Monclova, Coah.- La diabetes le quitó una pierna y aunque inicialmente sufrió depresión, Gabriel Guerra, de 63 años, logró levantarse tras darse cuenta que la vida tenía que seguir adelante.

Fue así que aprovechando sus habilidades, Guerra, quien trabajó toda su vida como soldador, abrió su propio taller de herrería y tapizado de sillas en su casa para ayudarse económicamente.

Guerra comentó que trabajó por 40 años como soldador y fue muy reconocido, pero cuando fue diagnosticado con la enfermedad crónica y al no atenderse de manera oportuna perdió parte de la extremidad de la pierna izquierda, razón por la que se vio obligado a tener que abandonar su trabajo y fue pensionado por invalidez.

Explicó que los primeros días para aceptar el cambio radical en su cuerpo, al momento de realizar sus actividades cotidianas fue un proceso difícil que lo llevó a caer en depresión.

“ “El hubiera no existe, me deprimí mucho al principio, es algo que no le deseo a nadie porque cae uno en una depresión, a mí me gustaba mucho jugar al beisbol”,

dijo.

Para dejar de pensar en las cosas que había perdido y salir de aquella depresión, Guerra decidió levantarse y crear su propio taller en el patio trasero de su domicilio, ubicado en la calle Pablo González número 2001 de la colonia Margarito Silva.

“ “Tenía lo básico, una máquina de soldar, una cortadora para hacer trabajos de carpintería, herrería, compré mi máquina para cortar madera y poco a poco lo fui acondicionando, tengo mi herramienta básica, no me gusta molestar a nadie, trabajo con lo que tengo y con lo que me he comprado poco a poco”,

comentó.

Dijo que el principal trabajo que desempeña en su taller es tapizar sillas, pero enfatizó que hace “un poco de todo”, desde cambiar fondos de abanicos, soldar portones, cruces, etc…

“ “Cuando está pesado el trabajo mis hijos me vienen apoyar para darle vuelta a un portón o a una puerta, a veces les pido apoyo a mis vecinos, yo solo no puedo, pero mis manos, brazos y vista, todavía me ayudan hacer trabajos”,

destacó.

Antes de comprometerse a un trabajo, el señor Gabriel revisa su estado de salud para corroborar que pueda ser apto para desempeñar lo que sus clientes le soliciten.

“ “A veces me dicen, ‘tapíceme una sala’, les digo que no, porque para mi es muy grande darle vuelta y tengo que subirla a un lugar que esté a mi altura y se me complica”.

Su trabajo al tapizar las sillas consiste en una reparación general de los muebles, por una silla común cobra 250 pesos y si es una silla con un respaldo más grande cobra 50 pesos más.

“ “Es la reparación general, esa es mi presentación si yo la veo en mal estado la lijo y retoco la pintura; si no les gusta, pues con toda confianza les digo que pueden buscar en otra parte, hay clientes que sí lo aceptan y otros dicen que está muy caro, a veces me hacen sentir mal porque no valoran mi trabajo”.

No obstante, se mostró agradecido con Dios y con todas las personas que le han brindado su confianza para seguir desempeñando su trabajo, que lo motiva día a día a salir fuera de los pensamientos negativos que suelen atormentarlo debido a su condición.

“ “Ahí acostado no me siento bien, me gusta demostrar que puedo, continuaré hasta donde Dios me lo permita”,

dijo.

Gabriel expresó como un mensaje de motivación a otras personas que se encuentren en la misma situación que él, que traten de encontrar algo que los ayude a levantarse por las mañanas, al igual que cuidarse para evitar cualquier tipo de enfermedad y atenderse de manera oportuna.