El árbol de la descendencia de un personaje de nuestro momento: Salvador Alcázar Aguilar.
Atleta completo y aguerrido luchador social que dejó huella en México.
Muchos saltillenses de mi tiempo recordamos con cariño y respeto a don Camilo Alcázar Álvarez, quien tenía un negocio en el primer cuadro al cual él mismo tituló “La Bola”. Casó con doña Dominga Aguilar Ordóñez, vecina de la Hacienda de Santa Elena, municipio de Saltillo.
Don Camilo llegó a nuestra ciudad procedente de Cotija, Michoacán, comunidad que tiene población de ascendencia española, italiana y francesa. Cotija viene de “cotixani”, de origen chichimeca, “lugar donde la garganta se hace ancha”. Se conoce como tierra de
santos.
Fueron 15 los hijos que dieron al mundo don Camilo y doña Dominga. Siete hombres y ocho mujeres. Recuerdo a algunos de los varones: Alejandro, Ramiro, Salvador, Ricardo y José Antonio. Además, a algunas de las hermanas, bellas mujeres, que eran la admiración de los varones. Los Alcázar Aguilar vivieron en el primer cuadro de la ciudad casi siempre. Cuando niños y adolescentes, eran muy laboriosos como sus padres y como hormiguitas se les veía desfilar a todas horas por las calles de la antigua mancha urbana, o sea, el Centro Histórico de Saltillo, ofreciendo diferentes productos.
Don Camilo, fue un comerciante nato. Distribuidor de los famosos pantalones Gacela y las camisas Medalla. Magnífico varillero, así se les decía antiguamente a los vendedores de diferentes artículos, principalmente prendas de vestir o telas para elaborar ropa o tejidos. También se conoce como cambaceo, una de las más antiguas estrategias de venta, “cara a cara” o “puerta a puerta”. Don Camilo tenía su potencial clientela en los ranchos del sur de Coahuila y de Zacatecas, además se instalaba en todas las ferias de la región con su mercancía.
Compraba y vendía casas y terrenos. Era además dueño de casi toda la cuadra Colorada, tenía 2 hectáreas y media en la colonia Bellavista, cerca de San Lorenzo, y una alberca muy grande que abría al público y una huerta donde había de todo: elotes, calabacitas, chayotes, duraznos, higos, nuez, alfalfa y verduras. Además criaba vacas y cerdos.
Aunque sea brevemente, pues este último tema merece un libro, voy a centrarme en uno de los hijos de don Camilo y doña Dominga: Salvador Alcázar Aguilar, quien tiene una historia extraordinaria y fascinante en su haber.
Siendo niño, Salvador estrechó la diestra de don Isidro López Zertuche, el fundador del Grupo Industrial Saltillo y creador del Colegio México, donde estudió, pero nunca se imaginó que siendo adulto habría de paralizar a las dos principales empresas del GIS: Cinsa y Cifunsa y con ellas a la ciudad de Saltillo, con una huelga que tuvo trascendencia nacional.
En este 2021 se cumplen 47 años de aquella histórica huelga en ambas factorías, que duró más de 45 días. Seis mil obreros saltillenses de Cinsa-Cifunsa protagonizaron ese movimiento para luchar por sus derechos y que hoy es un parteaguas en el sindicalismo mexicano.
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