Ciudad de México.-  El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) abandonó durante este sexenio su valioso Acervo de Arte Indígena, actualmente atrapado en el edificio que fuera su sede, ubicado en la Colonia Xoco de la Alcaldía Benito Juárez, y que lleva tomado desde 2020.

Esta colección histórica, de más de 20 mil piezas de arte popular de todas las regiones de México, no fue reclamado por la dependencia durante el accidentado proceso de negociación que el Gobierno capitalino ha llevado a cabo con los ocupantes, la Comunidad Otomí de la CDMX.

Con piezas delicadas que se remontan hasta el siglo 17, el acervo permanece guardado en un cuarto de almacenamiento que está totalmente sellado, pero sin las condiciones microclimáticas de luz, humedad y temperatura que son indispensables para su preservación.

Aun a sabiendas de ello, portavoces de la Comunidad Otomí aseguran que el titular del INPI, Adelfo Regino, no ha velado por el acervo en ningún momento de los casi 4 años de negociaciones intermitentes para desalojar el inmueble.

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Creemos que no le preocupa a Adelfo Regino, le valió durante 3 años 10 meses, porque ni siquiera ha venido a preguntar, a decir: ‘øCómo van?’; si lo resuelve o no lo resuelve, porque es federal. (O a) preguntar en qué puede apoyar; no ha venido a hablar con la comunidad”, denuncia Filiberto Margarito, representante de los ocupantes.

Por otro lado, el vocero de la Comunidad Otomí señala que, en al menos cinco ocasiones, el edificio ha sido sujeto a cortes prolongados de luz a causa de impagos del INPI, lo que clausura toda posibilidad de que los sistemas de conservación del acervo puedan funcionar.

En un recorrido llevado a cabo por este diario en el edificio ubicado en Avenida México-Coyoacán 343, se constató que el acervo permanece bajo llave y, en apariencia, tal como lo dejaron las autoridades del Instituto al salir hace casi 4 años.

No obstante, también se comprobó que la falta de luz, esta vez desde el 20 de julio, no permite que los sistemas de conservación al interior del almacén funcionen.

Además, se pudo observar que las pocas piezas que pueden verse por las ventanas acumulan polvo.

Las condiciones en las que debe preservarse el acervo son altamente especializadas, como detalla un documento técnico titulado “Lineamientos para la Exhibición de Piezas o Exposiciones del Acervo de Arte Indígena”, aprobado en 2008, cuando el INPI aún era denominado Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).

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Las condiciones medioambientales en que deberán permanecer las piezas deberán ser constantes, es decir, con las menores fluctuaciones durante el día y la noche, y con la menor variación durante el tiempo de exposición”, expone el manual que regula los préstamos de obra.

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Estas condiciones contemplan dos factores: la temperatura y la humedad relativa. En todos los casos, se considera óptimo el rango entre los 19 y los 24 grados centígrados de temperatura. En caso de existir espacios climatizados, los equipos de aire acondicionado deberán funcionar las 24 horas”, abunda.

En este manual se hace también hincapié en que las piezas constituidas por materiales inorgánicos (cerámica, piedra, metales y vidrio), y por materiales orgánicos (fibras textiles, cortezas vegetales, semillas, madera, cuero, plumas, hueso, conchas y papel), necesitan rangos de humedad distintos y específicos.

Lo mismo ocurre con la iluminación de las obras, que requieren lámparas con filtros específicos para cada caso.

El anexo en la sede del INPI donde se almacenan las piezas cuenta con los sistemas para atender todos estos lineamientos, pero estos no han sido activados ni monitoreados desde octubre de 2020, cuando fue tomado el edificio.

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A mí me parece muy grave y muy triste la situación, porque es uno de los acervos de arte indígena más importantes, si no es que el más importante, del país. Es un acervo que data de principios del siglo 20, con materiales que no existen en otros museos ni en otras colecciones nacionales, tanto materiales, como piezas culturales, como técnicas”, pondera en entrevista la curadora independiente Ana Elena Mallet.