Coahuila
Hace 3 años
Trajo dos cedros de Líbano que con sus propias manos plantó como símbolo de esperanza y libertad en la Plaza Manuel Acuña de Saltillo, precisamente frente al mercado Juárez.
De origen sirio libanés y miembro distinguido de aquellas honorables familias que llegaron de Siria, Palestina y Líbano para quedarse definitivamente en Saltillo, don Gabriel Carrum es recordado con mucho cariño por quienes tuvimos la dicha de comer en su famoso restaurante de la antigua “rinconada”, que se formaba en un tramo de lo que ahora es la calle Nueva, entre Manuel Acuña y Padre Flores. Era un restaurante no apto para ricos, sino para pobres, para gente de la barriada, para gente venida de las rancherías. Había algunos platillos en el menú, pero lo que más atraía a la clientela eran los famosos caldos de res y de pollo preparados por el señor
Carrum.
Don Gabriel llegó a Saltillo en 1920 y fue un hombre caritativo, de grandes sentimientos. Él traía la consigna de abrir un restaurante para gente humilde. Había ocasiones en que las personas de plano decían que no traían dinero y él gustoso les daba de comer; nadie se iba con hambre.
Contrajo matrimonio con doña Juanita Yunes. Una pareja que eran toda bondad y cariño.
Los Carrum Yunes procrearon cinco hijos: Jesús, Elías, José, Jorge y Pedro.
En el restaurante se alimentaron los personajes populares radicados en Saltillo o venidos de otras latitudes.
Boxeadores, cantantes, acróbatas, maestros, pintores, en fin, una infinidad de gente que quiso mucho a don Gabriel.
Cuando falleció el Sr. Carrum, asistió un número impresionante de gente, sobre todo de origen humilde, a quien el buen restaurantero dio de comer gratis en muchas
ocasiones.
Era tan larga la fila de gente a pie, que mientras que la carroza que llevaba los restos de don Gabriel se encontraba ya en el panteón Santiago, había todavía gente caminando rumbo al cementerio en el primer cuadro de la ciudad.
Su esposa Juanita y sus hijos continuaron la famosa tradición del restaurante de Gabriel Carrum. Juanita fue una mujer muy emprendedora y de gran carácter (bueno), risueña, amable con toda la gente.
Ella falleció en 1985, también era originaria del Líbano.
No recuerdo en qué fecha, pero merced a la modernidad repentinamente los cedros de Líbano fueron cegados por la picota oficial, que no respeta sentimientos, menos historia.
En 1999, a iniciativa de la llamada colonia árabe de Saltillo, el Gobierno del Estado, que encabezó Rogelio Montemayor y el municipal a cargo de Manuel López Villarreal, se llevó a cabo una nueva plantación de los famosos cedros de Líbano en la misma plaza Manuel Acuña de Saltillo.
El hecho a sido considerado como representativo de la identidad y el arraigo de las familias sirio-libanesas y palestinas, que se asentaron aquí a principios del siglo 20.
Ramón Hassa Chamely, miembro del comité organizador, dijo que este árbol significaba la esperanza y la libertad.
La libertad en la que habremos de crecer juntos y la esperanza que nos mantendrá siempre de pie para vencer el infortunio.
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