Negocios
Por Grupo Zócalo
Publicado el miércoles, 23 de octubre del 2024 a las 04:16
Ciudad de México.- El debate sobre la relación comercial entre Estados Unidos y México en el sector automotor suele centrarse en cómo México depende de su vecino del norte para la producción y exportación de vehículos. Sin embargo, un aspecto menos visible es la vulnerabilidad de la industria automotriz estadunidense ante cualquier interrupción en el suministro de autopartes provenientes de México.
La interdependencia entre ambos países es mucho más profunda de lo que se reconoce públicamente, y los especialistas consultados coinciden en que cualquier cambio en este equilibrio tendría repercusiones para ambas economías.
México es el mayor proveedor de autopartes para Estados Unidos, representando 42.9% de todas las importaciones en este rubro, según datos de la Industria Nacional de Autopartes. Detrás de México están Canadá, con 10%, y China, con 7.6 por ciento.
Estos números muestran el rol clave que juega México en la producción automotriz estadunidense, cuya capacidad anual supera los 10 millones de vehículos, de acuerdo con la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos (OICA). Sin el suministro continuo de piezas mexicanas, sería imposible mantener estas cifras.
A pesar de esta profunda integración, la narrativa pública rara vez destaca la dependencia que tiene Estados Unidos de México. En cambio, los discursos políticos, como las recurrentes amenazas del candidato republicano Donald Trump sobre la imposición de aranceles a los vehículos fabricados en México tienden a enfocarse en los daños que estas medidas causarían a la industria mexicana.
No obstante, una interrupción en el suministro de autopartes tendría un impacto directo en las cadenas de producción de Estados Unidos, afectando su capacidad para fabricar vehículos competitivos en el mercado global.
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Hay una integración muy fuerte de los vehículos producidos en Estados Unidos con componentes mexicanos… Tendría una disrupción en sus cadenas de producción, en sus propias fábricas”, señala Guillermo Rosales, presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA).
Como parte de su estrategia para reducir la dependencia de importaciones asiáticas, Estados Unidos ha optado por priorizar a México como su principal proveedor de componentes automotrices. Las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos crecieron 87% entre enero y julio de este año, mientras que a otros mercados, como Canadá y Brasil, el crecimiento fue mucho más moderado, con aumentos de 3.3 y 1.9%, respectivamente.
Esto ha resultado en un superávit de 22 mil 755 millones de dólares a favor de México, según datos de la Industria Nacional de Autopartes, basados en información de S&P Global.
Además de las dificultades logísticas, un incremento en los costos debido a aranceles impactaría la competitividad de la industria estadunidense. No es sólo un problema de producción; es una cuestión de mantener la posición de Estados Unidos como líder global en la fabricación de automóviles.
Principal proveedor de vehículos
México no sólo es el mayor proveedor de autopartes para la industria estadunidense, sino también su principal exportador de vehículos. En septiembre de 2024, Estados Unidos importó 257 mil 429 vehículos fabricados en México, la cifra más alta para cualquier mes, superando a países como Corea del Sur y Japón.
Modelos icónicos como la Chevrolet Silverado, la Ram y la Toyota Tacoma, que se encuentran entre los más vendidos en Estados Unidos, dependen en gran medida de la producción mexicana. De las 412 mil 397 unidades de la Silverado vendidas en el mercado estadunidense entre enero y octubre de este año, 126 mil 810 provinieron de México.
El éxito de la industria automotriz estadunidense no sería el mismo sin su socio del sur. Cualquier barrera que impida el flujo de componentes y vehículos entre ambos países afectaría no sólo a México, sino también a la propia capacidad de Estados Unidos para competir en el mercado global.
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Puede que no sea un impacto lo suficientemente grande como para colapsar el mercado estadunidense, pero definitivamente tendría consecuencias significativas”, afirma Éric Ramírez, director de Urban Science para América Latina y el Caribe.
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