El 3 de enero de 1998, se solicitó vía telefónica una ambulancia de la Cruz Roja para la calle Sexta número 223 de la colonia Buenos Aires, para trasladar una persona con problemas de salud.
Minutos más tarde los paramédicos encuentran a una persona ya sin pulso, se intenta reanimarla, pero una rótula de la ambulancia se quiebra al subir el bordo de contención sin pavimentar. Otra ambulancia llega, pero la paciente ya había fallecido.
Así murió María de los Ángeles Trillo de Osuna, mejor conocida como “doña Gelo”, luchadora social y presidenta del seccional 0621 del partido revolucionario institucional. Extraordinaria lideresa que se caracterizó por su trabajo incansable en beneficio de los habitantes de la colonia Buenos Aires.
El 5 de enero se efectuó su sentido funeral, sus “compañeros” de batalla le rindieron homenaje en la sede municipal del PRI, donde una gran cantidad de personas hicieron guardias de honor o pasaron frente a su féretro, con la presencia de su esposo Gabriel Osuna, su hija Sara Isabel y su señora madre, Margarita López de Trillo. El servicio religioso se desarrolló en la iglesia de San Juan de los Lagos y más tarde sepultada en el panteón Santo Cristo de Villa de Fuente.
Doña Gelo se caracterizó por su obesa y gran figura, su gruesa y fuerte voz, su “florido” lenguaje, siempre directo y eficaz, llamando las cosas por su nombre. Nació en Piedras Negras el 19 de diciembre de 1952, sus padres fueron Francisco Trillo y Margarita López, vivió muchos años en la colonia Bravo, se casó el 22 de diciembre de 1973 y al año, ya tenía su terreno en la hoy colonia Buenos Aires.
Desde la administración municipal de Humberto Acosta Orozco, al que acudió para buscar beneficios para su colonia, todos los alcaldes que le siguieron escucharon los reclamos de doña Gelo hasta darle solución a sus problemas. Su casa en la colonia Buenos Aires, era una parada obligada de los gobernadores en turno, que llegaban a saludarla y a disfrutar sus deliciosos platillos que acostumbraba, sobre todos sus tamales de carne de venado con una increíble sazón, a la que se unían funcionarios estatales, los presidentes municipales y funcionarios locales. A los niños de su colonia siempre les obsequió con exclusivas fiestas en diciembre que celebraba frente a su residencia que incluía juegos mecánicos; a los miembros de su comunidad les tramitaba todo tipo de actas en la dirección estatal del registro civil, viajando con frecuencia a Saltillo, donde siempre era muy bien recibida.
Presintió su muerte y alcanzó a despedirse de su familia, dejando sus pendientes en orden hasta que su corazón dejó de latir de manera fulminante. Al pavimentarse la prolongación Centenario, casi posterior a su fallecimiento, surgió la propuesta de colocar ahí un pequeño monumento a su memoria, para homenajear a una luchadora social como ella a quienes los colonos de la Buenos Aires le deben los servicios públicos que hoy disfrutan, pero en la actualidad, pocos la recuerdan. 21 años han transcurrido y las nuevas generaciones no tienen idea de quien fue Gelo Trillo y quienes le conocieron ya la tienen injustamente en el olvido.
Han existido todo tipo de representantes de colonias, pero ninguno como doña Gelo, que, a 27 años de su partida, sus amplios zapatos no han podido ser llenados.
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