Hay varias leyendas sobre la fundación de Saltillo (del Ojo de Agua), y sus fundadores o fundador. Los historiadores de la era moderna se enfrascan en una lucha, con documentos a la mano, de quienes nos antecedieron y dejaron escritos sobre el tema, para demostrar quién tiene la razón. Se manejan varias fechas que a veces nos llevan a la confusión.
Lo mismo se discute sobre la ubicación de la villa. Unos dicen que fue en lo que ahora se conoce como la plaza de armas, otros que la meseta del barrio, cuna del Ojo de Agua. Hay quienes aseguran que este lugar fue el primero al que llegaron portugueses y españoles y que alguien exclamó “¡¡¡Por fin, se nos hizo el Saltillo, rediez!!!”, por la pequeña cascada que formaba el chorro del ojito de agua, que desembocaba metros abajo en el arroyo de la Tórtola.
Desde la mesa del ojo de agua, que ocupaba la cuarta parte del valle, dice el doctor José de Jesús Dávila Aguirre, los conquistadores observaron la planicie que se formaba hacia el norte y donde se recuesta la ciudad. Existían en el valle más de 100 veneros y dos o tres arroyos, con abundante vegetación formada por nogaleras, alisos, fresnos, sauces, mezquites y huizaches; arbustos, cactáceas y pastos.
La fauna con cíbolos (una especie de bisonte americano), borregos silvestres, venados bura, alazán, cola blanca y berrendos, así como osos, jabalíes, pumas, coyotes, tejones, gatos montés, conejos, liebres y los denominados “perros de la pradera”, que realmente son roedores. Así como guajolotes silvestres, gansos, patos, perdices, codorniz, agachones, canelos, etc.
Uno de los testimonios más fehacientes y localizado en la era moderna, es el “documento del Parral”, descubierto por el brillante investigador e historiador Wigberto Jiménez Moreno, en el año 1951, que aun así no termina con la disputada de los historiadores mexicanos y coahuilenses y sus hipótesis, pues cabe recordar que el Archivo General del Estado, donde pudiera haberse encontrado un documentos sobre la fundación de Saltillo, se incendió y con él se perdieron valiosísimos documentos, de los cuales, lógicamente, nadie tenía copias.
Jiménez Moreno encontró que la fundación de Saltillo fue en el año 1577, sin embargo, no se establece ni el día, menos el mes. La Administración de Óscar Flores Tapia adoptó la fecha del 25 de julio de 1977, el día de Santiago Apóstol, patrono de la ciudad, para conmemorar por primera vez en la historia del Saltillo, 400 años de su fundación, con gran boato.
El Documento del Parral es una carta dirigida por don Luis de Valdés, Gobernador de la Nueva Vizcaya, a don Martín de Zavala, Gobernador del Nuevo Reino de León, debido al alegato por la jurisdicción de las minas de San Gregorio y Nueva Almadén.
Textualmente, la carta descubierta por Wigberto Jiménez dice que “habiendo asimismo visto y reconocido los archivos de mi Gobierno desde tiempo antiguo y vista la fundación y erección de la villa del Saltillo del Santiago del Ojo de Agua, que fue fundada en el año de 1577 por el capitán Alberto do Canto, alcalde mayor de las minas de San Gregorio y Valle de Extremadura, que todo era y es jurisdicción de esta Nueva Vizcaya, el cual pobló con comisión del señor Martín López, del Gobernador que fue de este Reino y la erección y fundación de la villa de Saltillo, por su mandamiento despachado en Durango, refrendado por Alonso de Valenzuela escribano del Gobierno, aprobó y confirmó dicha fundación y a nombre de su Majestad”.
En una parte de este documento, el escribano del Gobierno cita que la Villa del Saltillo fue fundada el año de 1577 por el capitán portugués Alberto Do Canto y Diaz Viera.
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