluyó.
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Bluez Marentes
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