Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el martes, 1 de noviembre del 2022 a las 03:40
Ciudad de México.- “He vivido fascinado por la vida de los otros, por comprenderla y narrarla, sin sentir deseo alguno de contar la mía propia. Hay tantos mexicanos y latinoamericanos dignos de ser biografiados que me faltará vida para hacerlo. Pero en el verano de 2015 llegó mi amigo el escritor español José María Lasalle y me expresó su intención de escribir mi biografía intelectual”.
Así surgió Spinoza en el Parque México, publicado por Tusquets, amplio recorrido por el origen familiar de Enrique Krauze, su herencia judía, sus primeras influencias intelectuales, así como sus lecturas y amistades con figuras claves del siglo 20 mexicano, entre ellos Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano, José Vasconcelos, Daniel Cosío Villegas, Luis González y González, Octavio Paz y Gabriel Zaid.
El libro toma su nombre del recuerdo del abuelo, Saúl, y su interés por la obra del filósofo Baruch Spinoza, sobre la que disertaba en una banca del Parque México, espacio de tradición en la Ciudad de México. A la muerte del abuelo, de quien tanto se influenció, el joven Krauze escribió un poema cuyo título da nombre a la biografía intelectual del autor de Siglo de Caudillos.
Presentado en una amena y rica conversación con el escritor español José María Lasalle (Santander, 1966), el libro es un autorretrato de lo aprendido de los maestros y de los libros, afirma el historiador en entrevista.
Alejandro Rossi dijo de usted, así lo cita, que es un biógrafo de México y destaca sus biografías. Me interesa al Enrique Krauze que descubrió en el libro.
“ Más que descubrir fue rescatar a aquel muchacho que fui en los 70 cuando comencé a trabajar con Octavio Paz y ahí andaba publicando mis primeros libros, como el de la Generación de 1915, y habiendo fallecido tanto mi abuelo como Daniel Cosío Villegas en el mismo año (1976). Entonces tuve una especie de crisis de identidad y me pregunté qué hice, dónde están las raíces de mi formación digamos humanista judía, no religiosa humanista, y comencé a leer a lo que yo llamo la ‘galería de los heterodoxos judíos’, porque siempre me consideré heterodoxo en el sentido de no pertenecer a una doctrina, a un dogma, a una ortodoxia, sino a habitar los márgenes del mundo judío como los habitó Spinoza.
Es entrañable la manera como conoce Paz: tras el entierro de Cosío Villegas.
“ He sido un hombre de una suerte casi cabalística: escribía reseñas en la revista Plural de Octavio Paz, muere Cosío Villegas en marzo del 76, acudí a su entierro, escuché hablar algunas necedades al ministro de Educación y, de pronto, detrás de un ciprés veo a Octavio Paz. Me acerco y le digo: ‘Señor Paz, soy Enrique Krauze’, y me dijo. ‘Ah, sí, he leído sus textos, algunos me gustan, otros no’. Entonces le comenté: ‘Estoy trabajando en una biografía de Cosío Villegas, tengo unos capítulos, ¿se los envío?’, ‘Claro, deme su teléfono’.
Me habló a la tarde. Publicamos en el Plural número 55, si no me equivoco, un ensayo de él y uno mío sobre Daniel Cosío Villegas. Como se verá, aquel encuentro fue premonitorio: hablé 23 años con él y nunca dejé de pensar que no podía creer que pudiera estar hablando con Octavio Paz.
¿No le gustaría hacer una biografía de Paz?
“ No. Ya escribí un largo ensayo (Octavio Paz. El poeta y la revolución). Lo que sí va a competir con el libro de Vasconcelos es la segunda parte de esta biografía intelectual mía, porque este libro termina en 1981. Falta el trabajo que cubra los últimos 40 años.
Que obviamente incluiría todas las batallas que ha habido en estos años, sobre todo ahora.
“ Bueno, incluiría muchísimas polémicas, porque, caray, digamos que tuve muchas polémicas, algunas memorables pienso yo; no, algunas digamos rescatables, interesantes, otras muy agrias, otras muy ríspidas, otras intrascendentes, pero hubo muchas polémicas alrededor de la oposición democrática liberal y crítica y, bueno, hablamos de muchos sexenios si medimos políticamente: de De la Madrid a Salinas hasta la época actual.
Habla del interés por biografiar a esos grandes y tiene pendiente una biografía de Vasconcelos tal como hizo con Cosío Villegas (Daniel Cosío Villegas. Una Biografía Intelectual).
“ Es un libro para el que he venido reuniendo un acervo considerable en cuatro décadas, pero lo he postergado por las exigencias de la vida y porque, cuando muere Octavio Paz, entré en la disyuntiva de si seguir o no haciendo la revista, convertir o no a Clío en una compañía de documentales. Todavía hay tiempo: he cumplido la deuda conmigo mismo de hacer este balance de vida intelectual a los 75 años y espero retomar aquel proyecto tan importante para mí y que le prometí a Octavio Paz.
Mira a su alrededor y ¿a quiénes observa? Buena parte de los que habla en el libro ya no están.
“ Tengo 75 años de edad y, claro, muchos de mis compañeros y maestros han muerto. Existen por fortuna cerca escritores maravillosos como Guillermo Sheridan, como Adolfo Castañón, todavía está Hugo Hiriart, de quien hago un retrato afectuoso en el libro. Está Héctor Aguilar Camín, con el que, bueno, nunca he dejado de tener algún vínculo de afecto y de recuerdo por aquellos años buenos que tuvimos. Venturosamente está Gabriel Zaid y, atrás, están otros más jóvenes como Julio Hubard, Christopher Domínguez, Eduardo Huchín, Malva Flores, que ha brillado tanto con sus libros. No cabe duda de que hay una continuidad a pesar de los avatares de la política en estos últimos años y, en general, en las ultimas décadas de México: hay una continuidad de la cultura mexicana y creo que, en ese árbol centenario de la cultura literaria de México.〞
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